La pugna por el poder entre Evo Morales y Luis Arce amenaza con desestabilizar a Bolivia
La rivalidad entre ambos líderes ha llegado a una fase crítica. El líder cocalero inició una masiva movilización contra el Gobierno que lo acusa de intento de golpe de Estado y advierte acciones legales para evitar que “ponga en riesgo la vida del pueblo”
El Gobierno intentó anular la protesta antes de su nacimiento. Los ministros de Estado argumentaron, en un documento de 23 páginas, cada una de las demandas de Evo Morales, pero no ofrecieron soluciones. Dos días antes de la marcha, el presidente Luis Arce emitió un mensaje televisivo en el que instaba al jefe del MAS a desistir de la marcha y advertía acciones legales en su contra. “No permitiré que pongas en riesgo la vida de nuestro pueblo y actuaré de acuerdo a lo que manda nuestra Constitución Política del Estado”, afirmó el mandatario.
En respuesta, Morales sostuvo que la denominada “Marcha para Salvar Bolivia: por la vida, democracia y revolución” no es únicamente por su candidatura sino una reacción espontánea de la población ante la crisis económica del país, marcada por la escasez de dólares, la carestía periódica de combustibles y el incremento sostenido de los precios.
El primer día de la caminata se registraron enfrentamientos entre los marchistas y seguidores de Luis Arce, quienes instalaron una vigilia en la localidad de Vila Vila para impedir su paso, en un acción que el evismo calificó como “emboscada”. Tras un combate con piedras y petardos en la carretera, los seguidores de Evo Morales rebasaron a sus oponentes y continuaron la marcha. Según la Defensoría del Pueblo, el conflicto dejó 17 heridos y hubo dos ataques a periodistas que cubrían la contienda de militantes.
A medida que la columna se acerca a La Paz, capital administrativa del país, las acusaciones entre evistas y arcistas suben de tono. El ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, informó que Evo Morales se traslada en una vagoneta que está registrada a nombre de una joven de 21 años, cuya madre fue condenanda en 2015 por narcotráfico. En tanto, el expresidente y sus seguidores acusan al Gobierno de trasladar civiles en aviones del Estado para generar enfrentamientos y convulsión social. “Llegan con gente armada que quiere generar caos y luto”, escribió en su cuenta de X.
Las dos alas del partido están buscando sumar respaldo social y las organizaciones sindicales han empezado a tomar partido. En las últimas horas, dirigentes del Pacto de Unidad convocaron a una concentración en El Alto el domingo para respaldar al Gobierno mientras que mineros auríferos pidieron a sus afiliados sumarse a la caminata de Morales.
La analista política Luciana Jáuregui observa que la pugna de poder entre ambos líderes apunta a dirimir por la fuerza de la calle el conflicto interno del MAS. La movilización, sumada a otras a favor y en contra del Gobierno, se inserta dentro de un escenario de crisis económica e institucional que “acorrala progresivamente al presidente”.
Jáuregui sostiene que “tenemos un presidente sitiado” y apunta dos alternativas para bajar la tensión política. “El primer escenario es que Luis Arce decline a su postulación en 2025. Si desiste de candidatear va poder terminar su mandato. El otro escenario es que progresivamente los conflictos confluyan y se agudicen, y se vea cada vez más presionado a renunciar a su mandato”.
El analista Carlos Saavedra coincide en el último punto y cree que la apuesta del evismo es elevar al máximo las tensiones y lograr que confluyan conflictos de diversos sectores. “Para Evo Morales sería una jugada maestra tensionar al límite de hacer caer al Gobierno, pero no va ser fácil”, sostuvo en entrevista con Infobae.
Precisamente la renuncia de Luis Arce es una de las demandas activas en Bolivia. Una facción de la organización indígena Ponchos Rojos realiza bloqueos en carreteras del altiplano exigiendo su dimisión y Evo Morales lo insinuó al inaugurar la marcha cuando dijo que “si el primer y el segundo hombre abandonan al pueblo, está el tercer hombre del Estado, el hermano Andrónico Rodríguez (está) con nosotros”, en referencia al presidente del Senado.
Estas declaraciones han sido interpretadas como un intento de golpe de Estado por parte del Gobierno y han anunciado acciones legales contra el exmandatario. El ministro de Justicia, Iván Lima, manifestó en una contacto con la televisión local que la movilización “es un intento de golpe de Estado (…) como golpista (Evo Morales) tiene que ser procesado en la vía legal”.
El viernes por la mañana, la ministra de la Presidencia invitó públicamente al líder cocalero a un encuentro al finalizar la tarde para dialogar y evitar la escalada de violencia. Morales no apareció. Luego se difundieron imágenes de Luis Arce sentado frente a una silla vacía esperando a su antiguo mentor.
En medio de esta disputa por el poder, la analista Luciana Jáuregui sostiene que el evismo tiene pocas capacidades de irradiarse a los sectores urbanos populares y que el presidente ya no tiene posibilidades políticas ni económicas para resolver el impasse. La analista cree que los desacuerdos internos han ocasionado “un debilitamiento mutuo” y que la consigna que prima en el escenario político es que la gente no quiere ni a Evo Morales ni a Luis Arce. “Nos encaminamos a una muerte cruzada en la que ninguno de los dos se va poder habilitar (como candidato) o ganar las elecciones”, vaticina la experta.
Mientras el conflicto interno del MAS se agudiza y marca el ritmo de las dinámicas políticas en Bolivia, la oposición partidaria tradicional guarda sus cartas y busca generar frentes de unidad para las próximas elecciones, sin un candidato claro ni una propuesta alternativa de país definida.
En tanto, varios analistas observan que la crisis múltiple que atraviesa el país -económica, política e institucional- se profundiza y parece entrar a un camino sin salida ante el extravío de una clase política enmarañada en el barro en sus propios líos.