En los estados pendulares, las autoridades se preparan para las teorías conspirativas y la violencia
Con las elecciones estadounidenses a la vuelta de la esquina, la preocupación por la seguridad y la transparencia del proceso electoral ha cobrado un protagonismo inusual
En Filadelfia, los recuerdos de los conflictos de 2020 han llevado a una remodelación radical del centro de recuento de votos, ahora rodeado de cercas con alambre de púas. Además, las oficinas electorales de Detroit y Atlanta cuentan con paneles de vidrio a prueba de balas y refuerzos adicionales. El entrenamiento del personal electoral se ha intensificado, con énfasis en técnicas de desescalada en estados como Wisconsin, donde algunos centros de votación han sido rediseñados para asegurar rutas de evacuación rápidas en caso de incidentes con manifestantes. En Detroit, el recuento de votos por correo se trasladará a una ubicación segura en un centro de convenciones del centro de la ciudad, protegido con guardias armados. Según Daniel Baxter, jefe de operaciones de voto ausente en Detroit, se están preparando “para lo peor esperando lo mejor”.
La desinformación sigue siendo un desafío crítico. En Arizona, estado que fue un punto neurálgico de afirmaciones infundadas en 2020, el equipo de la Secretaría de Estado trabaja junto con autoridades locales para responder a posibles manipulaciones de imágenes y videos profundos o “deep-fakes”, que han sido diseñados para crear la apariencia de un fraude inexistente.
Pensilvania ha renovado sus estrategias de difusión de resultados con el objetivo de reducir el margen de tiempo en el que se propagó la desinformación en 2020, cuando miles de boletas aún no se habían procesado. Con una previsión de más de 225.000 boletas por correo para este año, la ciudad ha invertido en maquinaria avanzada para abrir y escanear sobres rápidamente, esperando que este cambio logre acortar el intervalo de tiempo para dar a conocer los resultados finales, clave para desmentir teorías de conspiración.
Filadelfia, Atlanta y Detroit, ciudades con mayoría demócrata en estados estratégicos, se encuentran en el centro de un ambiente político caldeado, exacerbado por declaraciones de Donald Trump que en el pasado sugirieron fraude en estas localidades.
En 2020, en Detroit, sus partidarios intentaron detener el recuento de votos golpeando ventanas y exigiendo el cese del conteo. En respuesta, la ciudad ha fortalecido sus oficinas de votación y establecido protocolos de seguridad en colaboración con las fuerzas del orden locales y federales. En una reunión de septiembre, una funcionaria del Comité Nacional Republicano instó a voluntarios a “no confiar” en Detroit, comentario que fue recibido con preocupación por autoridades que ven en ello un intento de generar desconfianza hacia el sistema en una ciudad de mayoría afroamericana.
La posibilidad de un resultado electoral ajustado es uno de los mayores temores de los funcionarios electorales en este ciclo. Los conflictos judiciales sobre pequeñas cantidades de votos disputados podrían prolongar los resultados y avivar las tensiones entre partidarios de ambos lados.
El Comité Nacional Republicano ha lanzado decenas de demandas en contra de las prácticas electorales, lo que ha generado sospechas de que se estén preparando para impugnar cualquier posible derrota.
Observadores republicanos capacitados han sido instruidos para realizar un escrutinio exhaustivo del proceso de conteo, muchos de los cuales han manifestado abiertamente su desconfianza en los resultados de 2020.
La comisionada demócrata de Filadelfia, Lisa Deeley, afirmó que, aunque los funcionarios no pueden prever lo que Trump y sus aliados puedan declarar la noche de las elecciones, sí están comprometidos a contrarrestar con datos cualquier campaña de desinformación.