El conmovedor y desconocido gesto de la princesa Diana durante un vuelo comercial
Carrie Lloyd, cuyo padre trabajó muchos años en la comitiva real, reveló el gesto de Lady Di con una pasajera con la que compartió el trayecto
La princesa Diana se giró hacia Ken, su guardaespaldas, y le preguntó en voz baja si podía ir a ayudar: “Por favor, Ken, ¿puedo ir allí y ayudarla?”. Ken respondió: “No, señora, no puede pasar. Nadie sabe que está en este vuelo”.
La negativa inicial era predecible... El deber de mantenerla oculta pesaba más que la compasión, pero Diana insistió. Finalmente, tras un breve intercambio con Tony Lloyd, un hombre de confianza y amigo de la familia, se decidió. Cruzó la cortina y se adentró en la parte común del avión, donde las miradas de los pasajeros se alzaron, sorprendidas, ante la aparición de la Princesa de Gales.
El bebé seguía llorando, ajeno a la figura que se aproximaba. Diana, con una sonrisa apacible, se dirigió a la madre, una mujer joven que apenas podía contener sus propias lágrimas. “¿Puedo ayudarte un minuto? Tengo más espacio allá adelante”, ofreció, extendiendo los brazos. Sin dudarlo, la mujer le entregó al bebé, y Diana se retiró nuevamente a la primera clase, donde comenzó a mecerlo con una ternura que solo conocían las madres.
Cinco minutos después, el niño se había quedado dormido en sus brazos. Al devolvérselo a su madre, Diana le dijo, con esa mezcla de calidez y humor que la caracterizaba: “Esto nos pasa a los mejores”. La madre asintió, aún emocionada, mientras la princesa regresaba a su asiento, sabiendo que su presencia, aunque inadvertida al principio, había dejado una huella en todos los que la vieron.
Carrie Lloyd, hija de Tony Lloyd -colaborador de la princesa y testigo de la escena- reveló en el podcast Storia la anecdota hasta ahora desconocida de la fallecida princesa. Todo sucedió mientras el Príncipe William y el Príncipe Harry jugaban en la cabina. “Mi padre simplemente vio esas caras con los ojos muy abiertos que no podían creer lo que acababa de pasar”.
Carrie contó que para su padre, que trabajó estrechamente con Diana en sus compromisos benéficos, esa escena no fue solo un acto de amabilidad, sino una representación genuina del corazón de la princesa. Tony, un hombre dedicado a causas humanitarias, encontró en Diana una aliada y amiga. Juntos, a través de organizaciones como The Leprosy Mission, tocaron vidas y rompieron estigmas, como aquel que rodeaba a los enfermos de lepra.
Esa conexión, más que profesional, fue una amistad cimentada en la confianza y la confidencialidad. Carrie, en sus relatos, describió cómo su padre siempre supo que Diana no era solo una figura pública, sino alguien que, con pequeños gestos como el de aquel vuelo, demostraba su auténtica naturaleza: la de una mujer capaz de ver y aliviar el sufrimiento, sin importar el escenario.
Richard Branson, quien, según Carrie, solía organizar vuelos para la Princesa Diana para sus eventos benéficos, comentó en el video: “Una historia y preciosos recuerdos, gracias por compartir”.
La estrecha conexión con Tony Lloyd
En enero de 2023, Carrie escribió sobre la estrecha conexión que compartían su padre y la difunta Princesa de Gales para Premier Christianity: “Mi difunto padre fue el asesor de beneficencia de Diana y director de The Leprosy Mission, una de las seis organizaciones benéficas que ella patrocinó hasta su muerte. Se rumorea que ella continuó en el cargo porque confiaba en la confidencialidad de la amistad de mi padre”, dijo sobre su relación.
En otro fragmento del programa compartido en Instagram, Carrie recapituló cómo se cruzaron sus caminos. La autora y pastora dijo que durante la visita de la Princesa Diana a la Madre Teresa, la monja ganadora del Premio Nobel le sugirió que fuera a ver a los pacientes de lepra en el hospital de rehabilitación local.
Fue en noviembre de 1989, durante un viaje a Indonesia, cuando Diana se encontró con pacientes de lepra en un hospital de rehabilitación local. Aconsejada por Madre Teresa, Diana decidió tocar a aquellos que el mundo había marginado, despojándose de los guantes que simbolizaban la distancia impuesta por la realeza y la sociedad.
“Se quitó los guantes y comenzó a tocar cada una de las manos y cada una de las caras, lo que hizo que el estigma se desvaneciera en todo el mundo”, dijo Carrie. En aquel instante, capturado por los flashes de los paparazzi que siempre la seguían, la princesa cambió no solo la percepción de esos enfermos, sino la forma en que el mundo veía la lepra. “Lo que ella ha hecho en cinco minutos, nosotros hemos estado intentando hacerlo durante 120 años”, le dijo Tony al Palacio de Kensington después de aquel día.
Diana había reducido sus patrocinios de cien a seis, enfocándose en las causas que realmente la conmovían, y The Leprosy Mission fue una de ellas. Para Tony, y para muchos otros, era claro que su compromiso no era una simple formalidad. La princesa se involucraba de manera activa y personal, utilizando su influencia para llevar luz a los rincones más oscuros del sufrimiento humano.