ATLÉTICO 3 - LEGANÉS 1 / Ole, ole, ole, Giuliano Simeone
El Atlético logra remontar un partido en el que el Leganés comenzó por delante tras un golazo de Neyou con una carrera del hijo del Cholo que no se olvidará. Peleó un balón que se iba fuera para salvarlo y asistir a Griezmann para el 2-1. Antes había marcado Sorloth que volvería a hacerlo para cerrar la cuenta.
Todo comenzó raro. En el día de peñas era inevitable no mirar esa grada vacía, la baja del fondo sur, y echar de menos a los 4.994 que, sin participar en los incidentes del derbi, han pagado sus consecuencias, castigados igual. Borja salía sin Haller, con rombo y prisa por llegar a Oblak. Enfrente, el Cholo, con Sorloth, arriba y una línea de centrales que hace no mucho hubiese sonado a guasa: Witsel, Lenglet y Galán. Llamativa desde el inicio fue la posición del último. Ese futbolista que estaba en lo más profundo del armario y resulta que al soplarle el polvo se ha descubierto un tesoro. Los primeros minutos Simeone sorprendió a Borja con su carta. A lo Hermoso, ejercía en defensa como central zurdo, pero, cuando tocaba salir, daba un paso adelante para iniciar las jugadas como pivote, llegando, incluso, a desplazarse al interior. Así liberaba a Grizi y Roro, el último en un ir y venir constante en la banda, hasta la línea de fondo. Pero, como Sorloth, seguía ahí en días que no, ninguna sirvió para nada más que para llenarse de ácido láctico. Al noruego siempre le faltaba algo. Un pelo. Un paso. O un segundo más de atención como esa jugada en el 10′ después de que Grizi no rematara un centro: cuando llegó al segundo palo fue incapaz de armar un buen disparo. Si a Borja pronto le empezó a sobrar la chaqueta, al Atleti no le duraría el gas.
El Leganés comenzaría a crecer alrededor de Raba, el Galán de Borja. Ese que no contaba, que solo había sumado 139 minutos aunque los últimos, tan buenos, le habían abierto la puerta al once. Fino en el giro, empezó a generar cosas en la base del rombo mientras Rosier secaba la izquierda. Y el Atleti, a espesarse como si fuese una sopa en la que solo hay fideo, sin pizca de agua. Con la salida de balón atragantada, la chaqueta ahora le sobraba al Cholo mientras el Lega le arañaba a Lenglet una amarilla en su primera llegada al área. En la segunda, el central se arrumbó tanto que terminó dándole a Neyou aire para que de su bota hiciese una bazuca y pum: su latigazo se coló por la escuadra. Un pepinazo. El pase, por cierto, fue de Raba. Al descanso, el Cholo y los suyos se iban con pitos cayendo sobre su cabeza como chuzos de punta.
Unos pitos que se quedaron como hilo musical al inicio de una segunda parte que Simeone comenzó introduciendo a otro especialista en la izquierda (Lino) para quitar al único en la diestra (Nahuel; cuyo lugar ocuparía Roro). Ansioso por asaltar a Dmitrovic, el Atleti caía en la precipitación. Grizi trataba de poner criterio, pero estaba solo. Una vez robó un balón que sirvió para el gol a un Correa que lo estropeó con un toque de más. Los pitos seguían cuando el técnico introducía un triple cambio (Giuliano, Julián y De Paul) definitivo. A pesar de que, en un rato en el que el Lega se encerró en su área y tiró la llave a la M-40, todo fueron infortunios: golpazo de Lino con el palo, la caída de Witsel lesionando a Lenglet y el Cholo sin cambios a la hora.
Fue entonces cuando asomó el gigante. El Sorloth de los días que sí. Estaba donde debía y entre cuatro se coló para rematar de tacón un pase de Witsel. Y mientras Simeone le subía el volumen al aliento del campo, el Lega dejó de correr tras una pelota pensando que se iba. La misma que persiguió Giuliano para salvarla y enviársela a Grizi para el 2-1. Un Grizi que vio la roja por un resbalón que el árbitro creyó plancha (hasta que el VAR le avisó y corrigió). Siguió el francés mientras Nastasic le birlaba un gol a Sorloth en la línea, Barrios lloraba al sentir otra lesión y Sorloth, ahora también, cerraba el día con otro gol tras asistirle Julián. Y la grada en ese “ole, ole, ole”. Pero por Giuliano. El Simeone del siglo XXI.