NATIONS LEAGUE | ESPAÑA 3 - SERBIA 0 / Otra España, el mismo baño

Un golazo de falta de Baena cierra un recital con tantos de Morata y Laporte. España sigue líder y clasificada para cuartos de final.

Héctor Martínez
As
Jovan Stankovic, que de fútbol sabe algo, dejó en AS, en vísperas del partido, una frase de esas que van directas al titular de la página, edite quien edite la entrevista: “España va a pasar por encima de Serbia”. Dicho y hecho. En cuatro minutos quedó patente la fragilidad del mentón serbio, que de ahí en adelante vagó por el ring lanzando golpes que se perdían en el aire. ¿Resultado de ese caos? Un 3-0 que sirve para refrendar el liderato de España y clasificarla matemáticamente para los cuartos de la Nations League. Preguntaremos al bueno de Jovan cómo nos ve en futuros compromisos, a poder ser en los verdaderamente grandes, Un Mundial, por ejemplo. A ver si vuelve a clavar el pronóstico.

Stankovic acertó en el repaso y eso que el guion del partido se antojaba imprevisible ante las muchas ausencias a las que tenía que hacer frente la actual campeona de Europa. Lamine fue el último en caer fruto de la sobrecarga muscular sufrida en el duelo del pasado sábado ante Dinamarca en Murcia. España cambió de ropa, a eso obligaban las bajas. Sin extremos a la vista debido a las ausencias por lesión de Lamine Yamal y Nico Williams, el equipo perdía sus alas pero no su vocación ofensiva. Eso sí, el conducto de alimentación de Morata, de nuevo punta de ataque de La Roja, cambiaba respecto a anteriores partidos. La gran novedad en esa puerta ofensiva la representaba Baena. De un tiempo a esta parte está en boca de muchos. Primero, por su buen hacer en la Selección olímpica que conquistó el oro en París, después por el interés del Atlético de Madrid por hacerse con sus servicios. Lo cierto es que el centrocampista del Villarreal tiene aire para gustar a Simeone, es un jugador con talento e igual depósito de energía, que empuja, mete el pie, tiene gol y no da un balón por perdido. ADN rojiblanco, sin duda.

Dragan Stojkovic, mientras, recuperó parte del descaro del que hacía gala cuando era futbolista, aquel que nos mató con dos goles en el España-Yugoslavia del Mundial 1990, el que también exhibía en aquel Estrella Roja que tanto bueno hizo en los inicios de los años 90. El técnico optó por dos delanteros de inicio para dejar ojipláticos incluso a los periodistas serbios que viajaron hasta Córdoba. Una apuesta inédita. Los cinco defensas se daban por descontado, así que la bicefalia ofensiva no era más que un primer paso para poder crear peligro en cuanto España dejara de monopolizar el balón. El problema es que los pupilos de Luis de la Fuente sufrían hoy de pelotitis aguda y llevaron la iniciativa desde el minuto uno al noventa.

Ocasiones con el sello de la Real

En el 4, como decíamos, llegó el 1-0, sin apenas despeinarse. El balón servido desde la derecha por Porro le cayó cómodamente a Laporte, cuyo cabezazo batió a Rajkovic. Ni rastro de quien fuera portero del Mallorca, que careció de los reflejos necesarios para evitar ese gol que abría el melón. Y un tanto que inició la catarata de remates por parte de La Roja. En apenas dos minutos, los que van del 16 al 17, Oyarzabal y Merino, este en dos ocasiones (incluso con un cabezazo al palo), pusieron en aprietos a Rajkovic.

Arreciaba la lluvia y las ocasiones en Córdoba, donde la Selección disputaba el segundo partido de su historia, el primero de carácter oficial. Stojkovic se giraba hacia el banquillo no sabemos si buscando una solución o cobijo ante el agua, que caía a conciencia, jarreaba entonces, pero Serbia no supo reaccionar. Aguantó de nuevo ante dos ocasiones de Zubimendi y Oyarzabal (sí, todo el veneno tenía color txuri-urdin por más que Merino juegue ahora en el Arsenal...) y llegó al descanso con un honroso 1-0 en contra y la sensación de alcanzar la orilla sin haberse ahogado.

Pero para Serbia seguía lloviendo, literal y metafóricamente. En el 46, Baena y Morata ya habían amenazado con marcar el 2-0, que pudo haber llegado en el 52′ tras una mano de Birmancevic que Daniel Stefanski castigó como penalti pese a las protestas de los jugadores balcánicos. Lo lanzó Morata, a quien la grada había mostrado todo su cariño, pero lo lanzó a las nubes, las mismas que mojaban el Nuevo Arcángel. Ni siquiera ese revés hizo flaquear a La Roja, que lo siguió intentando (30 remates locales al final del partido por solo tres visitantes), tampoco al propio Morata. El del Milan se reivindicó al rematar con un zurdazo la excelente asistencia de Fabián en el minuto 65. Un golazo de puro nueve, de un chaval que suma 37 ya con la Selección absoluta, a uno solo de Fernando Torres.

El presagio de lo que vino poco después, una falta mágica botada por Baena desde la frontal del área que se coló por la escuadra de Rajkovic. Un tanto con el que se cerraba felizmente la noche. El liderato y el pase a cuartos de final están en el bolsillo, un nuevo premio para esta España que suma y sigue se ponga quien se ponga su camiseta.

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