El
icono muniqués se convirtió en el jugador con más partidos en la
historia del Bayern y marcó el gol que certificó la victoria de los
muniqueses ante el Friburgo.
As
Thomas Müller ya lo ha demostrado todo. Ha ganado incontables Bundesligas. También cuenta con Copas de sobra en su palmarés. Pero la leyenda sigue con muchas ganas de jugar y
este domingo volvió a ser decisivo en una fecha que permanecerá en el
recuerdo de la hinchada del coloso alemán. El sempiterno Müller disputó su partido oficial número 710 con la camiseta del club de su corazón,
convirtiéndose de esta manera en el futbolista con más apariciones en
la historia del Bayern, y le puso la guinda a su día marcando el tanto
que certificaba la victoria por 2-0 de los suyos frente al Friburgo.
Seis puntos de seis y al parón.
El
conjunto local fue el claro dominador del encuentro desde el pitido
inicial, pero no fue hasta el 20 de partido que los bávaros lograron
acercarse con verdadero peligro al marco protegido por Müller. Kübler evitó in extremis que Musiala marcara a placer, pero los muniqueses siguieron a lo suyo y encontraron en el VAR a su mejor aliado. El
colegiado fue a revisar un duelo aéreo entre Kane y Rosenfelder,
decidió que la mano del badense tras un remate del inglés era punible y señaló al punto de penalti, desde donde el kíller adelantó al Bayern. Merecido.
Sin embargo, el hexacampeón de Europa no supo rematar la faena y le cedió demasiados metros al Friburgo en la segunda mitad. Entró Müller para convertirse en el hombre récord del Bayern,
pero el Friburgo estuvo a punto de amargarle la fiesta en un disparo de
Osterhage que Minjae logró despejar in extremis. Sufría el Bayern. No
estaba cerrado el choque. Hasta que apareció el mito. Centro de Gnabry. Control de muchísimos quilates de Müller. Y zurdazo hacia el fondo de la red. Höler pudo maquillar el resultado desde los once metros tras una mano de Palhinha, pero mandó el esférico a las nubes de la capital de Baviera.