Nicolás Maduro se atrinchera con la ayuda de un Tribunal Supremo servil
Su círculo íntimo es otra barrera para un acuerdo de salida
La presión diplomática regional para que el régimen se comprometa con la oposición no avanza mucho. Los diplomáticos tienen que convencer no sólo a Maduro, sino también a sus confidentes más cercanos, a los que se dio aún más poder en una remodelación el 27 de agosto. Están profundamente implicados en los crímenes del régimen, pero algunos tienen incluso menos probabilidades de acabar amnistiados que Maduro, lo que hace que el compromiso sea menos atractivo.
Aparte de su esposa y su hijo, el círculo íntimo de Maduro está formado por cuatro personas. Todas ellas están sancionadas por el Gobierno de Estados Unidos. Vladimir Padrino López, ministro de Defensa al mando del ejército, podría en teoría obligar al presidente a dimitir. Pero es un leal incondicional, en parte porque se sabe que se beneficia de una red de empresas y propiedades dentro y fuera de Venezuela. Ha sido acusado por fiscales estadounidenses de narcotráfico. El gobierno venezolano niega todos los cargos contra él y otros altos cargos.
El otro militar es Diosdado Cabello, capitán del ejército, vicepresidente del partido gobernante y recién ascendido a ministro del Interior. Se le considera uno de los hombres más ricos y poderosos del país, dueño de una red de contactos militares y civiles que desarrolló como estrecho aliado del difunto presidente Hugo Chávez. El gobierno de Estados Unidos ha ofrecido 10 millones de dólares por información que conduzca a su detención en relación con acusaciones de narcotráfico y narcoterrorismo.
El jefe de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, y su hermana, Delcy Rodríguez, vicepresidenta y recientemente nombrada ministra de Petróleo, completan el gabinete. Su padre fue un marxista que murió en 1976 tras ser torturado por hombres de seguridad. Rodríguez ha dirigido anteriormente las conversaciones con la oposición y Estados Unidos. También es el principal propagandista del gobierno, y recientemente promovió la mentira de que los recuentos electorales cotejados por la oposición eran falsos.
Delcy Rodríguez, que estudió en París a los 20 años, ha sido presentada como la cara aceptable del régimen a gobiernos extranjeros e incluso se ha barajado como posible candidata presidencial. Antes de las elecciones, los diplomáticos de Caracas, la capital, se preguntaban cómo tanto ella como su hermano, que parecían tan intransigentes en televisión, eran tan encantadores y razonables en persona. Los límites de ese encanto son ahora evidentes. Ellos, y otros aliados cercanos, se han mostrado dispuestos a desafiar la voluntad del pueblo y dejar que Venezuela sufra, porque les conviene.