Liverpool 2 Aston Villa 0: Los Reds avanzan en un gran choque, pero la victoria se ve empañada por el golpe de Alexander-Arnold
ARNE SLOT insistió en que la era del fútbol heavy metal había terminado; sin embargo, durante dos momentos alocados y merodeadores, los altavoces volvieron a funcionar.
No fue más que un destello y un parpadeo... pero aún así fue suficiente para darle al Liverpool cinco puntos de ventaja después de una incursión de las flechas rojas que tuvo todas las características del anterior entrenador de Anfield.
Un par de contraataques desenfrenados de ida y vuelta se repartieron todas las semanas bajo la dirección de Jurgen Klopp , finalizados por un piquete de Darwin Núñez y un clip mágico de Mo Salah para una victoria por 2-0.
Desde que Slot sustituyó a Klopp, el plan de juego ha sido más metódico que caótico. Los tiempos del fútbol agresivo y a 160 km/h no son el estilo del holandés.
Qué irónico, entonces, que haya sido necesario un gol en una escapada sacado directamente del manual de Klopp para que encontraran la manera de romper el empate.
Un ataque largo a raíz de un córner del Villa y un remate que amenazó con sacar la red de sus amarras.
Sin duda, fue suficiente para enloquecer a Anfield. Aunque, para ser justos, esa sorprendente victoria ante el Brighton ya había hecho vibrar a este lugar media hora antes de que comenzara el partido en Merseyside.
¿Recuerdas esas famosas veladas europeas de las que hablan con tanto cariño aquí? Pues bien, había un ambiente muy similar a lo que ocurrió anoche, gracias a ese resultado en el estadio Amex.
Fue como si cada Kopite se diera cuenta de que lo que inicialmente creyeron que sería solo un paso más en un viaje de nueve meses, en realidad podría ser un gran paso.
No nos engañemos, había esa sensación en todo momento. Saber que era una oportunidad de abrirle camino al City antes del receso internacional.
Contra un equipo cuyo estado de forma al llegar a la ciudad no podría haber ofrecido un contraste más marcado con los Rojos, después de cuatro partidos sin ganar, los últimos tres de ellos derrotas.
El escenario perfecto para una arremetida en Anfield, pensó uno. Para que el Liverpool saliera de las trampas y dejara a sus oponentes en la lona antes de que se dieran cuenta.
El Liverpool ha puesto a la venta la enorme casa de Jurgen Klopp, valorada en 4 millones de libras, después de que el sucesor de Anfield, Arne Slot, la rechazara.
La única versión que no suele hacer eso es la de 2024-25, que es más mesurada y permite elegir el momento adecuado.
Eso sí, cuando llegan esos momentos, el resultado final es tan devastador como cualquiera de esos días de locura bajo el mando de Klopp, como pudimos comprobar a los 20 minutos.
El Liverpool estaba en realidad defendiendo un córner cuando éste le llegó a Virgil van Dijk a un par de metros de su propia área.
El capitán de los Reds no necesitó detenerse, no necesitó levantar la vista. Sabía que Mo Salah estaría en su bicicleta y le envió el balón más medido al egipcio.
Salah se tambaleó gracias al retroceso de Leon Bailey… pero no antes de haberle pasado un pase a Darwin Núñez.
Y aunque un primer toque bastante fuerte pareció llevarlo demasiado desviado al eludir al portero Emi Martínez, Núñez giró y remató con fuerza el primer gol.
En un nanosegundo, los gritos para que expulsaran a Bailey se convirtieron en gritos de celebración por el avance.
Y también hay que reconocerle el mérito al árbitro David Coote, por dejar que el juego continuara cuando Bailey puso una mano en la espalda de Salah.
Aunque quizás eso sea ser un poco amable con el árbitro, ya que era difícil decir si estaba haciendo señas para que continuara el juego o para señalar que no había habido falta por parte del hombre del Villa.
Gracias a Dios, entonces, Núñez desperdició la oportunidad. No había caso que responder... y ninguna posibilidad de evitar un rayo que casi arrancó la red de sus amarras.
Sólo fue el segundo gol de la temporada en la Premier League para el delantero uruguayo, y diez minutos después realmente debería haber estado celebrando un tercero.
Una vez más, el gol se produjo tras un córner del Villa, y otra vez el balón fue cortado por un rayo. Una vez fue perdonable, pero ¿y una segunda vez? No es de extrañar que el entrenador Emery pareciera estar a punto de explotar.
Seguramente lo habría hecho si el remate de Núñez hubiera sido tan letal como el primero, cuando Salah una vez más lo envió a toda velocidad.
Pero esta vez, a pesar de que el ángulo hacia la izquierda del punto de penalti era mucho más amable, el disparo se fue alto y el Villa volvió a respirar.
Nunca se sintió que el mal volvería a atormentar a Liverpool. Sin embargo, minutos después estuvo a punto de ocurrir.
Nuevamente fue un córner del Villa, pero esta vez el centro de Lucas Digne encontró la cabeza de Amadou Onana, y Caoimhin Kelleher reaccionó con gran habilidad para desviarlo.
Y el portero del Liverpool volvió a hacer lo mismo poco después, cuando Digne lanzó otro balón que habría entrado sin ser tocado si no hubiera estado tan atento.
Tal como lo hizo Ryan Gravenberch cuando se lanzó a bloquear a Ollie Watkins cuando parecía seguro que iba a enterrar el siguiente.
La ventaja se mantuvo intacta, pero no pudieron relajarse hasta que faltaban cuatro minutos para el final. Y, por si fuera poco, fue necesaria otra incursión a toda velocidad para lograrlo.
Hubo una gran dosis de suerte cuando Diego Carlos cabeceó contra Salah a mitad de campo y el delantero del Kop se abrió paso a toda velocidad.
Pero no hubo nada afortunado en su final, esperando a que Martínez se comprometiera antes de disparar al rincón más lejano.
Trabajo hecho –una vez confirmado, con Pau Torres intentando reclamar penalti entre risas en el otro extremo– y cinco puntos de ventaja.