Un muy flojo River no pudo con un bravo Independiente

El equipo de Gallardo, con uno más desde los 11 minutos, empató 0-0 con el Rojo en un clásico caliente. El CARP quedó a nueve de Vélez.

Favio Verona, Olé

No tuvo instinto asesino, River. No supo cómo quebrar a un Independiente batallador, que jugó 79 minutos con un hombre menos. A un equipo de Vaccari que volvió a hacerse fuerte en inferioridad numérica y lleva seis partidos sin perder, con tres victorias y tres igualdades, y que además no recibió goles en esos encuentros.


El CARP, que acumuló su quinto empate consecutivo en la Liga, todavía no lleva impreso el sello de Gallardo. No se advierte con nitidez en el River de MG el ADN del Muñeco. El empate en Avellaneda, de hecho, dejó al local mejor parado tras una dura seguidilla de partidos bravos e instaló algunas dudas en la visita, que no supo resolver una situación favorable y quedó a nueve puntos de la punta.

Al boceto de equipo de Gallardo le costó horrores hacerse cargo de la responsabilidad de asumir el control del juego desde el momento en el que el Rojo quedó con diez por la expulsión de Santi López a los 11 minutos. Esa roja les quemó los papeles a ambos. Aunque Vaccari, que una vez más tuvo que reconfigurar a un conjunto que de por sí había llegado a este cruce con bajas por suspensión (Vera, Laso y Damián Pérez), se adaptó a tener que recalcular por rojas tempraneras.

Que sus dirigidos hayan jugado 77’ con diez hombres contra San Lorenzo (0-0) y vinieran de disputar una hora con uno menos ante Racing (0-0), clásico en el que además terminaron con nueve durante siete minutos, le dio el expertise para mostrar su resiliencia.

Cuando López se fue a las duchas, entonces, Independiente cambió del 4-3-3 inicial a un 4-4-1, se abroqueló, fue un equipo compacto, que procuró mantener el orden, generar infracciones para respirar y también buscó arrimarse cuando el rival dejó espacios. River, al contrario, no logró hacer notar la superioridad numérica. Logró que no se advirtió que estuvieran jugando 11 contra 10. Tuvo la posesión, pero la tenencia fue inocua. Porque careció de la intensidad y el enfoque característicos de los conjuntos de Gallardo.

Bustos y Acuña no fueron tan incisivos como se esperaba cuando se proyectaron. Fonseca no fue agresivo ni pudo filtrar sus pases, Echeverri no tuvo vértigo y se lo vio apagado, a Simón le costó, Meza entró poco en juego y Borja no fue abastecido. Una radiografía que supuso la falta fluidez, o vuelo según las palabras de su entrenador, en los primeros 45 minutos. Y cuando no apareció el juego, tampoco mostró rebeldía ante un rival que jugó como quiso.

Si bien creció un poco con los ingresos de Lanzini y Matantuono y ya no fue tan ordinario, tampoco fue el patrón del clásico. Los que ingresaron en el segundo tiempo interpretaron que el partido pedía hacer circular la pelota, tocar y mostrarse y así, ya con Colidio más cerca de Borja, la visita tuvo más generación para fabricar los espacios ante un adversario que, tras el ingreso de Fedorco por Lucas González, se plantó con un 5-3-1, el mismo sistema que había empleado en el clásico de Avellaneda tras quedar con diez.

Borja tuvo dos claras, pero no resolvió. Fue demasiado poco para un equipo que tenía la obligación de ganar. Aunque River mejoró, siguió mostrando sus falencias a la hora de crear fútbol. Independiente, que hacía rato había entrado en modo supervivencia, se respaldó en una actuación impecable de una defensa granítica, un mediocampo ordenado, un Montiel sacrificado y picante y un Ávalos que aguantó todos los pelotazos largos para hacer descansar al equipo. Y pudo haberse llevado el premio mayor con un gol de Pellegrino, pero una mano previa de Fedorco le impidió festejar.

El empate le cayó mejor al CAI. River se fue lleno de dudas que Gallardo deberá despejar: en la Libertadores no se puede permitir una actuación así.


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