Un sargento murió preparando el encendido de la Navidad en Venezuela pero la Fuerza Armada siguió celebrando al ritmo de tambores
El trágico fallecimiento de José Gilber Vizcaya Laya ocurrió tras la atropellada orden que dio Nicolás Maduro de arrancar con las fiestas en octubre, cuando tradicionalmente es en diciembre
Su cuerpo fue velado con el ataúd sellado porque los juegos pirotécnicos le destrozaron la cabeza. Sobre su urna tres de sus implementos militares, uno de ellos la gorra de la Dirección de Armas y Explosivos (DAEX), y también la bandera tricolor del país que juró defender.
Se ha hecho una perniciosa costumbre en la Fuerza Armada hacer silencio ante los hechos trágicos que ocurren con jóvenes cadetes o militares, oficiales subalternos o tropa alistada o profesional, sean accidentes, asesinatos o suicidios. Contrario a eso se le hacen honores, algunos exagerados, a altos oficiales privilegiados de la revolución.
La trágica muerte del S1 Vizcaya Laya ocurre por la atropellada orden que dio Nicolás Maduro de arrancar con la Navidad en octubre, cuando tradicionalmente es en diciembre. La intención es dar una imagen de naturalidad y festividad en el país, para acallar con un manto de celebración, miles de voces, que dentro y fuera del país protestan por el fraude electoral que da a Nicolás Maduro como triunfador de las elecciones que en realidad ganó la oposición con Edmundo González Urrutia.
La Fuerza Armada no está investigando lo ocurrido con el joven sargento plaza del DAEX, mucho menos prevé dar una explicación, cuando ni siquiera pospusieron la celebración y, aun con los restos ensangrentados del joven, continuaron la celebración.
Los otros muertos
El ministro de la Defensa, quien también es Vicepresidente Sectorial de Defensa y Soberanía, General en Jefe (Ej) Vladímir Padrino López, acompañado del Alto Mando Militar, se reunieron en la Escuela de Infantería G/J Rafael Urdaneta en Fuerte Tiuna, desde donde autorizó el encendido de la Cruz de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), celebrando la llegada de la Navidad 2024, como ordenó Nicolás Maduro Moros.
Padrino, ni siquiera por respeto o consideración a la familia, mencionó al joven sargento Vizcaya, cuya sangre aún estaba fresca. Se enfrascó en destacar la tradición del encendido de la Cruz, que se inició desde 1950, con la coletilla de que símbolo del cristianismo para que alumbre el alma, corazón y cada hogar de la familia militar venezolana.
El alto oficial, en un contacto de televisión, también presenció el encendido de los pesebres desde el patio de las Academias Militares de la Universidad Militar Bolivariana; ahí estaban los Cadetes, con sus familiares, inocentes de lo que había ocurrido, por lo que se dedicaron a festejar gaitas y tambores.
El GJ Padrino López, con su reiterado discurso de defensa de la democracia, soberanía, institucionalidad y Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, dijo que ha sido un año de arduo trabajo. Y agradeció a Jesucristo para que le siga dando “sabiduría, buena fe, solidaridad y tolerancia; sigamos construyendo una sociedad de bien, proyectada al futuro con sus propias virtudes”.
También se dirigió a sus compañeros de armas, asegurando que “hemos estado construyendo centímetro a centímetro, un camino victorioso de la paz. Esa familia que está ahí afuera que los ve y observa, nos agradece”.
En su retórica dijo que reconocía la destacada labor de cada soldado del Ejército, de cada soldado marinero que protege los espacios marítimos, de cada aviador militar que surca los cielos, de cada miembro de la Guardia Nacional Bolivariana en los puestos fronterizos, así como cada miliciano.
Y, aunque la muerte, en el corazón del Fuerte Tiuna, del joven sargento Vizcaya no fue motivo de una sola palabra, Padrino sí se refirió a los muertos en Gaza y el Líbano: “Pedimos a Dios que ilumine a esos pueblos para que se emancipen sin violencia y sin guerra; se emancipen en medio de la tolerancia y la solidaridad”.