¿Miedo a la felicidad?: por qué sucede y qué aconsejan los expertos para evitarlo
Un estudio divulgado por la Asociación Americana de Psicología, de Estados Unidos, planteó que las personas que se preocupan demasiado por cuán felices son tienden a experimentar menos satisfacción con la vida. Los detalles y el análisis de especialistas a Infobae
La investigación se basó en tres experimentos realizados con más de 1.800 participantes, incluyendo estudiantes de la Universidad de Yale y ciudadanos estadounidenses y de Canadá. Ellos respondieron a cuestionarios que exploraban sus creencias sobre la felicidad, su bienestar psicológico y la presencia de síntomas depresivos, entre otros factores.
Los resultados mostraron, a grandes rasgos, que evaluar y juzgar constantemente el propio nivel de felicidad podría disminuir la satisfacción con la vida. Es que según la investigación, las personas que se preocupan demasiado por cuán felices son tienden a experimentar un bienestar menor, debido en parte a una mayor negatividad y decepción respecto a los eventos positivos que viven, que pueden no alcanzar las expectativas.
Este comportamiento de autoevaluación está fuertemente vinculado a la comparación social, de acuerdo a los autores, ya que los individuos que constantemente juzgan su propia felicidad suelen compararse con los demás, lo que puede generar un miedo a no estar a la altura o a no ser tan feliz como quienes les rodean. Este temor alimenta un ciclo de insatisfacción que afecta negativamente el bienestar.
Según la experta, “hay muchas presiones sociales que fomentan la falacia de que las personas deben sentirse felices todo el tiempo para lograr un mayor bienestar. En general, permitirse experimentar las emociones, ya sean positivas o negativas, con una actitud de aceptación podría ser una herramienta útil para buscar la felicidad y aumentar el bienestar. A su vez, tener expectativas altas sobre la propia felicidad puede ser perjudicial porque hace más difícil alcanzar el nivel de felicidad que esperamos de un evento positivo”.
El estándar de felicidad
Infobae consultó a expertos sobre esta perspectiva. En primer lugar, la psicóloga Alicia Galfasó, especialista en psicotraumatologia y psicología de la emergencia, se refirió a lo que muchos llaman “autoboicot”, que está asociado en muchos casos al miedo o al juicio frente a la felicidad.
“El autoboicot es algo inherente al ser humano, casi por naturaleza. Cuando algo empieza a andar bien, tenemos que cuestionarlo, o muchas veces lo bloqueamos y nos da miedo ser felices. Esto está muy relacionado con el concepto de libertad. Vivimos en un mundo con mucha presión para ser felices, y parece que el estándar no solo es ser feliz, sino también tener Nos parece maravillosa la libertad hasta que nos damos cuenta de que la tenemos. Y cuando tenemos libertad y somos conscientes de ello, nos llenamos de tantos miedos que aparece el boicot, porque nos damos cuenta de que realmente podemos hacer lo que queramos, por ejemplo, y solemos ‘culpar’ a factores externos por no poder hacerlo”.
“Todos nos autoboicoteamos en algún momento -siguió Galfasó-. A veces lo registramos, a veces ni nos damos cuenta, pero está muy relacionado con dar ese paso que no nos atrevemos a dar y al miedos frente a la mirada del otro, Entonces, preferimos no hacerlo”.
Por su parte, el psicólogo Alexis Alderete, especialista en trastornos de ansiedad y entrenamiento en habilidades de Fundación Foro, apuntó en diálogo con Infobae: “El autoboicot o autosabotajes son aquellos comportamientos, patrones de pensamientos o creencias arraigadas que tienen las personas que impiden que puedan alcanzar sus objetivos, bienestar personal o desarrollar su máximo potencial”.
De acuerdo a Alderete, algunas de las causas que originan el autoboicot son las siguientes.
- Miedo al éxito. “Algunas personas, por ejemplo, aunque parezca contradictorio, evitan a toda costa cualquier responsabilidad o sumar más tareas que conduzan a puestos de mayor liderazgo en un trabajo, para no tener que agobiarse con la sobrecarga que esto implicaría”, explicó el especialista.
- Baja autoestima. Alderete describió: “Se trata de aquellos que creen que no merecen ser exitosos o tiene internalizado por experiencias pasadas que siempre que lo intenten van a fracasar. Incluso, así, pueden llegar a desistir de seguir luchando por sus metas”.
- Pensamientos o creencias limitantes. Las personas tienen creencias o pensamientos negativos cuando se enfrentan a ciertas situaciones deseadas que creen no merecer, lo que hace que frenen todo comportamiento o búsqueda activa.
En tanto, el médico psiquiatra Sergio Grosman, presidente del Capítulo de Psicoterapias de la Asociación de Psiquiatras de Argentina, analizó ante la consulta de Infobae: “Es importante tener en cuenta cómo cada persona imagina la felicidad, porque ese imaginario de cómo sería ser feliz o cómo conceptualizamos la felicidad nos moldea en la manera en que nos vemos a nosotros mismos y en cómo evaluamos si estamos siendo felices o no”.
Según Grosman, “para algunas personas, ser feliz es una cuestión de comparación con los demás. Para otras, implica cumplir con ciertas metas. Sin embargo, lo mejor es pensar a la felicidad como un camino y no como una meta. Es decir, como algo que tiene que ver con valorar los sucesivos aprendizajes de las experiencias que nos toca vivir. A veces no nos damos cuenta de que somos felices hasta que perdemos algo, y es en ese momento cuando lo pensamos. Puede ser un vínculo, una amistad, un amor, una persona que nos acompañaba o un trabajo que nos daba sentido”.
“Los ideales sobre qué es la felicidad, si son pocos realistas o están nutridos por la cultura del éxito permanente, crean una presión constante para alcanzar una felicidad ‘perfecta’, que en la práctica es inalcanzable. De ese modo, se genera una disconformidad y frustración, ya que las personas se sienten continuamente insatisfechas con el nivel de felicidad que tienen. La felicidad no es algo estático o que logramos en forma permanente”, señaló el experto.
“La mayoría de los seres humanos tenemos deseos contradictorios -dijo Grosman-. Por ejemplo, podemos desear tener una silueta delgada y, al mismo tiempo, querer comer una torta de chocolate. Si no entendemos que a veces comeremos la torta de chocolate a expensas de una silueta más idealizada, y que otras veces nos cuidaremos y comeremos menos torta para mantener esa silueta, entonces podríamos pensar que nos estamos boicoteando. En algunos momentos es importante para mí darme el gusto de comer algo que me gusta, y en otros es más importante cuidarme. Hay una ambivalencia que debemos sobrellevar y tener en cuenta, porque de lo contrario, cada vez que actuemos inclinándonos hacia uno de los lados de esa ambivalencia, pensaremos que nos estamos boicoteando, lo cual es un error. Lo que realmente estamos haciendo es encontrar un equilibrio en esa ambivalencia”.
A su turno, Martín Wainstein, profesor consulto e investigador de psicología social de la Universidad de Buenos Aires (UBA), desarrolló en conversación con Infobae: “Lo que se describe como felicidad está relacionado fundamentalmente con una sensación de gratificación o bienestar, generalmente vinculada con la obtención de ciertas metas. Es decir, está bastante asociada a la idea de éxito en la resolución de un problema o en el alcance de objetivos. Estos estados de felicidad suelen derivarse de la consecución de alguna meta. La gratificación proviene, en muchos casos, de la superación de expectativas”.
“No utilizaría mucho la palabra ‘autoboicot’, ni lo vería como un miedo a ser feliz. Esa es una interpretación posible, pero, en realidad, el gran enemigo de la gratificación o de la felicidad obtenida a partir del logro de objetivos está relacionado con lo que se denomina técnicamente como ‘ansiedad de rendimiento’. Cuando una persona se fija un objetivo, el camino hacia él generalmente implica realizar acciones que demandan un cierto estado de alerta o de esfuerzo, que viene acompañado de un nivel de ansiedad y un compromiso emocional. Si esto es excesivo, aumenta sistemáticamente a medida que se acerca el momento de alcanzar la meta, y es probable que la persona abandone el esfuerzo debido a un exceso de ansiedad”, planteó Wainstein.
Al tiempo que resaltó: “Esta ansiedad puede transformarse en angustia, lo que provoca una actitud evitativa y el abandono de la meta. Esto es típico cuando alguien prepara un examen, por ejemplo, y, a medida que se aproxima la fecha, aumenta la ansiedad y se bloquea la posibilidad de estudio. Llegado el momento del examen, la persona evita presentarse. Esto ocurre no solo con exámenes, sino también con citas amorosas, entrevistas laborales, competencias de alto rendimiento, o cualquier situación donde esté en juego la expectativa de alcanzar una meta que, si se lograra, sería muy gratificante”.
“Hay personas que se escapan de exámenes, de matrimonios o de diversas circunstancias en las que está en juego la autoestima vinculada al éxito o al cumplimiento de un objetivo muy esperado. En general, se tiende a interpretar esto como un autoboicot, sugiriendo que la persona tiene un deseo de alcanzar algo, pero se sabotea a sí misma y evita hacer lo necesario para lograrlo. Sin embargo, esta versión pasa por alto el aumento sistemático de la ansiedad, que produce un efecto de saturación y lleva a la persona a abandonar la carrera hacia el objetivo. Vivimos en una cultura que enfatiza la necesidad de ser feliz, de tener un cuerpo excelente, de comer de manera saludable, y ahora también de vivir muchos años con buena calidad de vida. Estos son los grandes objetivos de la época, y también hay una gran preocupación por el tipo de pareja que se debe tener”, dijo el experto.
Finalmente, la psicoanalista Agustina Verde (MN 72893) dialogó con Infobae y consideró: “Si la exigencia es ser feliz siempre, como autoimposición, se caería en el autoboicot y consecuentemente en la sensación de frustración. En el consultorio, aparece mucho el autoboicot, que es un comportamiento en el que una persona se pone trabas a sí misma para alcanzar metas u objetivos. Por ejemplo, puede suceder que desee cambiar de trabajo, debido a que siente que cumplió un ciclo, pero al querer concretarlo, aparecen diferentes miedos, inseguridad, baja autoestima, o creencias limitantes que dificultan ese cambio de etapa y puede, en consecuencia, elegir permanecer incomodo en ese lugar”.
“Los individuos suelen tener miedo a salir de ciertos esquemas de conocimiento y, en consecuencia, puede aparecer el miedo a ser feliz o a conectarse con la vida de una manera distinta a la que se conoce. Esta es la famosa zona de confort: prefiero quedarme en una incomodidad conocida. Tenemos ciertas creencias y esquemas de conocimiento para mirar el mundo, para vincularnos con nosotros mismos y con otros. Aprendemos de la familia que venimos, de las experiencias que vivimos o de cómo fuimos nombrados. Salir de estos esquemas de conocimiento puede generar miedo, y por eso puede aparecer el autoboicot”, postuló Verde.
Y cerró: “Es importante que cuando se propongan metas, se establezcan objetivos y pasos concretos. Es decir, metas cortas y organizadas para llevarlas a cabo y permitirse avanzar. Otra clave es racionalizar esos pensamientos, poder observar qué los genera y qué pasa cuando vas viviendo las experiencias de autoboicot. Hacer terapia es útil para aprender a escucharte y validarte. Es necesario para soltar estas conductas ya que vienen arraigadas desde el pasado”.