Lula da Silva nombró a Gabriel Galípolo como próximo titular del Banco Central de Brasil
Este economista de 42 años asesoró al mandatario durante su última campaña electoral y trabajó mano a mano con el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, como su subsecretario
El nuevo titular tomará las riendas de un banco que se ve enfrentado a proyecciones de un aumento de la inflación en la mayor economía de América Latina. Este mes, las autoridades monetarias afirmaron unánimemente que no dudarán en subir las tasas si fuera necesario, lo que supone un importante cambio de orientación tras la interrupción del ciclo de relajación monetaria en junio. Esta postura choca con las exigencias de Lula de reducir los costos de endeudamiento para ayudar a impulsar el crecimiento económico y mejorar el nivel de vida de los brasileños.
Los analistas encuestados por el banco central estiman que la inflación anual se mantendrá por encima de la meta del 3% al menos hasta 2027. Los precios al consumidor se han visto presionados por una combinación de mayor gasto público, una moneda más débil, un mercado laboral tenso y una actividad económica mayor de lo esperado.
Aunque la mayoría de los analistas prevén que las tasas se mantendrán estables en el 10,5% hasta finales de 2024, los operadores y algunos economistas apuestan por alzas en septiembre.
Campos Neto, nombrado en 2019 por el ex mandatario Jair Bolsonaro, ha sufrido la ira de Lula hacia la política monetaria. Recientemente, tildó al ex jefe de la mesa de operaciones del Banco Santander de “adversario político” que “no respeta” a la clase media de Brasil.
Los aliados de Lula endurecieron sus críticas contra Campos Neto después de que se le viera votando con una camiseta de fútbol brasileño que suelen usar los partidarios de Bolsonaro. Este año, participó en una ceremonia en su honor organizada por el gobernador del estado de San Pablo, Tarcisio de Freitas, visto por muchos como el heredero político de Bolsonaro.
Galípolo, por su parte, asesoró a Lula durante su última campaña presidencial y trabajó mano a mano con Haddad como su subsecretario antes de incorporarse al consejo del banco central en 2023.
Galípolo se convirtió en una de las personas a las que acudía el presidente cuando buscaba entender las reacciones del mercado financiero a las declaraciones sobre la economía. A medida que Lula se irritaba cada vez más por las tasas de interés altas, era Galípolo quien participaba en reuniones clave en el palacio presidencial para argumentar a favor de la meta de inflación.
A diferencia de muchos cercanos de Lula, Galípolo no proviene del Partido de los Trabajadores ni tiene una relación de décadas con el presidente. Mientras que el jefe de Estado saltó a la fama como líder sindical, Galípolo tiene experiencia al frente de un banco local y ha profundizado sus conexiones con los inversionistas en su actual cargo.
No obstante, los mercados financieros siguen preocupados por la posibilidad de que la autoridad monetaria se muestre más indulgente con la inflación una vez que Galípolo y los nuevos miembros del comité asuman sus funciones. En mayo, en una decisión de política monetaria dividida, Galípolo se puso del lado de los otros directores del banco nombrados por Lula para respaldar un mayor recorte de tasas, incluso cuando las estimaciones de inflación aumentaban rápidamente.
La decisión provocó la reacción de los inversionistas y el desplome de los activos locales. Desde entonces, los miembros del comité han votado unánimemente, subrayando que hay consenso en sus perspectivas económicas y en la necesidad de controlar la subida de los precios al consumo.
“Galípolo no tiene el perfil tradicional de un banquero central”, señaló antes del anuncio Tony Volpon, ex director de asuntos internacionales del banco central. “Todavía existe una gran desconfianza por parte de los agentes del mercado, y sus primeros movimientos serán cruciales para establecer su compromiso con el régimen de objetivos de inflación y hasta qué punto seguirá esas reglas”.
El propio Galípolo ha abogado por un frente unificado, señalando que no intervendría en la moneda sin el pleno apoyo del comité. En recientes discursos públicos también ha dicho que el banco no debería agregar volatilidad a los mercados, lo que apunta a un enfoque prudente de la política monetaria.
Anteriormente en agosto, afirmó que las alzas de tasas estaban sobre la mesa y que los miembros del comité harán “lo que sea necesario” para que la inflación vuelva a la meta, comentarios que se consideraron más restrictivos que sus posturas anteriores.
Aun así, es probable que la política monetaria siga politizada tras la salida de Campos Neto. Los operadores analizarán con lupa los movimientos de Galípolo y juzgarán sus decisiones sobre las tasas de interés en función de hasta qué punto encajan con los llamados de Lula para reactivar la economía.
“Es un honor, un placer y una inmensa responsabilidad ser nombrado (presidente del Banco Central). Sabemos que aún depende de la aprobación del Senado, pero es un honor”, dijo este miércoles Galípolo a los periodistas, al lado de Haddad.
Licenciado en Economía y con una maestría en Economía Política, Galípolo fue secretario de Transportes Metropolitanos y de Economía y Planificación entre 2007 y 2008 en el Gobierno del estado de San Pablo. Después trabajó en el sector privado, como socio-director de una consultoría y como director ejecutivo del Banco Fator.
En 2022, pasó a ser consejero de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp), la patronal más poderosa de Brasil, y en 2023, primer año del mandato de Lula, se incorporó al equipo económico de Fernando Haddad como viceministro.
A mediados de ese mismo año, el Gobierno le nombró director de Política Monetaria del Banco Central con el objetivo de cambiar el balance de pesos en las votaciones del órgano emisor en relación a los tipos, que empezaron a bajar, aunque de forma muy tímida.
Galípolo es un defensor de la bajada de las tasas de interés en un momento en que la inflación del país se sitúa en el 4,5 % interanual, aunque el mercado, quien ya daba por descontado su nombramiento, le ve como un equilibrista entre la responsabilidad fiscal y la monetaria.
De ser ratificado por el Senado, su mandato será de cuatro años.