Cuando el Barça se pone, es imparable

Descomunal partido azulgrana para aplastar al Valencia. Al descanso el marcador ya lucía con una manita. Flick rota, Fermín impresiona y Szczesny sigue sin convencer.

Santi Giménez
As
Cualquiera que viera jugar al Barcelona ante el Valencia y luego viera la clasificación de LaLiga no entendería cómo es posible que este equipo no domine el campeonato. El aplastamiento ejecutado por el conjunto de Flick sobre el Valencia (7-1) fue de una belleza cruel. Siempre dependiendo del lado que se mire. No hay equipo más divertido, voraz y contundente que el Barça. Otra cosa es la regularidad. Pero cuando están finos, los catalanes parecen imbatibles.


Solventada sobre la bocina la lotería de Lisboa ante el Benfica, a Flick le llegó el momento de tomar decisiones en LaLiga, porque el Barça en la competición doméstica se jugaba el cuello ante el Valencia. Lo que pasa es que la Supercopa, la Copa y la Champions habían disimulado el drama liguero que hizo que el conjunto culé se presentara ante el los de Corberán, que también llegaban con penas que contar, a diez puntos del líder Real Madrid y tras haber sumado seis puntos de los últimos 24. La última victoria en LaLiga de los barcelonistas se remontaba a antes del Black Friday. El 3 de noviembre ante el Espanyol.

Se había de mover el árbol y Flick lo agitó. De entrada mantuvo en la portería a Szczesny tras su papelón del martes y dejó en el banquillo a Araújo, Gavi y Lewandowski. Todo ello en un día en el que Pedri se cayó de la lista por gastroenteritis.

Y el plan del alemán salió mejor que bien. El vendaval blaugrana en una de las primeras partes más descomunales que se han visto en mucho tiempo le dio la razón a Flick.

La novedades introducidas por el entrenador en el equipo fueron imparables para un Valencia que no sabía por dónde le caían los golpes. A los dos minutos de partido marcó De Jong tras asistencia de Lamine Yamal, a los ocho lo hizo Ferran Torres y antes del cuarto de hora Raphinha culminaba un pase estupendo de Fermín para marcar el 3-0. El propio Fermín, desbocado y dando un recital, aprovechó un pase sensacional de Cubarsí para marcar el cuarto.

Faltaba por aparecer otro de los nuevos en la alineación. Szczesny, que de nuevo cometió un penalti en una salida a lo loco, pero este domingo al Barça todo le salía bien. El VAR decretó que la jugada partía de una clara falta de Gayà a Koundé. Y si buscaban la guinda, una genialidad de Lamine Yamal, que volvió locos a los defensas valencianistas y dejó a Raphinha solo ante Mamardashvili. Su disparo se estrelló en el larguero y Fermín recogió el rebote en un gesto técnico impresionante para anotar el quinto. El Valencia no sabía dónde estaba y el Barça era una apisonadora.

Al Valencia el partido se le estaba haciendo largo desde el primer cuarto de hora y a partir de ahí, más que un partido, el duelo era un castigo. Debe de ser muy difícil afrontar una sensación así. Especialmente, porque el Barça dejó claro desde el inicio de la reanudación que no iba a hacer prisioneros. Raphinha, Fermín y De Jong seguían jugando como si el partido se tuviera que remontar.

En honor al Valencia hay que señalar que nunca bajaron los brazos ni cayeron en la tentación de romper el partido a base de faltas. Y obtuvieron su premio gracias a, cómo no Szczesny, que rechazó un balón patosamente y, en la recuperación del balón, Hugo Duro anotó un gol que aliviaba el castigo.

Raphinha dejó el campo ovacionado por sus seguidores y casi por los jugadores valencianistas, que no sabían si le debían dinero.

Pero igual el remedio fue peor que la enfermedad. Se fue el brasileño y entró Lewandowski, achuchado en el Pichichi por Mbappé, y el polaco marcó el sexto. El que marca el centenar este curso del Barça. Y con asistencia otra vez de Fermín, que hasta el último minuto siguió siendo una turbina imparable y movió a un equipo que cuando se pone a jugar es absolutamente imparable. Falta saber ganar sin jugar a este nivel.

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