José Mujica: “Inglaterra fue el garante de la independencia de Uruguay”
El ex mandatario uruguayo brindó una entrevista en la que habló de las guerras en Europa y Medio Oriente, la realidad política y económica de América Latina, su pasado como militante marxista y hasta de la obsolescencia programada
Al preguntarle sobre los ataques entre Israel e Irán, Mujica no evitó cuestionar las motivaciones subyacentes. “Detrás de ese ataque, ¿no estarán buscando un conflicto con Irán?”, se preguntó, sugiriendo que el enfrentamiento formaba parte de un cálculo mayor. Mujica destacó que la muerte de un alto mando iraní por parte de Israel anticipaba inevitablemente una represalia: “Era obvio que iba a generar una respuesta. Y esa respuesta era buscada”. Sin embargo, expresó sorpresa por la estrategia utilizada por Irán: “Pensé que Irán usaría otra vía, como el Estrecho de Ormuz, pero cayó en una trampa”.
Para Mujica, el escenario es alarmante: “Es muy peligroso, porque Irán no es un país secundario. Es importante en términos de recursos, tecnología y ubicación estratégica. Gran parte del petróleo mundial pasa por allí, y esto afectará de inmediato al mercado energético”.
Mujica conectó esta situación con la guerra en Ucrania, otro conflicto que, a su juicio, pudo haberse evitado. “Esta guerra tuvo 15 años de incubación y advertencias claras. Putin puso tanques en la frontera y esperó. No pasó nada. Ahora me pregunto si nos dirigimos hacia una catástrofe. Nadie sabe si terminaremos con explosiones nucleares”.
En este contexto, lamentó la fragmentación de América Latina, señalando que el continente sigue dividido en posiciones individuales. “El sueño de unidad viene de Simón Bolívar, pero no tenemos peso internacional porque cada país sigue su propio camino”. Esta falta de cohesión quedó en evidencia durante la pandemia de COVID-19: “Somos el 6,7% de la población mundial, pero sufrimos el 30% de las muertes. No hubo una reunión de presidentes para hacer una propuesta continental a las farmacéuticas. Nos balcanizamos; cada uno hizo lo que pudo”.
En otro tramo del artículo, el periodista Matt Kennard hizo un repaso por los eventos que llevaron a la independencia uruguaya: explicó que a lo largo del siglo XIX, surgió como una nación independiente en medio de tensiones regionales y maniobras diplomáticas que involucraron a Brasil, Argentina y el Imperio Británico. El Tratado de Montevideo, firmado en 1828 con la mediación del diplomático británico Viscount Ponsonby, consolidó un estado que actuaría como zona de amortiguación entre dos potencias rivales. Pero la historia de esta independencia estuvo marcada no solo por los conflictos militares, sino también por el papel decisivo que Inglaterra desempeñó en la economía del joven país.
El control del Río de la Plata fue motivo de enfrentamientos entre España, Portugal y Gran Bretaña desde finales del siglo XVIII. En medio de la guerra anglo-española, que se extendió entre 1796 y 1808, los británicos lanzaron en 1806 una ofensiva contra Buenos Aires, logrando ocupar la ciudad. Sin embargo, la victoria fue breve: fuerzas provenientes de Montevideo organizaron una ofensiva que liberó la capital rioplatense.
Un año después, en 1807, los británicos dirigieron un segundo ataque, esta vez con una fuerza de 10.000 soldados, tomando control de Montevideo. Aunque lograron consolidar su ocupación en esa ciudad, fracasaron nuevamente en sus intentos de retomar Buenos Aires, dejando la región en una situación de tensión constante entre potencias europeas y emergentes movimientos locales.
La independencia uruguaya comenzó a tomar forma en mayo de 1825, cuando un grupo revolucionario conocido como los Treinta y Tres Orientales desembarcó en la costa oriental y avanzó hasta Montevideo, declarando un gobierno provisional. La joven asamblea provincial proclamó entonces la secesión de la provincia Cisplatina del Imperio de Brasil y su adhesión a las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Esta decisión desencadenó una guerra con Brasil que se prolongó durante tres años, en la que ambos bandos disputaban el control sobre el estratégico territorio que hoy forma parte de Uruguay. La contienda reveló el frágil equilibrio de poder en la región, con Argentina y Brasil luchando por imponer su influencia en la zona del Plata.
En 1828, tras años de desgaste militar y tensiones políticas, las potencias enfrentadas acordaron firmar el Tratado de Montevideo. Este pacto, supervisado por el diplomático británico Viscount Ponsonby, estableció un estado independiente en el territorio en disputa, con el fin de evitar futuras confrontaciones entre Brasil y Argentina. El joven estado uruguayo actuaría como un territorio de amortiguación entre las dos naciones, garantizando cierta estabilidad en la región.
Ponsonby fue una figura central en este proceso, pues su intervención diplomática convirtió al Reino Unido en un garante de la independencia de Uruguay. “Inglaterra calculó muy inteligentemente que toda la costa atlántica estaría en manos de dos países, lo que no le convenía porque Uruguay está a la salida de los grandes ríos”, dijo Mujica. “Inglaterra siempre se caracterizó por tener poder en lugares clave, ¿no? Por eso fue allí al Estrecho de Magallanes, a las Malvinas y a Gibraltar”.
Mujica concluyó: “Es garante de nuestra independencia, siempre se lo digo a los embajadores”.
Para Mujica, Uruguay fue tratado de manera privilegiada por Inglaterra en sus relaciones comerciales, algo que marcó profundamente la historia económica del país. “Éramos tributarios. Sabemos que fue la primera expresión del capitalismo moderno que ocurrió en Uruguay”, sostiene Mujica, subrayando la importancia de estas relaciones.
Uno de los principales productos que conectó a Uruguay con los circuitos globales del Imperio Británico fue la carne enlatada, o corned beef, elaborada en el país y distribuida en rutas comerciales que pasaban por India, Australia y Sudáfrica. “Donde iba el Imperio Británico, llevaba la carne enlatada que se producía aquí”, explica Mujica, remarcando cómo Uruguay se convirtió en una pieza fundamental del comercio imperial británico.
Durante las primeras décadas de su existencia como estado independiente, Uruguay experimentó una situación económica que lo distinguía del resto de América Latina. Según Mujica, hasta la década de 1940, Uruguay disfrutaba de un nivel de riqueza per cápita comparable al de Bélgica o Francia. La prosperidad económica derivada de las relaciones comerciales con Inglaterra contribuyó a un bienestar que, por un tiempo, colocó al país en una posición privilegiada dentro de la región. “Las relaciones de intercambio eran bastante buenas”, apunta Mujica, refiriéndose a un periodo en el que la economía uruguaya se benefició de la estabilidad proporcionada por los vínculos comerciales con el Reino Unido.
De guerrillero a estadista: lecciones de la cárcel y evolución ideológica
Mujica habló abiertamente sobre su tiempo en la cárcel durante la dictadura militar uruguaya (1973-1985), donde pasó siete años en aislamiento. “No tener libros me obligó a pensar. Cuando era joven leía mucho, pero no había reflexionado sobre lo que había leído. En la soledad de la cárcel, comencé a pensar”. Esta experiencia marcó su vida y lo llevó a replantearse algunas de sus convicciones más radicales.
Con el tiempo, Mujica abandonó el leninismo, convencido de que había fracasado. “Las tesis leninistas abrieron la puerta a una nueva burocracia”, reconoció. Aunque sigue identificándose con el socialismo, aclaró: “No creo que el socialismo pueda desarrollarse en sociedades pobres, aunque eso no significa que las sociedades ricas lo vayan a ser”.
Su experiencia en el Gobierno, las críticas al consumismo y el tiempo libre como base de la civilización
Durante su presidencia (2010-2015), Mujica legalizó la marihuana y el aborto, dos medidas impopulares en sectores conservadores. Sin embargo, subrayó que esas decisiones respondieron a la necesidad de acompañar los desafíos de la gente común. “No podemos aislarnos de los problemas que enfrenta la sociedad. Tenemos que vivir sus vicisitudes junto a ellos”.
El Frente Amplio, la coalición de izquierda que él ayudó a construir, fue parte fundamental de su proyecto. “Nuestra lucha no empezó con nosotros ni termina con nosotros. Hay que pasar la antorcha a las nuevas generaciones, porque mientras haya vida, habrá lucha”.
Mujica lanzó duras críticas al consumismo y a la concentración de la riqueza. “El problema es que el mundo es más rico que nunca, pero también más desigual. El peor aspecto del consumismo es que degrada la naturaleza. No necesitamos tanto desperdicio para vivir”.
También cuestionó la obsolescencia programada, describiéndola como una práctica absurda: “Fabricar cosas diseñadas para durar poco es una locura”. Mujica lamentó que el capitalismo haya transformado el consumo compulsivo en un modo de vida que amenaza la libertad: “Cuanto más sobrio vivas, más tiempo libre tendrás para dedicarte a lo que quieras”.
Para Mujica, el tiempo libre es el fundamento de la civilización. Comparó la sociedad moderna con la Atenas clásica, donde los ciudadanos, al no trabajar, tenían tiempo para filosofar y crear. “Ahí nació el teatro, la comedia, la filosofía, la democracia. Todo eso fue posible gracias al ocio”.
En el cierre de la nota, criticó que el capitalismo actual absorba la vida de las personas para cubrir necesidades creadas: “Nos mantiene enganchados al consumismo y no deja espacio para cuestionar nada”.
“Lo más importante es vivir feliz, según lo que llevamos dentro”. Para él, la verdadera libertad radica en no dejarse atrapar por el consumo. “Si multiplicas tus necesidades, adiós libertad”.