Modric, contra la nostalgia

El croata, en estado de forma óptimo, completó una gran segunda parte ante el Dortmund y llega lanzado al Clásico. En Inglaterra se rinden a su nivel.

Fernando S. Tavero
As
Modric no entiende de complacencia. “Quiero renovar porque me lo merezca, no porque me lo regalen”. Un leitmotiv que le ha acompañado en las dos últimas extensiones. Al estampar la última firma aceptaba que su rol cambiaba. Ya lo había ido interiorizando poco a poco durante el curso. Ello no significa conformismo. Al contrario. El tiempo avanza, aunque le pese (”no me gusta que me recuerden siempre la edad”), los hitos caen. Ante el Celta superó a Puskas como el más veterano de la historia del Madrid, al pisar verde con 39 años y 40 días. Pero su fútbol no caduca. Lo demostró en Balaídos, con una asistencia que enloqueció al receptor. “¡Vaya pase!”, le agradeció Vinicius. Tres días después del récord, volvió a sacar el violín. Si en la primera parte ante el Dortmund le costó, como a todo el equipo, tras el refrigerio todo cambió. Global e individual.

Modric y Vinicius celebran el gol de la victoria en Balaídos.
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Modric y Vinicius celebran el gol de la victoria en Balaídos.Miguel VidalREUTERS

Desde Inglaterra, en una estupenda columna de Sid Lowe en The Guardian, se rinden a su nivel. “Hay una razón por la que Modric todavía está vigente y no es nostalgia. Ni los partidos jugadores y ni los 27 trofeos ganados, aunque sean más que nadie. (...) Es algo más sencillo: todavía lo tiene”. Eso desniveló el triunfo ante el Celta. Eso le permitió ser frente a los borussen el jugador, junto a Rodrygo, que más pases en el último tercio completó (27), colgar más centros que nadie (siete) y ser el futbolista de campo con más recuperaciones, nueve. Sin ser un partido de matrícula, Modric estuvo notable en los minutos de la remontada. Robando y generando, rompiendo líneas, dinamizando a un Madrid con más culturistas que flautistas en la sala de máquinas. A orillas del Clásico, Luka ha remado para llegar en un excelente estado de forma. Y para disparar sus opciones en la pizarra inicial de Carletto.

A más

Rendimiento alcista de la mano de una importancia creciente. Suplente en las dos primeras jornadas de Liga y de Champions y en la Supercopa de Europa, el panorama ha cambiado. En competición doméstica ha salido de inicio en cinco de las últimas ocho citas y en la máxima competición continental, en un día D, la reedición de la pasada final de Champions tras haber patinado en Lille, Ancelotti entregó la batuta al 10. Ni Camavinga ni Tchouameni. Confianza en los pulmones y las piernas del croata. La respuesta, brega y esas nueve recuperaciones citadas. Ya es el duodécimo en minutos (660′). Y creciendo. Con el añadido de Croacia, donde no descansa: 347 minutos, descansando sólo 13′, entre los dos últimos parones. Eso sí, sus presencias con la ajedrezada, en lugar de restar, le llenan el tanque.

Todo ello sin sufrir percances serios desde 2017. Una fractura de tobillo que le hizo perderse ocho partidos. Después, el siguiente techo son los cinco que causó baja a finales de 2021 por molestias en los aductores. Desde entonces, no más de dos encuentros de ausencia por lesión de manera consecutiva. ¿El secreto? Antes del Mundial de 2018 potenció el cuidado de su mente y su cuerpo. Dieta exhaustiva, cuidado milimétrico de los detalles y preparación física paralela a la realizada con el Madrid. Sin dejar nada al azar. Rutinas perennes que permiten a Modric rebelarse contra la nostalgia.

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