ATLÉTICO, 2- VALENCIA, 0 / Gallagher pone música y la Araña, su primer mordisco

El inglés y el argentino se estrenan como goleadores con la rojiblanca ante un Valencia muy pobre y condenado por sus propios errores. Griezmann también marcó.

Patricia Cazón
As
El fútbol regresó al Metropolitano con el Atleti siguiendo la estela de Barça y Madrid. Y eso que Simeone de inicio dosificó a Julián, tanto partido por detrás y delante, pero jugaba con Sorloth, Grizi y Gallagher, además de De Paul. Enfrente un Valencia con el dedo en el revolver de la ruleta rusa otro año más. Colista y con siete bajas. Aun así Baraja tiraba sus cartas sin renunciar a su dibujo, ese 4-4-2, con Thierry en la izquierda y arriba Guerra, de regreso al once tras dos partidos suplente, y Gómez, pese a su nariz rota. Todos salieron al trote corto, sin terminar de tirar de las riendas.

El Atleti con paciencia, el Valencia, por si acaso. Pepelu y Guillamón no miraban adelante, no creaban, solo atrás, a defenderse. El área de Oblak no se pisaba. En la de Mamardashvili, Sorloth remataba todo, pero era un sicario sin pólvora. O, quizá, es que el portero georgiano, ahora del Liverpool pero un año más en Valencia, se la soploneó toda en la primera. En estos tiempos duros y fríos de Lim sus guantes son resguardo.

Ante Sorloth se agigantaron como Alicia tras comerse una galleta. El noruego hizo lo difícil: cuerpear a Tárrega para llevarse esa pelota que, inexplicablemente, Guerra había enviado hacia atrás. Luego corre hacia el área, se masca el gol. En el Valencia tiemblan todos menos quien no debe: Mamardashvili repele su disparo con el muslo como quien espanta una simple mosca. Dos minutos después ahí estaba de nuevo el gigante, gracias a un gran pase de Azpilicueta a la espalda de la defensa. Su control, con el brazo, invalidaba, pero por si acaso ahí estaba el portero para alzar otra barrera con los pies. El duelo se inclinaba vertical hacia su red. El Atleti vivía en su área como en una jornada de puertas abiertas, picoteando por aquí y por allá.

Una vez Thierry despejaba a ras de suelo un disparo de Grizi. Otra, no llegaba Lino. El Valencia, sobrepasado, comenzaba a protagonizar una película de terror, quizá por eso de jugar en la casa de Cerezo. Y, mientras el Atleti acumulaba córners (seis en el 35′), Oblak estaba tan lejos de los hombres de Baraja que parecía una foto lejana, no alguien de piel y real. En cuanto sobrepasaban la línea del centro perdían el balón. Todo eran errores. En pases, paredes y centros. Y encima el Atleti que seguía por su área buscando el jamón. Los guantes de Mamardashvili no resistirían mucho tanto picoteo. Fue antes del descanso, otro error grosero del Valencia, un control con escorzo en el centro que terminó en pies rojiblancos y los de Baraja obligados a correr hacia atrás. Grizi filtra, De Paul inventa un pase entre las piernas de Mosquera para brindarle al Metropolitano su particular oasis: gol de Gallagher, el primero ante su nueva afición. The Shock of the Lightning.

Baraja no esperó un minuto tras el descanso para darle la alternativa a Barrenechea. Con que diera un pase con criterio ya mejoraría todo lo anterior. Fue quizá su debut. O que los jugadores de Baraja simplemente se habían mirado al espejo y no se habían reconocido. El Atleti inició la segunda parte plantándose con facilidad ante Mamardashvili, siempre por la derecha de Llorente, pero ahora el Valencia daba un paso adelante y, por lo menos, comprobaba que Oblak tenía carne y no era solo un holograma lejano. Guerra remató por dos veces antes de que Grizi recordara que el Valencia es uno de esos rivales capaces de hacer de la simple hierba un jardín a sus pies (13 goles). Centra Llorente, Lino remata mal y la pelota queda suelta en el área para que el francés la patee a la red y alce el nuevo-viejo-escudo a la grada con su sonrisa radiante. Simeone lo celebró con sus primeros cambios: Correa y Julián, adentro.

El Valencia, tiraba de casta, del pundonor de Guerra, de dejar de arrastrar por la hierba un escudo tan grande, con tanta historia. Intentaba presionar, recuperar, mantenerse en bloque medio, aunque el segundo gol le hubiese matado. Como al partido. Terminado en el 54′ aunque el balón rodara, Grizi juegase de centrocampista, el Valencia hiciera al menos un remate a puerta y el Atleti encadenara su cuarto partido sin encajar, con esa pareja, Le Normand y Giménez, que recuerda al pasado. Pero mirando al futuro. Que pase la Champions. Hasta la Araña ha sacado ya su aguijón (para marcar ese ansiado primer gol de rojiblanco y cerrar del todo la noche en el 94′).

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