Por qué se vuelve imperioso mirar el futuro de la humanidad bajo el prisma del concepto One Health: la trilogía entre salud animal, ambiental y humana
La virtuosa interconexión entre la salud humana, animal y ambiental es la clave para enfrentar los desafíos globales que vendrán: futuras pandemias, desastres naturales, avances científicos y migrantes climáticos, entre otros. La cooperación entre los países y la prevención en el metro cuadrado son clave. Conclusiones de la 4ta edición de la cumbre regional “Una Salud: un llamado a la acción”, en Buenos Aires
En la mayoría de los países del mundo, y con mayor crudeza en las naciones emergentes, los Estados retroceden, ya que disminuyen su inversión en salud dentro del Producto Interno Bruto (PBI). Mientras tanto, las familias ven crecer sin pausa el “gasto de bolsillo” necesario para cuidar su bienestar. Así, el debate global sobre la salud pública se libra en un campo marcado por paradojas y profundas desigualdades entre las naciones del globo, donde el acceso a los servicios básicos como agua y alimentos se convierten en una batalla por la supervivencia.
Así, la salud pública, pilar esencial para un futuro sostenible, sigue sin ocupar el lugar que merece en las agendas de los líderes mundiales. Se mantiene al margen, invisibilizada en un mundo que aún no ha comprendido su verdadera importancia. Adelantarse, ese es el desafío que cada nación enfrenta, con sus propias realidades, sus desigualdades y las profundas brechas en materia de salud pública global. Esta fue la lección más clara que dejó la pandemia de COVID: una advertencia que resonó con más fuerza y consenso en todo el planeta, recordándonos que el futuro se construye hoy, y la salud es su cimiento más frágil.
El concepto Una Salud también subraya la importancia de prevenir un numeroso grupo des enfermedades zoonóticas, —infecciones que se transmiten de animales a los humanos, como ocurrió con el virus SARS-CoV-2 que provocó el coronavirus— ; pero también, entre las patologías virales como la fiebre amarilla, la gripe aviar, la rabia, el ébola, dengue o el zika o la actual Mpox o viruela del Mono ; bacterianas, incluyendo la salmonelosis, la tuberculosis o la peste bubónica. La fúngicas, como la tiña, la criptococosis o la histoplasmosis; y parasitarias, como las infecciones por pulgas, anisakis, leishmaniasis, sarna o toxocariasis. La transmisión de estas enfermedades puede ocurrir de diversas maneras, mediante el contacto directo con animales enfermos, a través de fluidos corporales o por medio de vectores como los mosquitos, subrayando la necesidad de un enfoque integrado para su control y prevención.
Y para esto es clave introducir un concepto que comenzó a aparecer con más énfasis a comienzos de este siglo. El concepto Una Salud, que implica un enfoque destinado a equilibrar y optimizar de manera sostenible la salud de las personas, los animales y los ecosistemas y discutir la problemática con diferentes actores involucrados.
El Protocolo Manhattan para Una Salud se estableció en 2004, y fue el punto inicial de este enfoque. Planteó la necesidad de un trabajo colaborativo, multisectorial y transdisciplinario y generó importantes debates con la participación de profesionales, desde veterinarios hasta biólogos, médicos, ambientalistas, climatólogos y comunicadores.
Cómo piensan los expertos
El doctor Deus Bazira, una de las mentes brillantes de la Universidad de Georgetown, en Estados Unidos, dijo a Infobae, en una entrevista exclusiva, en Washington, se refirió a un concepto clave, “la prevención debe mudarse al mundo real”, advirtió.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) promueve el enfoque Una Salud (One Health) como una estrategia integral que reconoce la interconexión entre la salud humana, la salud animal y el medio ambiente. Este enfoque busca abordar problemas de salud pública de manera holística y colaborativa, involucrando a múltiples sectores y disciplinas.
El concepto Una Salud es esencial para enfrentar desafíos, como las enfermedades zoonóticas, los impactos del cambio climático en la salud y la resistencia a los antimicrobianos, La idea central implica que, al fomentar la cooperación entre diferentes sectores sanitarios, se pueden desarrollar soluciones más efectivas y sostenibles para proteger la salud de las personas, los animales y el medio ambiente.
Bazira, quien es cofundador y director del Centro para la Práctica y el Impacto de la Salud Global (CGHPI) de la Universidad de Georgetown, donde también es profesor asociado de la Facultad de Medicina, detalló las estrategias para optimizar los sistemas de salud global del siglo XXI, durante el diálogo que mantuvo con este medio,
El centro debe ser la acción en el terreno y la planificación cerca de las personas, dijo, y para esto es esencial co-crear políticas de salud pública junto a los Estados y las comunidades, y optimizar modelos de atención primaria integrados, que, además de brindar servicios esenciales, tengan la resiliencia para responder a emergencias. Bazira advirtió sobre la necesidad de cerrar la brecha entre conocimiento y acción, ya que, aunque la ciencia ha avanzado, muchas personas aún rechazan intervenciones como las vacunas, lo que exige lo que llamó una nueva “diplomacia de la salud” para involucrar a las comunidades en la solución de sus propios desafíos.
“De nada sirve seguir invirtiendo solo en tratar personas, hay que generar un cambio de matriz, más igualitario y eficaz del funcionamiento de la salud pública en el mundo. Una matriz basada en la prevención, en estar un paso adelante de que las cosas sucedan y, sobre todo, estar y actuar, planificar la acción en el terreno, cerca de la gente y no solo dentro de los hospitales”, explicó el doctor Bazira.
El experto de Georgetown lamentó que “pareciera que la salud pública no está entre las prioridades de los grandes líderes del mundo, ellos se dedican a las guerras territoriales y a las ideologías”, cuando más que nunca “es necesario co-crear políticas de salud pública con la gente y con los Estados”.
La información veraz es la base de la salud
Como dijo el doctor Bazira no se debe destinar todo el dinero o la inversión en los hospitales, sino que “se debe ir al terreno” y, por otro lado, dijo entonces a Infobae, “comunicar en salud es muy importante para crear criterio e información veraz en las comunidades”.
De esta forma, el concepto One Health se vuelve el prisma crucial de época para comprender la ciencia y el futuro. Se trata de la interrelación entre esas tres miradas complementarias: la salud animal, la salud humana y la salud ambiental. Paradójicamente, es un enfoque que aún hoy se aborda de manera fragmentada. Para esto hay que tomar las herramientas comunicacionales que existen y son una oportunidad que no está siendo explotada.
Este es un tiempo en que el gap entre los medios de comunicación y las audiencias frente al concepto de Una Salud es más evidente y hay que revertirlo. Es necesario llevar el tema a la agenda pública porque es determinante para el abordaje de las ciencias y para avanzar hacia un futuro que podría traernos nuevas pandemias y acelerar el aumento de enfermedades infecciosas y no contagiosas.
Las audiencias merecen y necesitan más información para comprender la trascendental dinámica de Una Salud que, por tratarse de un concepto holístico, nos abarca a todos, desde los científicos con todas sus disciplinas hasta las personas de a pie que necesitan conocer más para cuidar su propio bienestar y el de sus familias. Existe una oportunidad comunicacional que no está siendo explotada.
La narrativa debe pasar por comprender y explicar esta trilogía que define la época actual: Prevenir futuras pandemias, evitando zoonosis; prevenir la migración por causas climáticas, prevenir otras patologías que afectan la salud global. Prevenir es la palabra clave.
Como dijo el doctor Bazira, “existe una brecha entre el conocimiento y la acción. Ahí está el problema. Hay que llegar a la gente, disminuir la brecha entre los datos y la acción. ¡Hay muchos datos y métricas! Pero necesitamos comprender a la gente y sus necesidades, a los niños que mueren todos los días”. Consideró fundamental
En el mismo diálogo, el experto de Georgetown insistió en que se debe avanzar hacia la “equidad, la eficacia, y eficiencia”, pero esto requiere “trabajar para armonizar la forma en que financiamos los sistemas de salud, pero también integrar la forma en que brindamos servicios. Tenemos que pensar en la persona que cuidamos y ponerla en el centro”.
“Las personas necesitan aprender y generar conductas de protección —remarcó— para preservar su propia salud y la de los suyos. Pero además, como dejó claro la pandemia, en salud pública debemos adelantarnos a las epidemias que puedan venir y que serán luego las pandemias que vendrán”.
Entonces, el foco ya no debe estar puesto solo en la investigación, prevención y tratamiento de enfermedades humanas. Es fundamental abordar en simultáneo las patologías transmitidas por animales, las zoonosis que están evolucionando a medida que todos los seres vivos (personas, animales, plantas) deben adaptarse a los fenómenos climáticos extremos cada vez más frecuentes.
La migración del siglo XXI: el traslado humanos y patógenos
A este escenario se debe sumar nuevos protagonistas que empezaron a ganar lugar desde principios de siglo: los migrantes climáticos que pueden ser comprendidos como los sin tierra del Siglo XXI.
El sistema de transporte global, liderado en gran medida por la aviación comercial, ha convertido al mundo en un lugar interconectado en el que ninguna ubicación es verdaderamente remota. La velocidad de los viajes actuales, que puede llevarnos a recorrer el planeta en cuestión de horas, ha modificado incluso los periodos de incubación de enfermedades.
El calentamiento global y la migración de seres vivos en busca de mejores condiciones de vida y hábitats generan nuevas dinámicas sociales y rutas de transmisión de patógenos. Esto facilita la propagación de bacterias más virulentas, capaces de desencadenar enfermedades emergentes con síntomas más graves, períodos de incubación más cortos o comportamientos inéditos.
El doctor Tomás Orduna es médico infectólogo tropicalista y ex jefe del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero del Hospital Muñiz, destacó en una nota con Infobae que “actualmente, el 75 % de las enfermedades humanas infecciosas emergentes tienen origen animal y el 60 % de los agentes patógenos que causan enfermedades humanas tienen su origen en los animales domésticos o silvestres”.
Esto explica que ahora ya no son elementos estancos, sino que se deben abordar en simultáneo las patologías transmitidas por animales, las zoonosis, y por humanos.
En ese contexo, “hay que optimizar los modelos de prestación de servicios integrados, centrados en el paciente, y basados en una plataforma eficaz de atención primaria —apuntó el doctor Bazira—. Por ejemplo, ¿cómo integramos funciones esenciales de salud pública, como la vigilancia de enfermedades en la atención primaria de rutina? El sistema de salud puede brindar servicios de salud esenciales, pero también debe tener flexibilidad y resiliencia para responder a cualquier emergencia”.
El cambio climático empuja la migración
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) dijo que el año pasado fue el más caluroso registrado en la historia, con temperaturas que excedieron en 1,4 grados los niveles preindustriales. Los datos del informe provisional sobre el Estado del Clima de la OMM indicaron una tendencia acelerada de calentamiento global, lo que genera preocupación ante los futuros efectos del cambio climático. De acuerdo con los especialistas, la celeridad con la que estos cambios están ocurriendo es mayor a lo anticipado, afectando diversas regiones del planeta con mayor rapidez.
El 2023 rompió récords de temperatura global y se convirtió en un punto de inflexión al ser el primer año en alcanzar un aumento tan significativo respecto a las condiciones preindustriales. 2024 ya se perfila como un año crucial para observar si estas tendencias continúan, algo que hasta ahora se está confirmando.
El calentamiento global ha desencadenado perturbaciones peligrosas y generalizadas en los sistemas naturales. Los impactos principales incluyen el deshielo acelerado, la propagación de incendios, la degradación de la calidad del aire y la salud, así como eventos de inundaciones y enfermedades transmitidas por vectores.
El último Informe Lancet Cuenta regresiva sobre Cambio climático y Salud mostró en Sudamérica que la cifra de muertes relacionadas con el calor aumentó 160% solamente entre los periodos de 2017-2021, comparado con 2000-2004. También constató que la mortalidad relacionada con el calor de las personas mayores de 65 años aumentó casi un 70% en las dos últimas décadas. Y para fines de siglo, se prevé que las muertes por calor extremo sean comparable en magnitud a todos los cánceres o todas las enfermedades infecciosas.
Una Salud y la resistencia antimicrobiana
El enfoque One Health ha ganado relevancia para enfrentar también desafíos globales como la resistencia antimicrobiana (RAM). Esta interconexión, que busca optimizar de manera sostenible la salud en estos tres ámbitos, ha sido impulsada por organizaciones globales como la OMS, la FAO y la OMSA, que promueven la cooperación entre sectores para abordar problemas de salud pública que trascienden fronteras y especies.
Uno de los principales desafíos abordados por One Health es la resistencia antimicrobiana, una amenaza creciente para la salud mundial. Según datos de la OPS, alrededor de 700 mil personas mueren cada año debido a infecciones causadas por microorganismos resistentes a los antimicrobianos.
Si no se toman medidas urgentes, esta cifra podría elevarse a 10 millones de muertes anuales para 2050. La RAM no solo afecta la salud humana, sino que también compromete la sanidad animal y la producción de alimentos, lo que refuerza la necesidad de un enfoque integrado y multisectorial.
La directora asociada de asuntos médicos en MSD, doctora María Cecilia Torroija, llamó a un “uso prudente y responsable de los agentes antimicrobianos. Siempre debe ser bajo el asesoramiento y la supervisión de un profesional veterinario, en animales, y por especialistas médicos en las personas. La responsabilidad de las personas y cuidadores de animales es fundamental para reducir el impacto de la RAM evitando la automedicación o medicación innecesaria y acudiendo a profesionales capacitados para el tratamiento de las enfermedades”.
En ese marco la médica especialista en Infectología, Sandra Lambert, explicó que “la resistencia antimicrobiana se manifiesta cuando las bacterias adquieren resistencia a los antibióticos y es un grave problema en la salud pública. La comercialización bajo receta médica de antimicrobianos, conforme lo dicta la ley de Prevención y Control de la Resistencia a los Antimicrobianos (en Argentina), representa un importante avance a nivel regional. Esta medida no solo fortalece el cuidado de la salud, sino que también estimula la investigación orientada hacia la creación de nuevas moléculas antimicrobianas”.
A nivel global, los países han adoptado planes de acción coordinados, como el Plan de Acción Mundial contra la Resistencia a los Antimicrobianos, aprobado en 2015. Este plan promueve el desarrollo de estrategias nacionales que involucren a diversos sectores para combatir la RAM de manera efectiva.