ATLÉTICO DE MADRID Julián, la luz en el abismo
El Atlético sigue dejando malas sensaciones y sufriendo en los partidos. La evolución del argentino es una de las pocas noticias positivas. Más cómodo.
Simeone tuvo que recurrir a su fondo de armario. Se había llevado todo a la primera ronda de Copa consciente de lo que podía ocurrir. El Atlético está en barrena y ahora mismo no hay partido fácil. Ni aunque el propio filial esté tres categorías por encima del rival y hasta los chicos de Torres deberían haber goleado. El Cholo no se fiaba con motivo. En el minuto 57 encendió en el cielo la Batseñal: dio entrada a Julián Alvarez. Un campeón del mundo sin temor a bajarse al barro. Y en el 66 a Griezmann, el modelo perfecto para el argentino en una dupla que se busca y comienza a entenderse sobre el campo.
Como ante el Betis, Julián fue una de las pocas vías de juego rojiblanca. Se situó entre líneas, una zona indetectable para el rival. Cada vez parece más claro que no es un nueve y que tiene que jugar con libertad sin fajarse de espaldas contra los centrales. Tampoco pegado a la banda. No estaba Sorloth, pero fue Correa el punta que fijaba y Julián el que bajaba a recibir e intentar dar claridad al juego. La sensación es que, si le llegan balones, el argentino es diferencial. El segundo fichaje más caro de la historia, pero con una gran diferencia respecto a João Félix: la actitud sobre el césped.
Julián muerde, aprieta y suda la camiseta con sus coberturas, ayudas y lectura del fútbol. Su entrada dio otro aire al equipo. Y cerró el partido con el gol desde el punto de penalti y la sentencia con recorte en el área y remate al palo largo. Sus seis goles le convierten en el máximo anotador de la plantilla. Si bien es cierto que el Vic no debe ser un listón para medirle, el nivel del equipo contra un sexta categoría le volvió a hacer sobresalir como un oasis en el desierto. Contra el Betis había vuelto a estar más activo, de lo poco potable del once. Intuitivo, proactivo, intentándolo... Al igual que con su gol al Lille. Julián crece pese al bajo rendimiento del equipo. El clavo al que agarrarse, la luz a la que mirar, el futbolista al que potenciar.