Racing cree: camisetas, amuletos y costumbres que transforman a la Academia en un plantel empoderado por la fe

Los besos de Costas al crucifijo, las remeras con leyendas alusivas y las citas bíblicas en redes sociales, reflejos de un grupo que se aferra a sus convicciones

Nicolás Zuberman, La Nación
ASUNCION (Enviado especial(.- Racing parece tener el gol como máxima virtud: en 16 de los 51 partidos que jugó en este 2024 convirtió tres goles o más. Pero la fortaleza del cuadro de Gustavo Costas también pasa por otro lado: es un equipo que cree. Convencido de hacer historia, la Academia llegó hasta esta final en Asunción por un camino de fe. No hace falta más que prestar atención a lo que ocurre cuando el equipo marca un gol o cuando termina un partido con resultado a favor. Los besos de Costas al crucifijo de su rosario, con rezo incluido, antes de que el juez pite el inicio, se han vuelto virales. Pero hay más.

“No es por mi fuerza, es por tu gracia”, dice la remera que lleva Adrián Martínez debajo de la de Racing. Maravilla acumula 28 tantos en 46 encuentros. “Toda la gloria es para Dios”, es la leyenda de la que usa Marco Di Césare, que después de cada grito académico o luego de cada triunfo se arrodilla y levanta sus manos en agradecimiento a Dios. “Con Cristo todo lo puedo”, se lee en la musculosa que usa Santiago Solari, una de las ruedas de auxilio de Costas. Algo similar ocurre con los colombianos Roger Martínez y Juan Fernando Quintero, que en cada celebración y declaración ante los micrófonos destacan el aporte divino en sus logros. En lo que va de este año incluso las redes oficiales del club se han sumado a la fe religiosa con la publicación de pasajes de la biblia para celebrar algunas victorias.

Si bien en los vestuarios del fútbol argentino la presencia religiosa es habitual, en Racing llama la atención su protagonismo. “Siempre tratamos de ser agradecidos a Dios, porque él nos cambió la vida. Así lo creemos varios integrantes del plantel. Falta un paso más, pero estamos muy felices de haber llegado hasta acá. Por eso, cada vez que arranca un partido, yo trato de arrodillarme y agradecerle por el momento que estamos viviendo. Es nuestra forma de ser”, explica Di Césare, el central que vivió un 2024 inolvidable con participación en los Juegos Olímpicos de París 2024 incluídos.

La historia de película de Maravilla Martínez empezó a escribirse durante los siete meses que pasó preso en la Unidad 21 de Campana, en 2014. Allí conoció a Dios. Con una mano herida, imposibilitado de sostener sus trabajos de albañil o recolector de basura, le prometió que si podía jugar al fútbol perdonaría a los asesinos de su hermano y a quienes lo llevaron a la cárcel por falso testimonio. Una vez fuera, llegaron los goles. En 2017, en Atlanta, fue dirigido por Francisco Bersce, el actual ayudante de Costas. En aquella época, a Bersce lo secundaba un joven Martín Anselmi. Aún hoy, como encumbrado DT de Cruz Azul, Anselmi recuerda una escena con Maravilla en un partido que el Bohemio ya tenía ganado y que el 9 ya había hecho su aporte en la red. Desde el banco decidieron reemplazarlo. Martínez pidió que lo esperaran, que Dios le había dicho que iba a hacer dos goles ese partido. Y así fue. “Mi fe es la base de todo, la base del fútbol. Desde que salí de la cárcel mi vida fue Dios, él me fue abriendo puertas. Racing podía traer al 9 que quisiera, porque tiene el dinero, podía elegir. Y me buscó a mi. A veces es Dios el que pone esa gracia. Después todo pasa por los goles”, resume Maravilla.

Pocos clubes se han abrazado tanto a lo esotérico a lo largo de su historia como Racing. Ya el Equipo de José tuvo sus cábalas para transformarse en el primer equipo argentino en ser campeón del mundo, en 1967. El ingreso a la cancha era siempre en el mismo orden, con el Chango Cárdenas y Yaya Rodríguez cerrando la fila, después de hacer el saludo mosquetero (“uno para todos y todos para uno”). La estatua de Reinaldo Merlo que habita en la planta baja del Cilindro está haciendo los cuernitos con su mano izquierda, una manera de ahuyentar las malas ondas. En aquel Apertura 2001 que cortó 35 años sin títulos, una de las cábalas de Mostaza era comer en la previa un “sánguche de chorizo”, como él lo llamaba en lugar de choripán. Solo una vez no lo pudo hacer: ante Boca, en La Bombonera, la única derrota del torneo.

Adrián Martínez y la remera que muestra después de anotar goles
Adrián Martínez y la remera que muestra después de anotar goles@adrian.martinez52

Ni hace falta detallar la devoción por las costumbres que tiene Alfio “Coco” Basile, campeón de la Supercopa 88 con la Academia. Eduardo “Chacho” Coudet, en la Superliga 2018/19, usó su bufanda de la suerte incluso cuando la temperatura superaba los 30 grados. Y en 2014, aquel equipo que se llevó el título tras ganar los últimos seis partidos de manera consecutiva se había entregado a la consigna Racing Positivo, una movida que inició un grupo de socios del club con el propósito de alejar la idea de que la mitad celeste y blanca de Avellaneda era el centro de todas las desgracias y los infortunios.

Es creer o reventar, dicen. Y Racing cree. Es parte de su identidad, esa que Costas busca inyectar en sus jugadores desde la primera práctica del año. El 14 de febrero de 1998, quince mil hinchas fueron al Cilindro pero no había fútbol: peregrinaron en una misa conducida por el expresidente Daniel Lalín y el capellán Jorge Della Barca, donde actuó Alfredo Caseros y tocó Vox Dei para tratar de exorcizar la mala suerte.

Durante años se creyó que las décadas oscuras que vivió Racing entre el 70 y el inicio de este siglo se debieron a una brujería que hicieron unos hinchas de Independiente, que enterraron siete gatos muertos en el Cilindro. La leyenda dice que alguna vez Juan Carlos “Toto” Lorenzo mandó a enterrar siete sapos para neutralizar esas energías. Y que el Coco Basile los buscó pero nunca los encontró. Mitos.

Unos cuantos años más tarde ese arco sufrió otro conjuro involuntario. El 21 de junio de 2013, tras el descenso del Rojo, los hinchas organizaron un velorio multitudinario durante un partido ante Unión: fantasmas, velas gigantes, humo negro, ataúdes con gente adentro disfrazada de esqueleto, apagón de luces en todo el estadio y la marcha fúnebre que sonaba en los altoparlantes. Aquel fue el último partido del Torneo Final. Al campeonato siguiente, la Academia terminó 19° y tuvieron que pasar ocho fechas como local para que un futbolista de Racing pudiera volver a convertir en el Cilindro: fue Bruno Zuculini, actual jugador del plantel, en un ajustado triunfo por 1 a 0 ante el River de Ramón Díaz.

El "velorio" que Racing organizó en 2013, antes de un partido con Unión, para burlarse del descenso de Independiente
El "velorio" que Racing organizó en 2013, antes de un partido con Unión, para burlarse del descenso de IndependienteALFIERI MAURO

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