COPA LIBERTADORES / Brasil, un dominio sin fin
Los clubes brasileños vuelven a dominar la Copa Libertadores, donde ocuparán de nuevo las dos plazas de la final. Su poderío parece inagotable por diferentes motivos.
Resulta inimaginable pensar que cualquier otro país del planeta pueda contar con ocho finalistas del torneo de clubes más importante de su continente en un lapso de apenas ocho años. Además, en ese mismo periodo habría que sumar a otros tres clubes que alcanzaron la final de la Copa Sudamericana: Fortaleza, Sao Paulo y Bragantino. Cruzeiro jugará la de este año frente a Racing, el único no brasileño en las finales. También Paranaense y Flamengo la jugaron en dicho periodo. En total, 12 equipos diferentes -que pueden ser 13- han alcanzado una final continental en menos de una década.
El principal motivo que permite al Brasileirao gozar de una superioridad tan aplastante es el económico. El presupuesto de la mayoría de equipos supera con creces al del resto de países Conmebol y sólo River o Boca son capaces de acercarse en este aspecto. Aunque cada vez quedan más lejos. Para que otro equipo compita de tú a tú hace falta que se alineen una cadena de factores, como sucedió en la eliminatoria en la que Peñarol eliminó a Flamengo en la presente edición.
Desde los derechos televisivos del Brasileirao, que suponen un ingreso importante a los premios que reparte la Confederación Brasileña de Fútbol en torneos como la Copa do Brasil a los destacados patrocinios en un mercado gigante como es el de Brasil terminan por decantar la balanza. Otro punto son los estadios gigantes con los que cuentan buena parte de los equipos, que en cada partido en casa obtienen beneficios millonarios. Además, ese músculo económico se traslada también a la creación de instalaciones modernas en las que mejorar un fútbol base que desarrolla talento listo para dar el salto a Europa por cantidades astronómicas.
Ese camino al éxito llega a cada club por diferentes motivos o al menos varía el orden de importancia. Botafogo dio un salto enorme de nivel ya en 2023 y en este 2024 lo ha confirmado gracias al desembolso de John Textor, que ha permitido la llegada de jugadores del calibre de Thiago Almada o Luiz Henrique. Otros como Palmeiras logran en cada mercado de pases exportar talento joven que permite mantener un bloque magnífico en el vestuario con un técnico ya de renombre como Abel Ferreira.
La diferencia no deja de crecer y en el horizonte se vislumbra un dominio brasileño durante años y años. La crisis económica provocada por la pandemia del Covid-19 abrió la brecha y ahora no parece que ningún otro campeonato pueda alcanzar un poderío similar. Ni siquiera River, con la última venta de Echeverri y la futurible de Mastantuono puede lograr equiparar el presupuesto o atraer jugadores de un calibre tan alto como los que llegan al Brasileirao. El presente y el futuro son de Brasil.