La aceleración económica de India está llegando a su fin: “Faltan ideas para el crecimiento a largo plazo”

El crecimiento industrial, el mercado bursátil y la rupia se hunden, y la mayoría de los consumidores ganan muy poco para levantarlos, lo que frena el impulso del país para convertirse en economía desarrollada

India desplazó a Reino Unido como quinta economía mundial en 2022, y para el año próximo se espera que desbanque a Alemania del cuarto puesto. Pero India ha perdido el paso, revelando sus vulnerabilidades incluso mientras asciende en la clasificación mundial.

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Trabajadores limpian paneles en un parque solar de Modhera, en el estado occidental de Gujarat (India) (REUTERS/Sunil Kataria)

El mercado de valores, que se elevó durante años, acaba de borrar los últimos seis meses de ganancias. La moneda, la rupia, cae rápidamente frente al dólar, haciendo que los beneficios nacionales parezcan menores en la escena mundial. La nueva clase media india, cuya riqueza aumentó como nunca tras la pandemia, se pregunta dónde se equivocó. Y Modi tendrá que ajustar sus promesas.

Noviembre trajo la primera sorpresa desagradable, cuando las estadísticas nacionales revelaron que el crecimiento anual de la economía se había ralentizado al 5,4 por ciento durante el verano. El pasado año fiscal, que abarcó de abril a marzo, se registró un crecimiento del 8,2 por ciento, suficiente para duplicar el tamaño de la economía en una década. La previsión revisada para el año fiscal en curso es del 6,4 por ciento.

“Es una reversión de la tendencia”, según Rathin Roy, profesor de la Escuela de Políticas Públicas Kautilya de Haiderabad. Hubo un breve periodo, hace 20 años, en el que India parecía a punto de alcanzar un crecimiento de dos dígitos. Pero, según Roy, ese crecimiento dependía de que los bancos concedieran préstamos a las empresas a un ritmo insostenible.

Desde que en 2016 el gobierno retiró de circulación grandes cantidades de efectivo en un vano esfuerzo por frenar el comercio clandestino, dijo Roy, la economía nunca ha recuperado ni siquiera su ritmo del 8 por ciento. Solo parecía ir mejor, dijo, porque “se produjo la caída debido a la covid, como ocurrió en muchas economías. La economía india no recuperó su tamaño absoluto hasta el año pasado”, más tarde que la mayoría de los demás países.

Las razones de la desaceleración son objeto de debate. Un efecto es innegable: los inversionistas extranjeros se han ido.

Trabajadores en las obras de
Trabajadores en las obras de construcción de un complejo comercial a las afueras de la ciudad de Ahmedabad, en el oeste de la India (REUTERS/Amit Dave)

“La inversión extranjera ha atendido el aviso de que el mercado de valores indio está sobrevalorado”, dijo Roy. “Es bastante lógico que se alejen de las molestas economías emergentes y pongan su dinero donde puedan ganar más”, como en Wall Street, añadió.

Los inversores que compraron una amplia mezcla de acciones indias a principios de 2020 vieron cómo se triplicaba su valor el pasado septiembre, cuando los principales índices bursátiles alcanzaron máximos históricos.

El número de indios que compraron acciones creció aún más rápidamente, lo que contribuyó a hacer subir los precios. Antes de las elecciones parlamentarias de junio, la mano derecha de Modi, Amit Shah, predijo que la nueva clase inversora de la India ayudaría a llevar a su partido a la victoria. Durante los dos primeros mandatos de Modi, el número de indios que tenían cuentas de inversión pasó de 22 millones a 150 millones, según un estudio de Motilal Oswal, una casa de bolsa.

“Estas 130.000.000 personas van a ganar algo, ¿no?”, razonó Shah al periódico The Indian Express. Está claro que los nuevos inversores gastaban. En particular, al del lujo y a otros sectores de gama alta les iba bien: los coches más que las motos, electrónicos de gama alta más que los productos básicos del hogar.

Pero esa prosperidad, concentrada en el 10 por ciento más rico, dejó al otro 90 por ciento con ganas de más. El partido de Modi perdió la mayoría en el Parlamento, aunque mantuvo el control del gobierno. La ampliación de las prestaciones sociales, como el trigo y el arroz gratuitos que el gobierno distribuyó a 800 millones de personas, ayudó.

Trabajadores de la construcción sentados
Trabajadores de la construcción sentados junto a una hoguera para calentarse tras una jornada de trabajo previa al «Kumbh Mela», o Festival de la Jarra, en Prayagraj, India (REUTERS/Ritesh Shukla)

A pesar de estos programas, el gobierno de Modi ha sido fiscalmente conservador y vigila de cerca la inflación. Ha centrado el gasto en grandes obras de infraestructura, como puentes y autopistas, que se supone atraen a empresas privadas para que realicen sus propias inversiones.

Las empresas indias aún tienen que enfrentarse a un exceso de burocracia, interferencias políticas y otras dificultades conocidas. El gobierno de Modi ha intentado reducir esas cargas, pero en los últimos años se ha centrado en aumentar la oferta económica.

Por ejemplo, el gobierno indio apostó fuertemente por la construcción de nuevos aeropuertos. Pero las compañías aéreas que iban a prestar servicio en ellos se están retirando. Los turistas que habrían volado a lugares de playa como Sindhudurg, entre Bombay y Goa, no compran suficientes boletos para justificar el tener una terminal abierta en la zona.

Arvind Subramanian, economista del Instituto Peterson de Economía Internacional de Washington, atribuye la falta de demanda a la situación general del empleo.

“No se crean puestos de trabajo, por lo que la gente no tiene ingresos y los salarios están bajos”, dijo. No hay suficientes accionistas para compensar la diferencia. El salario mínimo nacional, que muchos trabajadores de la economía informal nunca cobran, es de solo 2 dólares al día.

Unos trabajadores prensan una mezcla
Unos trabajadores prensan una mezcla de pólvora para fabricar petardos en una fábrica de la localidad de Vanch, a las afueras de Ahmedabad (REUTERS/Amit Dave)

Subramanian, quien fue el principal asesor económico del país durante el primer mandato de Modi, dijo que el gobierno se ha quedado “anquilosado y sin ideas” para abordar estos problemas. “Ideas para el crecimiento a largo plazo y el fomento del empleo: eso es lo que nos falta ahora”, dijo.

Cree no solo que la caída de la rupia es algo natural, sino que debería haberse producido antes. Hasta hace poco, el banco central gastaba miles de millones de dólares para apuntalar el valor de la moneda nacional.

El efecto psicológico de una rupia debilitada puede ser doloroso, pero el costo de mantenerla a un tipo de cambio fijo con el dólar era “extremadamente perjudicial para la economía nacional”, dijo.

A nadie le agrada ver que el crecimiento se ralentiza. El actual asesor económico jefe del gobierno indio, V. Ananta Nageswaran, declaró en una rueda de prensa en noviembre que las malas noticias podrían ser un problema momentáneo. “El entorno mundial sigue siendo difícil”, dijo, con la fortaleza del dólar y la incertidumbre ante la posibilidad de que Estados Unidos y China adopten medidas políticas repentinas.

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Trabajadores comprueban el funcionamiento de las válvulas del puerto de Deendayal en Kandla, en el estado occidental de Gujarat (REUTERS/Amit Dave)

Hace un año, la esperanza era que el propio motor económico de la India pudiera empujarla a través de los fuertes vientos globales. Los ingredientes que faltaban, entonces y ahora, empiezan con que hay demasiada gente con muy poco dinero en mano.

“Sencillamente, no hay suficiente demanda”, dijo Roy, el profesor de Hyderabad. “La idea de que puedes esperar que la oferta cree su propia demanda tiene sus límites”, dijo.

“La gente normal”, dijo Roy, los que se encuentran entre el 10 por ciento superior que ve grandes ganancias en bolsa y el 50 por ciento inferior que lucha por salir adelante, siguen “sin ganar lo suficiente para comprar lo básico”. Unos 100 millones de estas personas normales tienen derecho a recibir cereales gratuitos.

Se espera que el gobierno haga público el presupuesto para el nuevo año fiscal el 1 de febrero. Nageswaran, actual asesor económico, ha despertado la esperanza de que pueda incluir recortes fiscales, poniendo más dinero en manos de los consumidores.

“Esta idea de que India necesita recortes fiscales, tiene la causalidad exactamente equivocada e invertida”, dijo el exasesor económico Subramanian. “El consumo es débil porque los ingresos son débiles”.

El mes pasado, Nageswaran dijo a Assocham, un grupo de líderes empresariales, que los empresarios tienen que pagar más a sus trabajadores, señalando que los salarios estaban estancados. “No pagar lo suficiente a los trabajadores acabará siendo autodestructivo o perjudicial para el propio sector empresarial”, advirtió.

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