Boca da vergüenza
Otra derrota, esta vez con una actitud penosa ante un Lanús que no ganaba hacía tres meses. Gago prueba y no le sale. Y el equipo está peor que con Martínez
Siempre se puede estar peor. Increíblemente. Es muy probable que nadie haya pensado, al momento de la salida de Martínez, que Boca iba a sufrir aun más. Y sin embargo, acá estamos. Peor. Mucho peor. ¿Qué llevaba a pensar en una mejoría? En general, el cambio de aire siempre es positivo. Aunque más no sea un par de partidos. Llega un tipo nuevo y te oxigena, te cambia la energía, te sacude. En este caso, no pasó. No tengo idea de cuan motivador puede ser Fernando Gago puertas adentro: las charlas que se filtraron de sus tiempos de Chivas no me conmovieron especialmente. Si hizo algo, no se nota. Porque Boca, en estos cuatro partidos bajo su dirección, no sólo involucionó futbolísticamente. También lo hizo desde la actitud. Boca es una vergüenza. Boca da vergüenza. Como hinchas -y tengamos en cuenta el contexto- estamos viviendo uno de los peores momentos de los últimos años.
Las responsabilidades, como siempre, van de arriba hacia abajo. Cavani no me representa nada, ni un poco, al menos este Cavani final. No transmite nada, no genera nada, es la nada misma. No interesa cuánta carrera ni cuántos méritos tenga, su pedigree, su historia, su imagen. En Boca es nada. Pero nada, eh. Nada. Rojo puede estar más flaco (al menos perdió la papada), pero es casi un meme del defensor que supo ser. Figal hace lo posible por hacer quedar mal a Gago, que lo elige. Medel hace lo posible por hacer quedar mal a Román, que lo trajo. Advíncula es el negativo de lo que supo ser. Belmonte se ganó la ovación de los de Lanús no bien pisó la cancha: no se sabe si por el recuerdo de lo que fue o porque todos sabían lo mal que iba a jugar -y eso en definitiva es como si todavía tuviera puesta la camiseta granate. A Miramón le queda grande la camiseta, el short, las medias, los botines: es una máquina de cometer errores no forzados.
De los más de 60 centros que le tiró a Riestra -la inmensa mayoría inservibles- a un solo tiro al arco contra Lanús, pasó una semana de trabajo que, se suponía, iba a traer algunos reflejos del juego que pretende Gago. Está claro que no le entendieron. Porque es demasiado lo que les pide el técnico o porque no están en condiciones de dárselo. Lanús, este Lanús golpeado que viene de quedar fuera de la Sudamericana y cuyos jugadores se quejan en voz baja del escaso trabajo que tienen encima, mereció largamente ganarle. Hasta pudo haber hecho algún gol más, si no lo hubiera evitado Brey.
Y para finalizar, el karma. Nuestras acciones tienen consecuencias en esta misma vida, no hay que esperar ninguna reencarnación. El gol de Salvio, uno de los jugadores destratados por esta dirigencia, es karma puro. A ver si se entiende: ni siquiera cabe entrar en la discusión de si estuvo bien o mal no renovarle. Lo boludearon de lo lindo y justo él, que encima viene de una lesión -una más-, nos abrochó. En el mismo equipo estaban Bou -usado como moneda de cambio- e Izquierdoz, otro de los que debieron irse lamentablemente por la puerta de atrás para darles lugar a los Zambrano, a los Roncaglia, a los Valdez. Nosotros, en cambio, pagamos unos cuantos millones por Belmonte.
Cero de cuatro: Gago aún no ganó en cuatro partidos. Seamos justos: clasificamos a las semi de Copa Argentina, aunque fue gracias a Brey y a Gayoso, que volvió para estudiar a los pateadores. Un partido de 11 ganamos como visitantes en el torneo. Cuatro en total desde que empezó el año. En la tabla anual estamos a siete puntos del último que está entrando a la Libertadores -a esta altura deberíamos plantearnos para qué carajo queremos entrar, ¿para pasar más papelones? En esta Liga estamos 17°, a apenas 14 puntos del puntero Vélez. Todo esto es por si alguno necesitaba ponerle cifras a este desastre. No hace falta. Ningún número explica la vergüenza que sentimos cada vez que lo vemos jugar.