El Kremlin expande su influencia en América Latina: un informe del CSD brindó más detalles sobre la penetración rusa en la región
El Centro para el Estudio de la Democracia advirtió que Moscú ha centrado su estrategia geopolítica en países como Venezuela, Brasil y Bolivia, utilizando el sector energético como herramienta de poder
A pesar del crecimiento del comercio entre Rusia y América Latina en la última década, Rueda Orejarena advirtió que las cifras siguen siendo relativamente pequeñas en términos globales. “A pesar de que las importaciones totales desde Rusia hacia Latinoamérica se han casi duplicado en la última década, el comercio ruso con la región sigue siendo relativamente pequeño, representando solo el 2% del comercio total de Rusia con el mundo y aproximadamente el 0,7% de los lazos comerciales de América Latina, lo que equivale a unos USD 20.000 millones”.
Brasil, según explicó Rueda Orejarena, ha emergido como el mayor socio comercial de Rusia en la región, concentrando el 75% del comercio total con América Latina. “A pesar de esto, la dependencia de la región de las importaciones rusas en sectores críticos como la energía, el armamento y fertilizantes es considerable. Venezuela, Nicaragua, Perú y México dependen fuertemente de Moscú para la importación de armas y equipo militar. Y en cuanto a los fertilizantes, Brasil es uno de los mayores importadores a nivel mundial con el 40% de necesidades cubiertas por Rusia, siendo este un sector vital para la economía agrícola”, remarcó. “Brasil ha adoptado una postura cautelosa frente a las sanciones internacionales contra Moscú, evitando confrontaciones directas debido a la dependencia crítica de los fertilizantes”.
Por otro lado, Venezuela también se destaca por sus estrechos lazos energéticos con Rusia. “La empresa rusa Rosneft controla la exportación de más de 100.000 barriles diarios de petróleo venezolano, lo que permite a Venezuela seguir vendiendo su petróleo a países como India y China, a pesar de las sanciones internacionales”, puntualizó Rueda Orejarena.
El informe del CSD manifiesta que el uso del sector energético como herramienta geopolítica es un pilar fundamental de la estrategia rusa. “Las exportaciones de petróleo ruso a América Latina han aumentado significativamente desde el inicio de la guerra en Ucrania, alcanzando los 300.330 barriles diarios, lo que representa aproximadamente el 5% de las ventas totales de petróleo de Rusia”, detalló Rueda Orejarena.
Asimismo, la penetración de empresas rusas en sectores claves va más allá del petróleo. “Rosatom ha desarrollado una planta de investigación nuclear en Bolivia y está explorando los vastos recursos de litio del país, un recurso crucial para la producción de baterías en el futuro”, detalló Rueda Orejarena, uno de los responsables del informe.
Además de las inversiones en energía y tecnología, el estudio hizo hincapié en la presencia rusa en los centros offshore del Caribe, donde cerca de 125 grandes empresas rusas están registradas en paraísos fiscales como Panamá y las Islas Vírgenes Británicas. “Estas estructuras permiten a Rusia evadir sanciones internacionales y continuar con sus actividades comerciales, incluso en sectores como el petróleo”, añadió Rueda Orejarena.
Y detalló: “En Panamá, Rusia ha utilizado empresas para cambiar la bandera de los petroleros permitiendo que Venezuela siga exportando petróleo a pesar de sanciones internacionales de Estados Unidos y Europa. Estas prácticas no solo permiten la evasión de sanciones, sino que también ayudan a mantener a flote los regímenes autoritarios de la región”.
La influencia rusa en el ámbito político y mediático
Otro aspecto clave que aborda el informe es el uso del soft power por parte de Rusia en la región, que incluye la difusión de propaganda y desinformación a través de medios como Russia Today y Sputnik. Advierte que Moscú ha logrado penetrar en la política interna y moldear la opinión pública a su favor, aprovechando temas como la diplomacia de las vacunas durante la pandemia.
No obstante estos esfuerzos, el reporte señala que la percepción favorable hacia Rusia ha disminuido en la región. “A pesar de la fuerza en las narrativas rusas en América Latina en comparación con otras regiones donde el Kremlin ha intentado expandir su presencia económica y política, entre 2015 y 2023 se ha registrado una disminución del 15% en la percepción positiva hacia Rusia en esa región. Argentina se destaca con un descenso promedio del 22,7% en el apoyo a Rusia desde 2018. Incluso en Venezuela, donde los canales de propaganda rusos han sido más efectivos, la actividad favorable hacia Rusia ha caído alrededor del 10%, situándose por debajo del 40 por ciento. En Bolivia, la percepción favorable hacia Rusia en 2023 se mantuvo en 44%, que de hecho es la más alta de la región”, explicó Rueda Orejarena.
Martin Vladimirov, también autor del informe y director del Programa de Energía y Clima del CSD, subrayó que la estrategia del Kremlin en América Latina no es una táctica aislada, sino parte de un enfoque global. “‘El Alcance Global de Rusia: Manual del Kremlin en América Latina y el Caribe’ se basa en una década de investigaciones que hemos hecho en el Centro para el Estudio de la Democracia. Nuestro análisis revela cómo Rusia ha desarrollado y mantenido redes de captura no solo en Europa, sino también globalmente, incluyendo África y América Latina”, explicó.
Una de las conclusiones clave del estudio, según Vladimirov, es que Rusia explota las vulnerabilidades institucionales de los países de la región, que a menudo no cuentan con mecanismos para contrarrestar estas incursiones. “Siempre hemos pensado que el manual del Kremlin no es tan diferente en distintas regiones. O que los países y los académicos en diferentes regiones no entienden siempre cómo funciona el Kremlin y esto da oportunidades a Rusia a penetrar sectores estratégicos y no hay instituciones que puedan contravenir este proceso”, sostuvo.
Vladimirov hizo hincapié en la importancia de identificar las debilidades institucionales para fortalecer la resistencia frente a la influencia rusa. “Necesitamos identificar estas debilidades y fortalecer las instituciones locales para contrarrestar las incursiones del Kremlin en el futuro. Si no lo hacemos, Rusia continuará aprovechándose de estas grietas para expandir su poder en la región”, advirtió.
Miriam Kornblith, directora Senior para América Latina y el Caribe en la Fundación Nacional para la Democracia (NED), participó en la videoconferencia y observó que este informe “es un trabajo pionero en Latinoamérica”, que va a tener mucho impacto porque comprende que va a generar más conciencia sobre la influencia rusa en los países. “La opinión pública en la región no está suficientemente consciente ni alerta acerca de esta influencia maliciosa que ejerce Rusia en la región”, dijo.
Vladimir Rouvinski, director del Laboratorio de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad ICESI en Colombia, fue otro de los oradores convocados al evento, donde hizo una comparación entre la estrategia de Vladimir Putin en América Latina y las políticas de la antigua Unión Soviética. “Vladimir Putin está pensando en toda América Latina y el Caribe como una especie de exterior cercano, que es un término que se utilizó para denominar los territorios de la ex Unión Soviética”, señaló.
“Rusia piensa sus acciones en América Latina desde una perspectiva global, mientras que los latinoamericanos, lamentablemente en muchos casos, piensan desde una perspectiva regional y es ahí donde se genera un escenario en el que Moscú prácticamente tiene un espacio de maniobra muy amplio para poder lograr realmente sus objetivos”, dijo Rouvinski.
Por último, Armando Chaguaceda, coordinador de Investigación en Gobierno y Análisis Político AC (GAPAC), consideró que Rusia ha consolidado su rol en América Latina no solo como un actor global, sino también regional o hasta nacional. “Los niveles de interpenetración de la cooperación autoritaria entre Estados como Rusia y Venezuela, y Nicaragua y Cuba son tan importantes para incluso la perdurabilidad de estos regímenes que estamos hablando de un actor clave”, dijo.
Y concluyó que en la región “hay una realidad en la cual la influencia rusa ya no es solo desinformación, no es solo de cooperación para la evasión de sanciones, sino que claramente se trata de la alianza de una potencia global con actores autoritarios que han aniquilado o están en vías de aniquilar sus adversarios locales en el campo democrático”.