VILLARREAL 1 - BARCELONA 5 / Una lesión amarga, un Barça total

El Barça hace añicos al Villarreal con dobletes de Lewandowski y Raphinha, otro de Pablo Torre y una exhibición más de Lamine. Ter Stegen, roto de gravedad.

Juan Jiménez
As
De recital en recital por toda la geografía española desde que empezó la Liga, el Barça hizo papelillos al Villarreal (1-5) con una exhibición de fútbol total. Una victoria coral, la sexta consecutiva, que atenuó, sólo en parte, el dolor por la lesión de Ter Stegen, a quien se le clavó la rodilla derecha en el césped de La Cerámica y terminó en el hospital. Fue la noticia amarga en un equipo que, a estas horas, es feliz. Se repuso al descanso en el vestuario al golpe de la lesión del alemán y le dedicó una segunda parte apoteósica con Lamine, exquisito, y Raphinha, ya con el brazalete de capitán, cabalgando a sus anchas y haciendo bueno el doblete de Lewandowski, que incluso falló un penalti. El Barça, asociado al fútbol de toque durante las últimas décadas, ha dado un paso adelante. Juega el pie, pero lo hace más vertical. Va a la yugular, corre en cuanto ve la oportunidad. Se ha convertido en un equipo vertiginoso, voraz, digno de ver. Lleva 22 goles en seis partidos y está hambriento pese a ser una entidad atacada por los problemas económicos y una plantilla cortísima plagada de lesionados, cada vez más, que acabó con nueve jugadores de La Masia en el campo, y alineó como titulares a futbolistas desconocidos como Gerard Martín y Sergi Domínguez, que ni siquiera venían precedidos de gran fama como Cubarsí, Lamine o Pablo Torre, que también tuvo una aparición feliz. Pese a todos esos déficits, el Barça borró al Villarreal del campo de una manera asombrosa e insiste en proclamarse como firme candidato a la Liga.

Pasaron tantas cosas buenas en la primera parte, un festival de fútbol ofensivo con un punto kamikaze para los entrenadores, pero bellísimo para el espectador, que resultó frustrante que la más importante ocurriese al final, cuando a Marc-André Ter Stegen se le fue la rodilla derecha. El alemán, que venía de un partido para olvidar en Mónaco, estaba redimiéndose a lo grande, especialmente con un paradón a Pepé en la acción que dio paso al córner en el que se rompió al poner la pierna derecha en tierra. Una imagen desgarradora que, más allá del resultado final, golpea de nuevo al Barça. Con Gavi en puertas de reaparecer, y después de la dura imagen de Marc Bernal en Vallecas, otra rodilla destrozada en el vestuario. La cara de Lewandowski cuando se retiraba al vestuario después del pitido del descanso de Busquets Ferrer no era la de un futbolista feliz por los dos goles que habían adelantado al Barça antes que Ayoze pusiese el 1-2. Su rostro tenía que ver con la preocupación. En un periquete, quedaron para el recuerdo las diabluras de Lamine (que mandó un balón delicioso al palo con 0-0), el fabuloso pase de Pablo Torre en el 0-1 y el excelente posicionamiento del equipo de Flick, con sensaciones recuperadas después de la derrota de Mónaco.

El Villarreal salió del vestuario como un vendaval. En siete minutos, Yéremi cabeceó al palo, Eric salvó a bocajarro un remate de Ayoze, Iñaki Peña hizo un paradón a Pepé y Busquets Ferrer le anuló un gol al futbolista franco-marfileño por fuera de juego. El Barça dio por un momento la sensación de estar groggy, mal posicionado y tocado por la caída de Ter Stegen. De súbito, sin embargo, despertó con un disparo de Pablo Torre que tocó el cuerpo de Bailly. Muchos debieron preguntarse dónde ha estado el cántabro los dos últimos años, un talento que había llegado al Barça bendecido por todos los altavoces del fútbol y que había desaparecido con Xavi hace dos temporadas.

El Villarreal acusó el golpe. El Barça encontró espacios, las piernas le respondieron y Lamine se sacó otro conejo de la chistera para provocar un penalti que Lewandowski tiró al palo. Había que comprobar la reacción al golpe, pero el gol que el VAR le anuló a Barry fue el último coletazo de los de Marcelino, que asistía perplejo y frustrado al recital del Barça, que sentenció el partido con Raphinha, otro jugador que ha protagonizado una metamorfosis asombrosa y, de estar en el disparadero, ha pasado a líder espiritual. Luciendo con orgullo el brazalete de capitán, cerró la tarde con dos zurdazos, el segundo después de un pase marciano de Lamine Yamal, con el que es difícil no ponerse en pie con su catálogo de trucos. De qué planeta viniste.

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