MALLORCA 0 - ATLÉTICO 1 / El Cholito hace cholismo
Giuliano, con su asistencia a Julián, volvió a ser clave para la victoria de un Atleti que lo hizo agarrado a la vieja receta de la pizza del Cholo: Oblak y el 0-1 de una contra.
Un Atlético que salía en Mallorca con cuatro cambios con respecto a París pero manteniendo a Grizi y Julián en la punta. El Mallorca, que lo hacía con Greif en la portería, y sin Dani Rodríguez, enseguida se vio dominado. Si los del Cholo asomaron bien plantados, queriendo la pelota, pronto se les olvidó para confirmar esa tendencia: la vuelta del Simeone más puro y ese Atleti capaz de hacer que no pase nada en los partidos. Sentarse a observar cómo crece la hierba puede resultar más interesante que su fútbol. Las áreas estaban pero como si no. Mero adorno. Las porterías, directamente, eran objetos lejanos no identificados.
Si Lenglet inició el partido como acostumbre, con amarilla, ahora por derribar a Navarro como si en vez de fútbol jugasen rugby. Arrasate equilibró el tablero y Simeone empezó a cubrirse con seis hombres atrás, porque Riquelme y Giuliano se incrustaban como laterales en defensa, en un llamativo 6-3-1 para Son Moix. La pizza. Esto es cholismo. Mientras iba haciendo de su trozo de hierba una cueva, el Atleti le cedió el cuero al Mallorca que no encontraba rendijas para llegar hasta Oblak. Doce piernas se interponían como un bosque. Y, si no, Grizi, siempre el primer defensa para barrer y alejar.
El Mallorca buscaba amenazar lanzando centros al área como quien compra décimos de lotería, por si alguno tocaba. Y fue con uno de estos con el que Arrasate le encontró la primera rendija a la malla de hombres dispuesta por el Cholo, casi al final de la primera parte. Darder lo puso y Larin lo cabeceó olfateando red. Pero cuando Son Moix contenía el aliento para gritar el goool, apareció la manopla de Oblak para, por alto, desbaratárselo. Los milagros han vuelto a sus guantes. Y menos mal: la delantera de Arrasate ganaba todas las pelotas por arriba, Morlanes le ponía su nombre al balón, con pierna dura y precisión en el pase. Anticipando y cortando, clave en la presión. En el área contraria, por ocasión podría contarse que Julián estuvo a punto de llegar a un balón dividido que Raíllo le cedió corto a Valjent, obligado a corregir. Una mosca hubiese inquietado más a Greif.
La segunda parte el Atlético también la inició mejor con intención al menos, más vertical y al ritmo que con el pie marcaba Koke. Entonces llegó esa jugada. Un déjà vu del miércoles. París en Mallorca. Antes de que que Oblak sacara en largo como revival del gol de Correa ante el PSG, pero ahora con el pie, Giuliano ya corría. De casta le viene al galgo y el Cholito iba a hacer cholismo en Palma. Correr al sprint, infatigable. Correr con el corazón en la boca y la velocidad en el rostro. E inventarse una ocasión donde el resto del mundo solo veía nada. Pero él la crea, por su garra y su entrega, porque no se rinde, no desfallece, nunca se da por perdido. La pelota en largo de Oblak ya iba en sus pies de Giuliano cuando corría solo de área a área. Ni Raíllo, ni Maffeo le pudieron o supieron frenar, aunque fuesen dos contra uno en clara ventaja. Giuliano los dejó atrás como si fuesen de plastilina y, cuando llegó ante Greif, se lo sirvió a Julián, que solo tuvo que empujar a la red con la derecha. 0-1. En este Atleti el chico ya es imprescindible, el mejor de los de un Cholo que siempre le celebra en una emocionante contención emotiva.
Si Giuliano había sido generoso, Roro cuatro minutos después se empachó de balón en vez de pasárselo a Correa, que se hubiese quedado solo para el 0-2. Antes Lenglet se jugó la roja con una falta de segunda amarilla y Simeone hizo un cuádruple cambio. El Mallorca se pasó la segunda parte tratando de encontrarse con sucesivos centros. Pero no atinó en ninguno salvo en dos fallos de Witsel que arregló Oblak con otra de esas paradas que confirman que el cholismo ha vuelto. Felices los ojos, aunque en realidad no.