Lo peor es la violación de los derechos humanos en Venezuela y el silencio de tantos
Algunos países amigos saben que el “baño de sangre” que amenazó el tirano es una consecuencia inevitable de su perpetuación violenta y están dispuestos a consumarlo, cueste lo que cueste
Las persecuciones que se le hacen a los ciudadanos que se manifiestan afines a Edmundo González Urrutia es violatoria de todo respeto mínimo por los derechos humanos. Esa gente sale a las calles a jugarse la vida y el régimen los mata. Sin vueltas. Un dislate descomunal.
Esta Venezuela terrible de hoy es la que todo lo ominoso y pérfido se hace carne en sus déspotas, ganando tiempo y horas. Buscando además dividir infantilmente a quienes fueron convalidados por la ciudadanía. Maniobras burdas y menores.
El presente, además, es un escenario donde el acting es permanente. Las conferencias de prensa (como la de ayer de más de dos horas y media del tirano y sus cómplices) amañadas, con videos, pantallas, escenificaciones, actores de gobierno que se reparten la narrativa es todo hija de un modelo comunicacional que conocemos a las mil maravillas. Ellos saben que están en una movida donde tienen poco margen, o nulo. Saben que lo que les quiere ofrecer algunos países “amigos” no se condice con sus apetencias reales. Saben que el “baño de sangre” que amenazó el tirano es una consecuencia inevitable de su perpetuación violenta y están dispuestos a consumarlo, cueste lo que cueste. Es un camino unidireccional. Y, ahora, con países por fuera de la región que deberían causar estupor por su anclaje en territorio venezolano de manera aún más intensa. No lo ve el que no lo quiere ver.
Mientras tanto, en la comunidad internacional hay algunos que creen que Venezuela es el territorio que les permite canibalizar el drama y desde allí montan sus narrativas épicas. Otros, más sutiles, pretenden el camino de la incidencia “dialoguista” como si fuera posible conversar con un tirano que solo pretende seguir en su bucle alienante convencido que ese es su destino. Y están los bien intencionados que poseen pocos recursos dialécticos y poca capacidad de incidencia. Con franqueza, ninguno de todos ellos parecen encontrar el camino para ayudar efectivamente a Venezuela. Ojalá se encuentra la filtración en la pared, ojalá la ciudadanía logre su destino sin víctimas, ojalá, solo ojalá. Y ojalá la comunidad internacional unifique su visión, solo así hará punzante su voz, si hay diversas visiones, gana el que así lo desea.
El tirano ha logrado pasar otros momentos parecidos a estos, su negocio es ganar tiempo y cada día que suma, es una victoria bélica que festeja con su nomenclatura.
El pueblo de Venezuela necesita ser arropado por los que creen en los derechos humanos, en la democracia y en el respeto por la vida.
No deberían estar sin compañía mayoritaria en estas horas infernales.
La historia recuerda todo, todo.