La respuesta ordenada por Benjamín Netanyahu podría continuar durante todo el fin de semana
Fabián Calle, InfobaeTal como se esperaba, este viernes 25 de octubre Israel lanzó diversos ataques a instalaciones militares y de los Guardianes de la Revolución de Irán.
Algunas docenas de impactos en la periferia de Teherán y otras zonas de
ese país así como en Siria e Irak. La ofensiva fue en respuesta al
lanzamiento de un estimado de 181 misiles balísticos iraníes a
principios del presente mes. En dicha oportunidad, un 40% de los mismos
lograron impactar en suelo Israelí, uno de ellos, a 400 metros del
cuartel general de la Mossad.
En abril,
cuando por primera vez el régimen iraní lanzó contra Israel más de 300
misiles balísticos relativamente anticuados, drones y misiles cruceros
fáciles de derribar por parte del Domo de Hierro, EEUU, Arabia Saudita y
otros aliados, la tasa de impacto fue de solo el 1 por ciento. El
motivo para aquella operación, según el régimen de los Ayatollahs fue
el ataque de Israel a su sede diplomática en Damasco. En dicha ocasión,
Tel Aviv se limitó a atacar un radar de defensa aérea en la estratégica
área de Natanz, lugar clave del programa nuclear de Irán, transmitiendo
un claro mensaje acerca de que, llegado el caso, en otra ocasión los
blancos podrían ser los de ese mismo programa.
Volviendo
al presente, desde al menos hace 72 horas por diversos medios y fuentes
periodísticas ligadas a los EEUU y a Israel se destacaba que era inminente la respuesta ordenada por el gobierno de Netanyahu. Un largo preaviso para Irán, así como para todos los actores involucrados.
También,
hasta el momento se cumple la premisa que se evitaría atacar áreas
claves como petróleo, instalaciones nucleares, centrales eléctricas así
como buscar eliminar líderes políticos y religiosos de primer nivel. En
otras palabras, seguir dañando la imagen de la administración
Biden-Harris como incapaces de parar las guerras simultáneas en Gaza,
Líbano e Irán, pero evitando una crisis del precio del petróleo días
antes de las elecciones en los EEUU y cruzar una clara línea roja
establecida por Teherán, tal como es la preservación de su programa
nuclear que, según destacadas fuentes internacionales, está a pocos días
de tener la cantidad de uranio enriquecido a más del 90% apto para
construir alguna cantidad limitada de cabezas nucleares de uso bélico.
La
estimación es que algunas oleadas más de ataques con aviones, misiles
balísticos y de crucero israelíes podrían continuar durante el fin de
semana. La clave será observar la respuesta de Irán. Si absorbe el
impacto y se limita a realizar un ataque menor al de comienzo de
octubre, buscando evitar víctimas civiles y áreas sensibles como
instalaciones nucleares o petroquímicas en Israel, el espiral de
escalada podría moderarse sustancialmente.
Frente
a un pronto cambio de gobierno en los EEUU y las mayores chances para
un firme aliado de Israel y un duro con Irán como es Trump, Teherán
tiene incentivos a no tirar de más de la soga al riesgo que la misma se
corte y que, en fechas relativamente cercanas, Washington y Tel Aviv
decidan finalmente darle una solución radical al avance de Irán en
materia nuclear.
Algo
que también podría ayudar a limitar los costos reputacionales para el
régimen fundamentalista serían las renovadas negociaciones para poner
fin a la guerra en Gaza a cambio de un amplio salvoconducto para los
combatiente de Hamas y la simultánea liberación de los rehenes israelíes
que aún se encuentran en manos de la organización terrorista.
De
esa forma, tanto Irán como Hezbollah podrían decir que, durante más de
un año, respaldaron a Hamas frente a los ataques israelíes y que así
cumplieron con su palabra, dejando la pelota de lado de Israel sobre seguir con operaciones militares en los diversos frentes.