Un
gol de Boniface da la segunda victoria europea al Leverkusen en un
partido en el que Morata solo disputó la última media hora por unas
molestias en la cadera.
As
El
Bayer Leverkusen dirigido por Xabi Alonso fue demasiado para un Milan
en el que Álvaro Morata, por lesión, solo dispuso de 30 minutos que no fueron suficientes para evitar que el conjunto de las aspirinas terminara imponiéndose por 1-0 y conquistara su segunda victoria de dos en lo que va de Champions.
Visto lo visto a lo largo de los 90 minutos, el resultado fue justo
teniendo en cuanta el monólogo de los locales, que terminaron siendo
premiados con el decisivo gol de Boniface en el segundo período. A
partir de ahí, el cuadro italiano tiró de carácter y valentía, fue a
por el empate, pero se quedó a las puertas, en parte debido a la una vez
más grandísima actuación del cancerbero Hradecky bajo palos. Toma
impulso la Xabineta.
Hubo
novedades en ambos onces. En la esquina alemana, Xabi Alonso quiso dar
algo de descanso a Andrich y optó por el exgerundense Aleix García como
compañero de Xhaka en el doble pivote del conjunto de las aspirinas. En
la esquina italiana, Morata se quedó en el banquillo por unas molestias en la cadera que
le privaron de saltar al césped del BayArena. Al Leverkusen no le
importó. No tardó el campeón alemán en adueñarse del duelo e intimidar a
un Milan que fue mero espectador durante la primera mitad y no terminó
viéndose por detrás en el marcador porque Frimpong estuvo en fuera de juego cuando le sirvió una delicia de centro desde la derecha a Boniface para
que el nigeriano lo enviara al fondo de la red. Las tuvo también el
propio Frimpong ante la pasividad de la zaga milanesa, pero tanto él
como el resto de los alemanes no anduvieron finos en los metros finales.
El descanso no influyó
de ninguna manera en el ímpetu de un Leverkusen que siguió picando
piedra nada más regresar al verde y, finalmente, terminó obteniendo la
más que merecida recompensa a los siete minutos de la reanudación.
Wirtz, como siempre metido en el ajo, filtró un grandísmo balón a
Grimaldo, el disparo del neerlandés fue desbaratado por Maignan, pero el rechazo le cayó a Boniface y el kíller no perdonó. Estalló
de alegría el BayArena, pero casi volvió a enmudecer en un disparo a
bocajarro de Reijnders desde dentro del área en el que Hradecky, una vez más, se convirtió en el salvador renano. El partido se rompió. Despertó el Milan. Se descompuso el Bayer. Entró Morata. Y dio alas a unos rossoneri que tuvieron el gol del empate en una doble ocasión de Theo y el español que terminó primero en el larguero y luego fuera. Fue la más clara. Y la única. No hubo tiempo para más.