El desgarrador relato sobre cómo la rehén israelí Liri Albag salvó la vida de Amit Soussana durante su cautiverio en Gaza
Tras la liberación de las dos secuestradas por Hamas, surgieron nuevos detalles sobre su estadía en manos de los terroristas y cómo surgió la unión entre las víctimas para sobrevivir
En su testimonio, 14 meses después de su rescate, Soussana reconstruye su cautiverio con el peso de quien ha cargado con el miedo absoluto. “La mente atrapada en el temor de que cada amanecer fuese el último”, describe su experiencia a la misma televisora israelí. Sus captores la encadenaron con grilletes de metal, asegurados con candados a una ventana. Tres semanas en soledad, vigilada por dos hombres. “Como un animal”, dice. También cuenta los abusos, la violencia sexual, los golpes con un palo en las plantas de los pies, la cara cubierta con cinta adhesiva mientras la mantenían suspendida, atada a dos palos. Un método de tortura medieval en pleno siglo XXI.
Uno de los hombres se hacía llamar Amir. Entre los secuestradores, decían que era el más amable. Su hija había sido tratada en el Hospital Hadassah, en Jerusalén. Tenía cáncer en un ojo. “Básicamente, le salvamos la vida”, recuerda Soussana con ironía. Aquel hombre, aquel padre, fue el mismo que la golpeó con una pistola en la cabeza cuando ella le suplicó que la dejara ir.
—Lo miro y le susurro: por favor. Como si pudiera conmoverlo —relata—. Se enfureció. Me golpeó y gritó: ‘No me importa, la mato’.
—Tienes 40 minutos para decirnos la verdad o te mato.
Fue entonces cuando Liri Albag, otra rehén, intervino. Convenció a los captores de que Soussana no tenía ninguna conexión con las FDI.
—Cuando regresó, le dije: ‘No sé si me habrían matado o no, pero en lo que a mí respecta, me salvaste la vida’ —recuerda Soussana.
El pacto de supervivencia entre rehenes fue su única esperanza en la oscuridad de Gaza. En los días de cautiverio, cada palabra, cada gesto podía inclinar la balanza entre la vida y la muerte. El hambre y la incertidumbre los reducían al límite de la resistencia humana. Soussana pasó noches enteras atada, la piel herida por las ataduras, la mente atrapada en el temor de una muerte cercana.
El 27 de noviembre de 2023, tras 51 días en el infierno, Amit Soussana fue liberada en el primer acuerdo de tregua de rehenes entre Israel y Hamas. Salió con el cuerpo marcado por el dolor, pero con la certeza de que había sobrevivido. Su historia se suma a la de otros liberados, como Naama Levy y Romi Gonen, quienes reconstruyen las cicatrices de un secuestro que Israel no olvidará.
El regreso, sin embargo, no significa el final. El trauma persiste, la memoria es un campo de batalla. En su primer testimonio público, Soussana dejó en claro que lo vivido no puede reducirse a un número en las negociaciones. “Hay heridas que no se cierran con un acuerdo”.