Griezmann busca a Griezmann

El francés se muestra en el último mes muy lejos de su mejor nivel. En París se mostró gris aunque en la última jugada asistió a Correa para el gol de la victoria.

Patricia Cazón
As
Que Antoine Griezmann es el mejor jugador del Cholo no está en duda. Ya pasen fichajes, millones o años, que el francés es la luz en el juego y que, depende de como esté así le va al equipo. en París parpadeó, yéndose al oscuro durante muchos minutos. No jugó un buen partido Griezmann, casi desconocido, errático y hasta incapaz de hacer algo que le define: correr cada balón. A algunos ya no llega. Será la edad, ese tiempo que pasa para todos y en su identificación ya dice 33 años. Será ese tobillo, quizá, el esguince que sufrió al temporada pasada en el Inter-Atlético de ida de octavos de final de la Champions y que le lastró el final de la temporada y también la Eurocopa. Parece del todo recuperado, sin dolor ni bolsa de hielo al término de los partidos, pero por buscar el freno que no le permite ser Griezmann.

El partido en París era especial. Por el lugar, su país, ese que del que fue el mejor en la Eurocopa de 2016, el Mundial de 2018 en el que Francia se proclamó campeón del mundo y el de 2022 donde la llevó a la final. A su selección, los Bleus. Y eso que toda su carrera ha sido en España. Allá, al otro lado de los Pirineos, los clubes le rechazaron por bajito. A este lado en la Real Sociedad le dieron la oportunidad tras descubrirle en un torneo de niños. El resto es historia. Parecía el encuentro ideal para que el Parque de los Príncipes se hiciese el del Principito, pero Griezmann apenas remató una vez y no fue portería, completó solo seis pases en el último tercio del campo, intentó un centro, no regateó nunca, tuvo un 70,2% de precisión en el pase en los 94 minutos con 27 segundos que el partido duró. Co pérdidas de balón

Porque Simeone no le cambió. Porque Simeone sabe, que mientras Griezmann busca a Griezmann lo mejor es que juegue aunque sea para pelear pelotazos aéreos porque si algo hace daño a este PSG de Luis Enrique son los jugadores con movilidad, más que los físicos (Sorloth). Y llegó esa jugada, la última del partido. Oblak sacó en largo con la mano para entregarle esa pelota. El francés observó que venía Correa y esperó a que llegase al área para meterle un pase en largo que, tras pasar por el argentino, terminó en la red. El 1-2. La locura. El éxtasis. Tan cierto eso como que el dedo no debe tapar el bosque: el francés no pasa por su mejor momento aunque sume ya seis asistencia (y cuatro goles).

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