San Lorenzo desperdició una chance enorme y para seguir en la Copa deberá buscar la hazaña en Brasil
Empató 1-1 con el Atlético Mineiro de Diego Milito
“Vamos a volver a salir campeones, vamos a ganar la Libertadores; queremos la Copa”, un grito de guerra, mientras estallaban los fuegos de artificio en el playón. Diez años atrás, el contraste. El mismo escenario, la misma fecha y el momento histórico más glorioso del Ciclón, que desanduvo una noche mágica en el Nuevo Gasómetro con la conquista más valiosa y esperada: la Copa Libertadores.
Un marco copero, aunque con algunos claros en la tribuna visitante, pero la tensión no resulta la misma. De la fiesta de una década atrás al nerviosismo y el clima agitado de un presente que agobia y se traduce en múltiples reclamos. Poco más de media hora antes del partido, con los dos planteles ensayando la entrada en calor en el campo de juego, la voz del estadio nombró a aquellos futbolistas que escribieron la página dorada bajo la conducción de Edgardo Bauza. Los aplausos para Néstor Ortigoza –dejó de ser el encargado del fútbol; “No vengo como dirigente, sino como campeón de América”, señaló en la entrada al estadio Pedro Bidegain el autor del gol de la final con Nacional, de Paraguay, que desistió al pedido de que no asistiera para bajar los decibeles- y la ovación para el actual entrenador Leandro Pipi Romagnoli, síntomas de a quiénes el público respalda en los pasajes turbulentos.
Lo mejor de San Lorenzo vs. Mineiro
El contexto de crisis deportiva e institucional, la falta de credibilidad, el caos y los parches que son soluciones pasajeras para un gigante que se malacostumbró a deglutirse a las leyendas. La salida de Rubén Insua y ahora Romagnoli, que tomó el control y que precisaba redescubrir el rumbo. Con un ciclo con una irregular estadística, puso el cargo a disposición tras perder con Atlético Tucumán, 96 horas atrás. El presidente Marcelo Moretti, a quien el hincha cuestiona desde hace un tiempo con el mercado de pases como blanco de las críticas, lo ratificó para la serie con Atlético Mineiro. Una señal incómoda que el equipo debía revertir para alimentar una ilusión, la única después de la eliminación de la Copa Argentina y la floja campaña en el la Liga Profesional.
Dos estilos definidos. El Ciclón, con la presión como bandera para robar la pelota lo más cerca del área rival, y Atlético Mineiro, apelando a la paciencia y la sucesión de pases para avanzar con la pelota. Por pasajes el ímpetu de San Lorenzo se convertía en desorden o errores que impedían crecer. Y los brasileros, utilizando el ancho del terreno, avisaron con un remate de Gustavo Scarpa que Altamirano rechazó al córner. La respuesta azulgrana llegó con un disparo desviado de Reali, tras la recuperación de la pelota de Cuello sobre Fausto Vera.
Sin un dominador, una acción aislada se presentó como una llave para la serie: Reali se quitó el ropaje de desequilibrante y se colocó el overol para quitarle la pelota a Saravia y lanzar un preciso centro a Cuello, que en el centro del área y de cabeza dejó inmóvil a Everson. La inyección de confianza que el equipo que diseñó Romagnoli necesitaba para espantar los fantasmas que lo acorralaron en el pasado reciente.
Aplicado para limitar los espacios, con Irala saltando desde la zona de volantes e incomodar el inicio de la jugada de Atlético Mineiro y Remedi –se infiltró para no ausentarse, aunque en el entretiempo fue reemplazado por Sosa, y sumarse a la baja de una pieza determinante como Malcom Braida- actuó como termómetro para adelantar las líneas o hacerlas retroceder. San Lorenzo, con menos tenencia del balón, era el que marcaba el pulso. Campi y Luján aislaban al peligroso Deyverson; Gustavo Scarpa y Paulinho se movían bien, pero lejos del área, y Bernard era una sombra… Así, Romagnoli observaba la eficacia de su estrategia para defender.
Con la mitad del plan a su favor, retrasarse y ofrecerle el control al rival era un método de riesgo. Si se iluminaba Reali, San Lorenzo podía hacer daño. Un error de Altamirano desarmó la escena: Paulinho tomó el regaló, empató y ya nada fue lo mismo. San Lorenzo se anudó y Atlético Mineiro se hizo dueño sin ser profundo: ya tenía el objetivo de definir en una semana en su cancha el pasaje a los cuartos de final.