Independiente, el equipo sin nada

En otra actuación prácticamente vacía de todo, el Rojo empató 0 a 0 por octava vez en el campeonato. Esta vez, con Sarmiento.

Lautaro Androszczuk
TyC
Muchas veces pienso que Independiente, por su relevancia e historia tan grandes -para más de uno son un peso, una mochila enorme- hace jugar a los propios con obligaciones que no están acordes a lo que pueden dar. Sin embargo con este plantel, cuerpo técnico y dirigencia veo una pasividad tan pero tan grande que me hace dudar de esa supuesta presión.


Dirigencialmente, el club está en uno de sus peores momentos. En la historia moderna no recuerdo un trinomio con tan pocas ganas de presidir el club como el que ganó hace apenas dos años y hoy sólo dejo a uno que no quiere y a un grupo que acompaña del que mejor ni hablar.

El entrenador no le imprime absolutamente nada de lo que pregona a un equipo que dirige desde hace 17 partidos. No hay dinamismo, no hay intensidad con la marca al rival, no hay orden defensivo, ni mucho menos llegadas claras al arco rival. Independiente, en Junín, ni siquiera fue un conjunto de buenas intenciones. El planteo inicial no alcanzó y los cambios menos. Vaya uno a saber por qué se repiten apellidos que no reúnen ni una razón para seguir entrando. 

El Rojo le jugó a Sarmiento, uno de los peores del año, con temores, parsimonia y una apatía gigante. Por eso no sorprende este 0 a 0, el octavo en 20 partidos, una estadística que ejemplifica lo que es la actualidad decepcionante del Rojo. El objetivo de clasificar a la Sudamericana, que parece poquísimo en la historia, es un montón para esta realidad. El club sobrevive desde 2020 y cada temporada parece jugar peor y competir menos.

Como si fuera poco, nos metemos solitos en polémicas fuera del fútbol. La viveza que no tienen para gambetear y llevarse por delante al rival tampoco la tienen para divertirse en el ámbito privado y por eso son tantos los coletazos. El Rojo sigue flotando en la intrascendencia y en este barco sin dj tampoco hay capitán que se haga cargo, ni marineros que agarren los remos. A nadie de los que pueden cambiarlo desde la dirigencia, el banco o la cancha parece importarles que Independiente no solo no gana sino tampoco está cerca de merecerlo. 

Sigo siendo partidario de no meterme en lo que hacen en sus dias libres, aunque viendo lo que pasa en cada partido cuesta diferenciar las jornadas de trabajo de las de esparcimiento. 

Lamentablemente en el corto plazo no se ven la posibilidades de cambios. No hay una cabeza que lo exija y no alcanza con la gente. El club necesita una figura fuerte o varias que empiecen a marcar el camino de una refundación profunda y cortar con la misma película repetida de los ultimos años: Desidia, desorden y una lógica intrascendencia.

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