¿Debe España pedir perdón a México por la Conquista? “No nos dejemos arrastrar por el uso político de la historia”
Manuel Burón Díaz, profesor de Historia de América en la Universidad Autónoma de Madrid, habla con ‘Infobae España’ sobre la polémica generada por la decisión de no invitar a Felipe VI a la investidura de Claudia Sheinbaum
Cualquiera de estas preguntas puede provocar -y provoca- una oleada de opiniones en la clase política, los medios de comunicación, las redes sociales y las barras de los bares. Acaba de volver a ocurrir con la polémica generada por la decisión del Gobierno mexicano de no invitar al rey Felipe VI a la investidura de la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, que se celebra este martes 1 de octubre, porque España no le ha pedido “perdón” a México por “las violaciones de los derechos humanos y las matanzas de la llamada Conquista”. Las reacciones, por supuesto, no se hicieron esperar, y miles de presuntos expertos en el siglo XVI salieron de debajo de las piedras para ofrecer su punto de vista.
Cualquiera de estas preguntas, sin embargo, hace que la mayoría de los historiadores encanezcan y suelten un hondo suspiro. Infobae España ha hablado con uno de ellos, Manuel Burón Díaz, profesor de Historia de América en la Universidad Autónoma de Madrid, para que nos explique por qué.
Respuesta: No es algo nuevo. Casi es algo ya recurrente, como una tradición a un lado y otro del charco. Esto remite al inicio del sexenio de López Obrador, cuando envía dos cartas, una al Papa, nada menos y otra al Rey. Y ahora con la toma de posesión de Claudia Sheinbaum, pues se repite lo mismo. Es una polémica mediática, pero yo diría que no llega ni a conflicto diplomático. Es una polémica que Andrés Manuel López Obrador o Claudia Sheinbaum realizan principalmente de cara a la política interior de su país. Es una declaración de intereses para su electorado, para sus ciudadanos.
“El mesías tropical”
Pregunta: ¿Por qué el Gobierno de México ha revivido ahora la polémica?
Respuesta: López Obrador es un político que llega al poder despertando una gran expectativa y prometiendo muchas cosas, y casi con la cualidad de no suponer una legislatura más, sino un antes y un después en la historia mexicana. El historiador Enrique Krauze, en un famoso artículo, lo llama “el Mesías tropical”. Su Gobierno es “la Cuarta Transformación”: después de la Independencia, Benito Juárez y la Revolución, él es la Cuarta Transformación, y se supone que la definitiva, ¿no? Es tanta la esperanza, porque es toda una “transformación de un país”, que tiene que legitimarlo históricamente. Y entonces, no le vale ya el relato nacional del PRI, ni del PAN, por supuesto, ni el clásico, tiene que darle una vuelta más.
Pregunta: Alberto Núñez Feijóo ha replicado diciendo que le enviaría a Sheinbaum el libro ‘Nada por lo que pedir perdón’, de Marcelo Gullo, que defiende el legado español en América. ¿De verdad no hay nada por lo que pedir perdón? Y sobre todo, ¿quién sería ese “nosotros” que tendría que disculparse?
Respuesta: Primero habría que ver si pedir perdón sirve de algo. Yo creo que sí. Todo tratado de paz, toda conciliación, implica un perdón. El perdón es fundamental en política. Pero el problema, en efecto, es la cuestión temporal y el sujeto histórico, que es muy difícil de identificar. Yo digo que no nos dejemos arrastrar por el uso político de la Historia, que no nos impongan esta agenda de ‘pedir perdón o no’. Es una cuestión ideológica o política del Gobierno mexicano.
Pero también estoy completamente en contra de lo que sucede en muchos medios españoles, que es contraatacar con lo mismo. En la carta que AMLO le envía a Felipe VI, viene todo un memorial de agravios: desde Cortés hasta las intervenciones del siglo XIX de España en México. Y claro, lo que hace la prensa española es decir: ‘Claro, pero los mexicanos también hicieron esto o aquello’. Por ejemplo, que Miguel Hidalgo pasó a cuchillo a muchos españoles. Y los españoles contestan: ‘Es verdad que los españoles matamos, pero también trajimos las universidades...’ Entonces se convierte en una balanza, a ver qué domina más, si los agravios o las virtudes. Eso no tiene nada que ver con la Historia. Eso es totalmente rechazable.
“España no conquistó México”
Pregunta: En un artículo, usted ha escrito que “ni la Monarquía Católica era España, ni España conquistó México, y este último país tiene poco o nada que ver con la antigua Triple Alianza o con México Tenochtitlán”. Con la interpretación que hacemos de la Historia desde el presente, ¿acabamos tergiversándola por completo?
Respuesta: Bueno, la Historia sólo se puede hacer desde el presente. Nosotros pensamos la Historia actualmente desde las categorías del presente, y nos cuesta mucho salir de nuestro ecosistema mental, de nuestro mobiliario mental. Y dentro de ese mobiliario, el Estado-nación, definido, sólido, social, transhistórico, podríamos decir, lo tenemos metido completamente. Entonces, hacemos una analogía entre la España actual y la monarquía católica, que no tiene nada que ver. En el pasado era una lógica corporativa, patrimonial, de raigambre religiosa, donde lo que importaba era más el patrimonio de la monarquía, que sustentaba territorios muy diferentes y se parecía más a una confederación que a otra cosa, y que incluía Nápoles, Sicilia, Nueva España y Filipinas.
Todo eso deriva en los Estados-nación modernos, que se diferencian de otras formas políticas en que necesitan legitimidad histórica. Y España, el Estado-nación que surge en el siglo XIX, no antes, decide declararse heredero de la antigua monarquía católica. ¿Es lo mismo? Hombre, tiene puntos en común, obviamente, pero en realidad no tiene nada que ver. Son unidades políticas diferentes, son lógicas políticas diferentes. Y eso lo hacen todos los países, no solo España. ¿Qué tiene que ver Egipto con las antiguas pirámides, qué tiene que ver la actual Grecia con la Atenas de Pericles? Y podría seguir y seguir. Todas las naciones tienen sus mitos de origen. Es una frase de un historiador que se llama Tomás Pérez Vejo: elegimos a nuestros antepasados.
Y en un momento dado, cuando se construye el Estado-nación mexicano, deciden declararse herederos de los ‘mexicas’, no de los mayas, ni de los mixtecos, ni de los mixes ni de los chinantecos. Y por supuesto, se definen en contra de lo español. Lo cual tiene cierto sentido, porque había una guerra de independencia contra Fernando VII. Hay unos que deciden dejar de llamarse españoles, que son los mexicanos, y otros que deciden seguir llamándose españoles, que son los españoles. Pero españoles, como dice la Constitución de Cádiz, había a un lado y a otro del Atlántico. Claro, explicar todo esto... Si yo soy un político, ya está todo el mundo dormido. Pero es que así es la Historia: tenemos que aproximarnos a lo que había entonces, no a lo que tenemos ahora.
“Una falsa dicotomía”
Pregunta: ¿Por qué sigue causando tanta controversia la Conquista de América, que sucedió hace 500 años?
Respuesta: Lo curioso es que la Conquista de América ha tenido muy mala fama siempre. Tú lees a Lope de Vega, lees a Cervantes, y consideraban a los conquistadores con cierto desprecio, que tenía que ver con que era gente generalmente del pueblo llano, hidalgos, que se habían ido a hacerse ricos... Esa visión se mantiene hasta el siglo XIX, cuando se crean precisamente todos los mitos nacionalistas, todas las estatuas...
Lo que quiero decir es que el relato de la Conquista se ha ido construyendo con el tiempo. Hay relatos del XVI y del XVII donde los indígenas cuentan cómo ellos ayudaron a Hernán Cortés. Hay relatos del XVIII donde los mexicanos empiezan a darse protagonismo, y en el XIX es la historia romántica, sobre todo desde Estados Unidos con William Prescott, que habla de Cortés y Malinche. Y el último despliegue, sin que los otros hayan dejado de estar activos, es que la Conquista es un genocidio. Es una de las preguntas que nos hacen siempre a los americanistas. Nos llaman cada 11 de octubre y nos dicen: la Conquista, ¿fue un acto civilizatorio o un genocidio?
Pregunta: ¿Y qué responde usted?
Respuesta: Rechazo la pregunta. ¿Genocidio? ¿Acto civilizatorio? Ninguno. Primero, porque son categorías muy nuestras. Estás haciendo una analogía interesada entre el holocausto nazi y la conquista de México o la conquista de Perú. Genocidio es un delito que se crea después del juicio de Nuremberg, y desde entonces es sinónimo del mayor delito de la historia de la humanidad, que es intentar acabar con una etnia, un pueblo, una raza entera. Bueno, si Cortés fue un genocida, también lo fue Enrique VIII, o Carlos V, o Mehmed II [ex sultán otomano]. Y así podríamos seguir. Creo que la cuestión es el uso político de la Historia. Más que revisionismo, lo llamaría uso político de la Historia.
De todos modos, siempre que me preguntan esto, respondo con una frase de un historiador británico, que además es sir, o sea que tengo bien cubiertas las espaldas, que se llama John Elliot, fallecido recientemente. Dice: “No hay ninguna duda de las atrocidades cometidas por los españoles en la Conquista”. Están en las fuentes españolas, están en las fuentes indígenas y están en las fuentes extranjeras. En esto, dice John Elliot, no se diferencia ni mucho ni poco con otras conquistas que ha habido antes, durante y sobre todo después. Pero en lo que sí se diferencia, lo que sí tiene de especial son personajes como Bartolomé de las Casas, como la propia polémica que ya hubo en su época acerca de la Conquista. AMLO rechaza la conquista, pero es que los españoles del XVI también. Y terminaba diciendo John Elliot: “Es muy difícil encontrar un Bartolomé de las Casas británico”.
Estas disyuntivas, estas subordinadas, son tan poco impactantes para un nivel de medios de comunicación, de Twitter, de AMLO, de Feijóo, de Sánchez, me da igual, que no hay tiempo para explicarlas. Entonces, ¿genocidio o labor civilizatoria? Ninguna. Es una falsa dicotomía.
Pregunta: ¿Uno de los problemas es la manera en que estudiamos la Historia?
Respuesta: Es un tema muy complejo, porque los profesores tenemos que dar un currículum, y este es limitado. Muchos responderán que hay que enseñar Historia crítica. Y es verdad, hay que enseñar a los alumnos, y no solo a los alumnos, diría a los ciudadanos mexicanos y españoles, a estudiar Historia “en defensa propia”. Porque siempre va a venir un AMLO, un Pedro Sánchez o un Feijóo que van a intentar utilizar la Historia y dar una versión interesada. Para los líderes, la Historia es un recurso muy preciado. Excavan en ella como los conquistadores en Potosí, en Zacatecas, y utilizan ese recurso tan valioso para sus propios proyectos políticos en el presente. Lo bonito de estudiar Historia “en defensa propia” es que como ciudadanos y ciudadanas sepamos criticar esos usos interesados.