La OTAN refuerza su infraestructura submarina en el mar Báltico frente las amenazas de sabotaje
Despliegan nuevas tecnologías para prevenir y detectar posibles ataques tras incidentes que dejaron cables cortados en la zona
El mar Báltico está bordeado por ocho países de la OTAN y Rusia. Desde 2022, cuando Rusia invadió Ucrania, se han producido al menos tres incidentes de posible sabotaje de los 40 cables de telecomunicaciones y gasoductos críticos que discurren por su fondo marino relativamente poco profundo.
“La OTAN está intensificando las patrullas, los aliados están invirtiendo en tecnologías innovadoras que pueden ayudar a proteger mejor estos activos”, dijo el comandante Arlo Abrahamson, portavoz del Mando Marítimo Aliado de la OTAN.
No obstante, la facilidad con la que el ancla de un barco puede cortar un cable en el fondo marino, junto con las condiciones traicioneras y cambiantes del mar, convierte la prevención efectiva de estos ataques en una tarea prácticamente imposible.
Tras un retraso de 30 minutos en el lanzamiento, el dron se había congelado y no podía funcionar. “Las baterías se enfriaron”, comentó la comandante, encogiéndose de hombros, mientras esperaba que el equipo se calentara antes de intentar de nuevo.
Después de haber pasado años detonando minas de la Segunda Guerra Mundial en el fondo del mar Báltico, la OTAN está adaptando su flota de seis buques cazaminas para monitorear también actividades submarinas sospechosas.
Estos buques ahora cuentan con un sonar montado en el casco para escanear el lecho marino, drones capaces de tomar fotografías y videos bajo el agua, y buzos especializados disponibles para intervenir cuando sea necesario.
Sin embargo, los poderes de la OTAN aún permanecen limitados. “Somos una alianza defensiva, por lo que al realizar entrenamientos y maniobras, también en zonas cruciales con infraestructuras submarinas, mostramos nuestra presencia y prevenimos en lugar de intervenir activamente”, declaró Król.
Los posibles incidentes de sabotaje
Fuentes de seguridad afirman que el granelero chino Yi Peng 3, que zarpó del puerto ruso de Ust-Luga el 15 de noviembre, fue el responsable de cortar los dos cables submarinos en aguas económicas suecas entre el 17 y el 18 de noviembre al arrastrar su ancla por el lecho marino.
El lunes, el buque permanecía estacionado en aguas económicas de Dinamarca, bajo la vigilancia de buques de guerra de miembros de la OTAN, después de que Suecia solicitara su regreso para someterlo a una investigación. Aunque algunos políticos lo habían acusado de sabotaje, ninguna autoridad presentó pruebas que confirmaran que sus acciones fueran intencionales.
China ha expresado su disposición a colaborar en la investigación, mientras que su aliada Rusia ha rechazado cualquier implicación en los incidentes ocurridos en las infraestructuras bálticas.
El caso guarda similitudes con un incidente ocurrido el año pasado, cuando el buque chino NewNew Polar Bear causó daños en dos cables que conectaban Estonia con Finlandia y Suecia, así como en un gasoducto Estonia-Finlandia.
En ese momento, China ofreció promesas similares de colaboración, pero el buque no fue detenido. Un año después, los investigadores finlandeses y estonios aún no han presentado conclusiones sobre el caso.
Los daños en los cables no son un fenómeno nuevo. Según el Comité Internacional de Protección de Cables, con sede en el Reino Unido, aproximadamente 150 cables de comunicaciones se dañan cada año a nivel mundial.
En el caso del mar Báltico, los cables de telecomunicaciones, las líneas eléctricas y las tuberías de gas ubicadas en aguas poco profundas son particularmente vulnerables debido al intenso tráfico marítimo de la zona, tal como señala la empresa estadounidense de investigación en telecomunicaciones TeleGeography.
Si se llegara a demostrar que alguno de los recientes incidentes fue un sabotaje perpetrado por otro país, esto marcaría el regreso de un tipo de guerra que no se veía desde hace décadas.
“Habría que remontarse a la Primera Guerra Mundial o a la guerra hispano-estadounidense para encontrar un sabotaje de un cable submarino patrocinado por un Estado”, afirmó Paul Brodsky, investigador principal de TeleGeography.
Avances tecnológicos para proteger las infraestructuras
Para hacer frente a esta amenaza potencial, la OTAN inauguró en mayo, en Londres, su Centro Marítimo para la Seguridad de las Infraestructuras Submarinas Críticas (CUI). El objetivo de este centro es cartografiar todas las infraestructuras críticas en aguas controladas por la OTAN e identificar sus posibles puntos débiles.
En Rostock, en la costa báltica alemana, se inauguró en octubre un cuartel general naval multinacional para proteger los intereses de los miembros de la OTAN en el mar.
“Lo que creo que podemos llegar a hacer es encontrar el responsable después de un incidente”, declaró el Jefe de Sección del CUI, Comandante Pal Bratbak, a bordo del Weilheim, destacando el creciente poder de la tecnología en este tipo de investigaciones.
El Centro de Investigación y Experimentación Marítima de la OTAN en Italia está lanzando un software que combinará datos e imágenes privados y militares procedentes de hidrófonos, radares, satélites, el Sistema de Identificación Automática (AIS) de los buques y fibras con la Detección Acústica Distribuida (DAS), que las empresas privadas de telecomunicaciones utilizan para localizar cortes en sus cables.
“Si tenemos una buena imagen de lo que ocurre, podemos desplegar unidades para verificar lo que nos dice el sistema”, declaró Bratbak.
El Teniente General alemán Hans-Werner Wiermann, afirmó que ningún oleoducto o cable puede estar vigilado todo el tiempo. “La respuesta adecuada a este tipo de ataques híbridos es la resiliencia”, afirmó
Además, señaló que las empresas ya están tendiendo cables para añadir “redundancias”, es decir, rutas de repuesto que permitirán que las infraestructuras críticas sigan funcionando si se corta un cable.