El episodio ‘Spreen’: cómo faltarle el respeto a la historia y al futuro del fútbol argentino en un minuto

LA NACION, Cristian Grosso

Un fútbol que no se cuida a sí mismo ni se toma en serio. El fútbol argentino, lleno de ribetes dantescos y ridículos, es capaz de correr sus límites hasta el fango de las extravagancias más absurdas. Un streamer en un equipo de Primera, únicamente con fines promocionales, apareció como el último disparate con una tóxica onda expansiva. La distorsión definitiva, la impunidad de un esperpento a cielo abierto.


La burla en primer plano y frente a una inmensa audiencia. Para pisotear los sueños y el esfuerzo que habitan decenas de pensiones juveniles por todo el país. Para embaucar al torneo, para estafar a los espectadores, para mofarse de todos. Y no importa que no dejó daños en la cancha porque el experimento apenas duró 58 segundos. Ya es lo de menos. La huella queda y el testimonio es espantoso. Ni curioso, ni simpático, ni original. No vale escudarse en eufemismos como bizarro. No, resultó vergonzoso. Una irrespetuosa movida de marketing, con el fantasma de las apuestas merodeando. Lograda la atracción, inevitable en tiempos líquidos de contenidos superficiales, la condena es el único paso reparador.

La salida de Spreen, sin haber tocado ni una sola vez el balón
La salida de Spreen, sin haber tocado ni una sola vez el balónJuan Manuel Báez - FOTOBAIRES

Riestra consiguió su propósito, claro, su nombre alcanzó altísimas viralizaciones. Parece que ya no valen la constancia ni una historia de vida y superación para trascender. La certificación del vacío, la ausencia de los méritos. Pero ‘Spreen’ también se rió de sus millones de seguidores en las plataformas de YouTube, en Twitch, en Instagram, en Twitter y en Kick. No es gracioso, gratificante, ni inspirador.

Es imprescindible algún dique de contención contra el ridículo. De parte de la AFA, de Agremiados, de la Asociación de Técnicos, de alguien con cordura y sensatez. De Deportivo Riestra nada se puede esperar, claro. Tampoco del DT Cristian Fabbiani, que en mayo pasado avaló el debut de Mateo Apolonio, con 14 años y 29 días, sólo para conseguir que retumbe el nombre del club por un récord de precocidad. ¿Alguien supo qué fue de él, de su formación? Cada actor que se quede en silencio deberá cargar con la culpa de volverse cómplice de otra parodia indigna.

El streamer Iván Buhajeruk, Spreen.
El streamer Iván Buhajeruk, Spreen.

Un campeonato devaluado, sin descensos y maltratado por un torpe gigantismo, con reglas borroneadas, con arbitrajes cuestionados y dirigentes serviles, también habilita estos despropósitos. Sin transparencia, rectitud ni ejemplaridad, los desbordes se enquistan. El espejo le devuelve una monstruosa deformación al fútbol argentino. Descontroladamente delirante.

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