Rodrygo se hace fuerte
Goleador en Son Moix, muy participativo y con la confianza de Ancelotti. En los instantes finales, los sustituidos fueron Bellingham y Vinicius.
Los focos de la Supercopa habían apuntado hacia Mbappé, Vinicius y Bellingham, aunque no los de Ancelotti. De puertas para dentro respaldó a Rodrygo y le felicitó por su partido. También de puertas para fuera: “Aporta mucho, en Varsovia cuando nos pusimos en 4-4-2 él trabaja mucho con la línea de los medios. Debe focalizarse en ese trabajo, lo hace muy bien, los datos dicen que aporta mucho, en defensa y en ataque”. Lo hizo, pues el brasileño tuvo una actuación tridimensional. Todo a la vez y en todas partes. Sólo Valverde (seis) superó sus cinco recuperaciones de balón y nadie completó más pases en el último tercio (28) ni firmó más centros exitosos (cuatro) que Rodry. Una aportación en destrucción y el construcción, complementada con finalización. Colmillo, más todo lo demás.
Inamovible
Replicó su arranque del curso pasado. En San Mamés, ante el Athletic, y en Son Moix, el primer goleador del Madrid en Liga fue Rodrygo. Aunque tuvo dos ocasiones para arrancar con doblete. Poco después del tanto fusiló a Greif y este repelió el chut y ya en el segundo tiempo acarició el 1-2, pero no pudo conectar un balón que merodeó la portería local tras una ocasión de Mbappé. No hubo segundo zarpazo, pero sí refuerzo de confianza por parte de Carletto. Esta vez con hechos además de palabras. Con el equipo blanco empantanado en busca del ADN, el italiano agitó el tridente. Bellingham y Vinicius dejaron hueco a Brahim y Güler. Era el 88′, sustituciones tardías. Pero Rodrygo, sea como fuere, no se movió. Un detalle que digirió con gusto el brasileño, habitual objetivo de la tablilla de cambios cuando había que mover el árbol. Premio y mensaje.
Dentro del 4-3-3 o 4-2-3-1, con momentos de 4-4-2, que planteó Ancelotti en Palma, Rodrygo lució como verso libre. Mucho más que en Polonia. Sacrificado en tareas defensivas, pero con mucho vuelo para generar. Ofensivamente, el de Osasco apareció en los pasillos interiores, combinó con sus compañeros (ya decimos que fue el mayor pasador en el tercio final del campo), se ofreció para generar superioridades y trató de conectar una vanguardia y una sala de máquinas demasiado separadas. Un Rodrygo a lo Benzema, muy necesario en una temporada (sin Kroos) en búsqueda del equilibrio perdido. “Lo necesitamos, ya lo dijimos: somos muy ofensivos y el equilibrio es fundamental”. El violinista entre tanto trombón es Rodrygo.