REAL SOCIEDAD 1 - ATLÉTICO 1 / Sucic remata la semana negra rojiblanca
El txuri-urdin logra en el 83′ romper la defensa rojiblanca, tras una fea pérdida de De Paul, para empatar el gol en el primer minuto del partido de Julián Alvarez.
Un Galán más que recuperado para la causa, se la dio a Griezmann con un pase en largo que, de tacón exquisito, el francés sirvió franco al argentino para que, con la izquierda, cosiera y cantara. El Cholo respiraba, aliviado. Lo malo es que tenía 89 minutos por delante para defenderlo. Porque eso fue lo que hizo. Ovillarse y moonwalker hacia tierras de Oblak. Lenglet no temblaba en sus primeros minutos como rojiblanco, bien en defensa y con el balón. Del regreso de Barrios, poco. El Atleti no tenía la pelota, regalando el cuero y tres cuartos de campo. Su único juego comenzó a ser saques en largo de Oblak. Y ya. Su mapa de calor a los pies de Remiro daba frío.
Y, mientras, en el área contraria, Zubimendi, que volvía a una Real con diez cambios con respecto al jueves, no dejaba de mover la batuta, Kubo corría afilado en busca de espacios y Becker lo intentaba mucho pero siempre sin poesía y con un mismo final: o la muralla de espaldas rojiblancas o los guantes de Oblak, que han vuelto a embalsamarse en milagros. Lo demostró en un doble remate en un córner, primero ante Zubimendi, ante el que voló, y después de Aguerd, al que repelió como siempre se recordará que lo hacía Oblak. Puro reflejo y prodigio, rivales hartos de estamparse en su látex. A pesar del control, y que el Atleti hubiese renunciado al cuero y al espacio, hasta el descanso, los de Imanol no pudieron materizalizar su dominio en más ocasiones que otro disparo de Kubo, un latigazo por abajo, que, cómo no, terminó en Oblak. Ayer de verde. Verde esperanza. Verde calma. Verde pesadilla para todos los jugadores de Imanol. Todos menos Kubo.
Porque el japonés es uno de esos futbolistas tocados con varita, capaces de cambiar el rumbo de un partido y, bajo la lluvia fina que iba cayendo en Donosti, iba sumando ataques por si alguno arraigaba. Cuando llueve algo siempre queda. Kubo fue protagonista del final de la primera parte y del inicio de la segunda, a la que saludó con un buen recorte en la frontal mal ejecutado. Zubimendi se movía deslumbrante ante quien tanto le quiso este verano.
El partido seguía en la misma senda. La Real que apretaba sin ahogar. El Atleti que resistía con un Nahuel redimido, un Lenglet que iba a falta por jugada y un Galán que ha sabido callar y esperar una oportunidad que merecía. Honor a todos los futbolistas que son como él. Vivió un duelo particular con Kubo en el que Grizi le ayudaba. El Atleti comenzó a gotear ocasiones después de que Oyarzabal se quejase de un pisotón de Giménez. Pero Nahuel remataba alto esa pelota que Grizi le había dejado franca al primer toque y una carrera en la que le faltó esa chispa de antaño, en los tiempos en los que tenía el pelo del color de un daiquiri de fresa. La siguiente vez que Oyarzabal salía en el plano, Galán le birlaba el balón cuando ya tenía la pierna cargada para dispararle a Oblak a un metro. Si en el derbi se ganó minutos, ayer en Donosti pudo ganarse el sitio en ese carril zurdo al que ni Lino ni Roro terminan de atar.
El frenesí y ocasiones dispares dominaban las áreas. La Real percutía, el Atlético amenazaba a las contras. Pero, con los cambios, Simeone introdujo a De Paul por Gallagher y fue como ponerse una pistola en la sien. En uno de esos días que sale sin tensión, el 5 le regaló a la Real una pelota en la salida y lío. De Oyarzabal a Sucic, que disparó allá donde Oblak no llegaría: la escuadra. 1-1. Era el 83′. La insistencia tuvo su premio. El Atleti no aguantó los 90. Kubo rascó en cada carrera desde ese momento al final, llenando de nervios a un Atleti que se marchó sintiendo que, aunque sumara un punto, en realidad perdía dos. Antes de este largo parón de pensar.