CHAMPIONS LEAGUE | MÓNACO 2 - BARCELONA 1 / Flick tenía el enemigo en casa

El Barça, maldito en Europa, pierde su primer partido con el alemán al mando después de jugar 80 minutos con uno menos por expulsión de Eric después de un pase suicida de Ter Stegen. Lamine no fue suficiente.

Juan Jiménez
As
Como si de un malvado guiño se tratase, el Barça volvió a la Champions como se fue el curso pasado. Con una derrota contra un equipo francés y con muchísimos minutos (este jueves en Mónaco fueron 80) jugando con uno menos por una acción extravagante de uno de sus capitanes. Contra el PSG, el curso anterior, fue Araújo. En el Luis II de Mónaco, Eric, penalizado por un pase suicida de Ter Stegen que invitó a caer a su compañero del edificio. La genialidad de Lamine, que marcó su primer gol en la Champions a sus 17 añitos y dos meses, no fue suficiente para un equipo muy penalizado que hizo lo que pudo y terminó jugando con un equipo casi random, con jugadores como Gerard Martín, Casadó o Sergi Domínguez. El regreso de Ansu al Barça trece meses después tampoco fue providencial. Flick se lo jugó como la última carta para el descuento, pero el Mónaco, un equipo correcto, atrapó la victoria.


El partido se le torció al Barça rápido. Concretamente, en el minuto diez. En otro de esos ejercicios de irresponsabilidad que frecuenta demasiado pese a su dilatada experiencia, y que se han visto recientemente dos veces contra el Valencia (el más grave el de Hugo Duro), Ter Stegen comprometió a Eric Garcia y le pasó un balón mientras el central catalán estaba de espaldas y Minamino le asfixiaba. Como Eric le perdió medio segundo la mirada a la pelota para ver dónde estaba el japonés, no pudo controlarla y derribó al rival en un acto humano y reflejo. Al neerlandés Lindhout no le quedó más remedio que expulsar a Eric, por quien se había decidido Flick, temeroso con las embestidas del Mónaco.

Tenía razón. Espoleado por la superioridad numérica, Akliouche aprovechó que la defensa del Barça todavía estaba tierna y afectada por el golpe de la expulsión para marcar un 1-0 que hizo prever otra noche de perros en ese insufrible desencuentro que tiene el Barça con la Champions en el último año. El Mónaco dio otro par de achuchones que hicieron tambalearse al Barça. 80 minutos con uno menos son palabras gruesas, pero de pronto bajó del cielo el ángel Lamine Yamal y se sacó de la manga el 1-1. Su primer gol en Champions también lo aprendió en la calle. Ese toquecito a Vanderson en el forcejeo, justo para que no llegase pero para que Lindhout tampoco señalase falta, no es un gesto técnico, pero también está al alcance de pocos. Luego, hizo la parte que para él resulta más fácil del trabajo. Condujo con la pierna izquierda y la mandó al rincón de la portería de Köhn. El Barça pudo sacar incluso más botín en momentos de confusión del Mónaco. Balde tuvo el 1-2 pero remató mal con la derecha. El partido, al fin y al cabo, se marchó al descanso con un insospechado empate gracias a una reorganización táctica correcta.

El Barça también salió con plan en la segunda parte. Estaba obligado a guardar la ropa atrás, pero bien aleccionado con Flick para amenazar de vez en cuando. Pocos como Raphinha para dar picotazos al espacio. El brasileño se quedó a centímetros del toque decisivo en dos balones adelantados de Lamine y Koundé. Después de una buena parada a remate de Vanderson, Ter Stegen volvió a meter al Mónaco en el partido con un mal despeje de puños que casi convierte en gol en propia puerta y otra entrega de riesgo. El Barça dejó gotear minutos sin que pasara nada, pero Iñigo Martínez tuvo un segundo de relajación fatal y un pelotazo del Mónaco le cogió rompiendo el fuera de juego. Ilenikhena disparó al bulto, pero Ter Stegen se venció.

El 2-1 obligó a Flick a decisiones sorprendentes que sólo podían entenderse con una mirada larga. Quitó a Lamine o Lewandowski y terminó jugando con Gerard Martín y Sergi Domínguez. Seguramente, veía más cerca el 3-1 (que pudo llegar en un penalti del que se desdijo el colegiado) que el empate a dos y puso el foco en Villarreal. La intuición pudo advertirle con posibles lesiones de jugadores que han empezado con carga de minutos y prefirió dejarlo todo como estaba. Nada más empezar, al Barça ya le toca remar río arriba en Europa.

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