CHAMPIONS LEAGUE | BENFICA 4-ATLÉTICO 0 / Da Luz despedaza al Atleti (otra vez)
El equipo de Simeone cae goleado ante un Benfica comandado por un Di María, con 36 años. El argentino de penalti, Akturkoglu, Bah y Kokcu, también de penalti, hicieron los goles. Del Atleti, a pesar de la goleada, Oblak fue el mejor del Cholo.
El Benfica salió de la caseta con la pelota, el mando y la energía. Sin derrota en casa en 2024 y todo victorias desde el regreso de Bruno Lage, los nombres del once eran los esperados con Di María de 9. En el 5′, Oblak saludaba a Da Luz, estadio que dejó atrás para irse al Calderón, dejando una mano milagro y repeler así un cabezazo de Pavlidis a bocajarro. En ese momento, la carrera de Julián en el inicio del partido buscando la portería de Trubin era ya como agua en el desierto: el Atlético, ordenado 5-3-2 y con Correa y Julián Alvarez escudando a Griezmann como 9, se había olvidado de correr y de la misma pelota mientras daba pasos atrás bajo la saliva del águila.
La segunda vez que el Benfica se presentó ante Oblak no se iría sin clavarle una garra en los guantes. La primera. El Atleti le hizo al Benfica una pasarela hasta su red con una concatenación de errores. Reinildo y Lino se enredaron al sacar por banda y Koke también, ante Aursnes. Derechazo de Akturkoglu al primer palo y las bengalas que habían asomado al inicio del partido que regresaron a Da Luz. 1-0. El estadio del Benfica volvía a caer sobre el Cholo.
Griezmann le dejaba su sitio a Correa para sumar en la creación. Pero ayer era uno de esos días en los que la pelota no obedecía a su bota y Koke y De Paul no soportaban solos el peso del partido. Incómodos, les costaba hasta respirar ante las carreras de Kokcu, Aurnes y Florentino, los hombres de Lage en el medio, con tanta energía que les sepultaban en cada transición. Con los demás comatosos, Lino comenzó a hacer la batalla por su cuenta. De una pared con Julián, y una filigrana de sus botas, se presentó ante Trubin. La segunda vez que lo hizo le lanzó un centro-chut que se fue al larguero. Pero Witsel comenzó a dolerse de la rodilla y Llorente se tiraba al suelo y se iba. Incapaz seguía el Atleti de encontrar un claro entre las piernas lisboetas. El Benfica, mientras, seguía plantándose con facilidad ante Oblak porque Carreras era un martillo por la izquierda y su equipo ganaba todas pelota y duelo. El Cholo no se iba con otro costurón al descanso en el traje porque Pavlidis, en la última jugada de la primera parte, cruzaba tanto el balón que se topó con el palo. El Atleti, en bloque, les había regalado las llaves de su parte del campo al no defender un saque de banda porque pensaba que el tiempo se había terminado. El horror se incrementaría tras el reposo.
Si Simeone se dejaba en la ducha a tres de sus nombres más importantes (De Paul-Koke-Grizi) para introducir piernas con un triple cambio en el que Serrano iba con Gallagher y Sorloth, Carreras lo celebró brindándoles otra taza de gasolina para volver ante Oblak. Nahuel, que había entrado por Llorente, se hacía un Nahuel, o sea, perder una pelota ante Pavlidis en la esquina del área, y entre Giménez, Gallagher y Serrano se veían obligados a quitarle la pelota al jugador del Benfica. Piiii. Llamada de VAR. El inglés, con pisotón. El penalti lo lanzó Di María en aquella portería en la que hace una década saltó Ramos para romper a tanto rojiblanco a la vez. El Atlético, un guiñapo, ya no se levantaría.
Las piernas cansadas, el ruido de los últimos días terminarían en humillación. A Simeone, que antes de la hora había agotado los cambios, nada le saldría. Sus jugadores esconderían bajo la hierba todo el coraje y corazón y, embotados e incapaces de correr con sentido, vieron cómo les seguían lloviendo goles. Y bochorno. El Benfica bailó y bailó sobre su tumba. Bah y Kokcu, de penalti también, ampliaron la cuenta mientras Da Luz cimbreaba con el Atleti despedazado a los pies como ese otro verso de Pessoa: “La vida (mía) es como si me golpeasen con ella”. Igual Da Luz.