Belgrano le dio otro duro golpe a Boca y se terminó el ciclo Martínez

Belgrano le dio otro duro golpe a Boca y se terminó el ciclo Martínez

Olé

Al final, el partido contra Belgrano fue para darle la última estocada al ciclo de Diego Martínez en Boca. No por falta de reacción ni por intolerancia, sino porque -en sí mismos- los 90 minutos del Xeneize fueron para preocuparse aún si el equipo hubiese llegado en otra situación o con otro antecedente.


Pero como el escenario de los supuestos es una ilusión, en la calurosa noche cordobesa terminaron jugando pasado, presente y también el mensaje que el DT pudo haber intentado enviar a partir de lo que propuso en cancha para su final del mundo que terminaría siendo el final de su ciclo.

Y no fue un tema de carácter lo que definió la derrota en Alberdi, ante un Belgrano prolijo, luchador y peligroso de contra en las que decidió lastimar. No. El planteo inicial de Martínez no sólo no se comprendió desde lo estratégico, sino que es muy difícil de comprender desde lo conceptual.

Porque -más allá de haber parado al equipo a jugar en campo contrario- hacer jugar a Cavani de Merentiel, a Merentiel de Zeballos y tener al Changuito sentado en el banco podría parecer el colmo de una delantera inofensiva. Pero -luego de nueve meses de trabajo- seguir confundiendo a Kevin Zenón y cambiarle la punta cada diez minutos está más cerca ya de ser un error de diagnóstico y tratamiento de los graves.

Así, Boca se sostuvo en el primer tiempo (en el que el local llegó poco pero al menos llegó) gracias a un par de intervenciones de Aaron Anselmino en defensa. Y así, el primer tiro al arco ocurrió a los cinco minutos del complemento, cuando Zeballos (ingresado en el PT por Medina, quien salió tocado) remató al cuerpo de Espínola minutos antes de la apertura del marcador a través de un penal que Brey -figura a la postre por evitar la goleada histórica- atajó pero no pudo retener.

Sin embargo, y pese a que lo visto en cancha fue una evidencia difícil de contrarrestar, las pruebas de que el ciclo ya no tenía ningún tipo de futuro se pudieron adivinar desde el calentamiento previo (con un marcado contraste del trabajo del cuerpo técnico respecto de lo que se veía en el inicio del proceso) y las señales que se repitieron durante los 90 minutos.

Esos síntomas visibles partieron de un único mensajero: el propio entrenador. Porque así como durante la semana se le recriminó una actitud ciertamente pasiva durante el partido ante River, su lenguaje corporal en toda la noche de ayer fue el de un hombre derrotado.

Pero no sólo por sus gestos, su poca reacción a las emociones del encuentro o ese final cruzado de brazos durante casi 20 minutos, sin dar indicaciones ni atinar a cambiar una realidad ya juzgada.

No, lo que tal vez explique mejor este final suyo en lo que fue el sueño de su vida es que pareció vivir el partido sólo, bien sólo, buscando mensajeros en cancha apenas en los recién llegados Belmonte y Barinaga. Una escena vale como ejemplo de su casi nula charla con los referentes, y fue cuando Edinson Cavani (el capitán de su último barco) quedó tendido en el suelo muy cerca suyo tras una falta de Franco Jara que lo dejó dolorido. Los separaban metros y no hubo ningún contacto visual entre ellos ni queja alguna del DT por la falta que Arasa no cobró. Al levantarse, Cavani giró y se fue. Y Martínez también.


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