Tristísimo, Boca: hasta Racing es campeón
El equipo de ¡Costas! se quedó con lo que debía ser de Boca el mismo día que el equipo jugaba un partido patético contra Huracán. A ver los jugadores y los dirigentes si pueden oír...
Antonio Serpa, TyCSe dio en el mismo día, con unas pocas horas de diferencia, como para que quienes aún no lo percibieron -porque no comprenden texto o por fanatismo llano- puedan verlo, relacionarlo y sacar sus conclusiones: el título de Racing en Paraguay es el más grande castigo para la gestión de Boca, su martillo, el fracaso de un modelo de liderazgo mesiánico que nos ha llevado a esta deshonra. Traducido, por si todavía no se entiende: cualquier boludo sale campeón de la Sudamericana en la que tuvimos que ir a un repechaje y quedamos eliminados en octavos. Y Racing lo hizo, además, el mismo día en que Boca jugaba un partido patético contra Huracán. Hoy, Boca se parece más a esa caricatura de club que es el de Parque de los Poquitos que a un Racing que tiene un plantel más equilibrado, más jerarquizado y más competitivo. A ese punto hemos llegado.
No parece tener demasiado sentido amargarnos el domingo hablando mucho del partido de ayer, pero hay algunos apuntes que es necesario visibilizar porque esto sigue y, en apenas tres días, jugamos la final del mundo contra Vélez, que aún empatando sin parar, sigue siendo el mejor equipo de este torneo malo, pero malo con ganas.
Hay cosas que evidentemente los jugadores no le entienden a Gago, porque no puede ser que la propuesta megaofensiva del técnico, incluso desequilibrada y desbocada de tanto ir, se reduzca a una sola situación de riesgo (una, one, um) a los 25 segundos del partido. En los 110 o 115 restantes, nada. El ecuatoriano que va al arco en Huracán -argentino al que no le dio el cuero para pelear en nuestro país y tuvo que bajar de categoría- apenas contuvo un cabezazo débil de Janson (sí, jugó Janson) y poco más.
Hay cosas que evidentemente Gago no entiende: Zenón no es Rojas, el que jugó en Racing, y no le sale jugar por derecha, siempre sus mejores momentos se vieron por la otra banda en combinación con el lateral. Janson no aporta soluciones, sino problemas (pagarle el sueldo, por ejemplo). Aguirre es inconstante, juega un ratito bien y tres mal y también se siente más cómodo por izquierda que en la vereda de enfrente. Barinaga no es Martirena, en realidad no es ni una pierna de Martirena, ni un pie, ni un dedo, nada: Barinaga, al menos hasta hoy, es Barinada.
Aun cuando Huracán sea este equipo penoso y quejoso que nunca da la talla; que cada vez que tiene que ganar, pierde o empata incluso contra los segundos o terceros suplentes de Boca; que tiene ínfulas de grande y complejo de equipo chico; que vive paranoico creyendo que lo quieren cagar -como si alguien reparara en su existencia-; que tiene primates que no se saben comportar en las plateas (un mal que aqueja a la mayoría de los equipos); que se la da de representante del fútbol total con una imagen de Menotti en la camiseta pero luego transforma a los alcanzapelotas en noalcanzapelotas, aun contra estos, que insólitamente están peleando el campeonato, no se puede poner una formación tan alternativa. No hay razón -hasta el partido con Vélez había cuatro días- para rotar tanto, aunque en realidad sean pocos los jugadores del plantel que cambien realmente la ecuación. Ciertamente no la cambia Cavani, otra vez flojísimo, y es la imagen que nos representa en el Mundial de Clubes. Imaginen el resto... Fabra, el viejo Frank, el de los errores incomprensibles, el que juega y vive sin contexto, es el mejor lateral izquierdo y posiblemente el jugador más técnico del plantel kilo por kilo. Eso también dice mucho.
A Racing hay que agradecerle estar hoy en zona de Libertadores, un lugar que nos obsesiona pero que -reconozcámoslo- el equipo no merece y para el que no está preparado ni pensado. Su título (el de la Academia) libera un cupo por la tabla anual y ahí entramos, después de un año y 11 meses de luchar casi permanentemente en la mediocridad de la mitad de la tabla, puestos de Sudamericana (la B Nacional de Sudamérica que tampoco no ganar). Casualmente o no tanto, fue Racing también un actor principal en nuestro último título serio, el que ganamos de la mano de Ibarra (o del whatsapp de Román) hace ya casi dos años. En aquel momento, arrugaron los que tenían que patear un penal contra River, se lo dejaron a un tipo sin chapa ni temple ni antecedentes ni categoría, Armani se cayó para un lado y lo atajó. Así ganamos aquel campeonato.
Hoy, las chances de entrar a la Copa (la única que interesa) dependen de la Copa Argentina -dos mano a mano, contra Vélez y eventualmente Central Córdoba- o de la tabla anual, a la que este sábado despreciamos con el equipo que pusimos en cancha. La expectativa de entrar tiene que ver con hacer un mercado serio en enero, y en que se lo dejen hacer a Gago -que a veces la pega con algunos jugadores, no como JR y sus cadetes mandaderos del Consejo.
Boca necesita urgente una renovación, una limpieza, dejar de juntar extras en el banco de suplentes (caso Juan Ramírez) y traer jerarquía, como la que compró Blanco para el Racing de Gago primero y el de Costas más tarde. Que el bueno de Gustavo haya ganado la Copa -y tenga la chance de meter doblete- es una demostración de que "sí se puede", como dirían los mexicanos. Nos pone un poco felices porque Costas parece un tipo querible, aunque al mismo tiempo nos marca lo mal que estamos, en el fondo del mar. Un tipo despreciado por los propios hinchas de Racing -que hasta antes de la final lo mataban por considerarlo un inútil emotivo, un tipo que se encomienda a un rosario mucho más que a la planificación táctica- es hoy un ganador, el tipo que devolvió al club que ama a los primeros planos internacionales. Ni drones, ni coreografías al costado del campo, ni hablar raro para decir lo mismo que se dice desde hace más de un siglo.
En algún punto, esto le da la razón a Riquelme, que desprecia y minimiza la importancia de los técnicos (hasta Ibarra o Costas pueden consagrarse). Eso sí: si los entrenadores no tienen tanta relevancia, el secreto está en acertar con los jugadores: ni Pulpos González ni Briascos -ni en Gimnasia lo quieren-, tampoco Rolones, Orsinis, Brunos Valdezes, Roncaglias, Jansones, Payeros, Bullaudes, Barinagas, Lemas, Zambranos, Ramírez o Marteganis. "Esto es Boca" es una simplificación que encierra una cantidad de protocolos. Hay que ganar siempre, y para eso necesitamos buenos jugadores y dirigentes serios. Venimos flojos de papeles. A ver si se inyectan neuronas y se dejan de joder.