Las fuertes quejas de una campeona por las condiciones de higiene en la Villa Olímpica de París: “Vivíamos en la inmundicia”
La australiana Ariarne Titmus dio detalles de su estadía en el alojamiento preparado para los atletas en los Juegos Olímpicos
La deportista de 23 años dio más detalles sobre su estadía en el sitio donde se alojaron los atletas en París. “El baño en mi apartamento era más grande que la sala de estar. Nuestras sábanas se cambiaron solo la primera noche y no se volvieron a cambiar durante el resto de nuestra estadía, así que estábamos viviendo en la inmundicia”. Además, Titmus reveló que tuvieron que mentir para recibir papel higiénico adicional, ya que el suministro era limitado a un rollo por cuatro días para todo el departamento.
Ceccon expresó su descontento con las condiciones de la Villa Olímpica inmediatamente después de no haber calificado para la final de los 200m espalda. “No hay aire acondicionado, hace calor, la comida es mala”, dijo tras la competencia. Y tras eso, agregó en su explicación sobre su experiencia en la casa de los deportistas: “Muchos atletas se mudan por esta razón: no es una coartada ni excusa, es la realidad de lo que tal vez no todos saben. Estoy decepcionado de no haber llegado a la final, pero estaba demasiado cansado”.
Las críticas del atleta de Italia no fueron un caso aislado. Otros deportistas compartieron sus experiencias personales respecto a los deficientes alojamientos en la Villa Olímpica. La tenista estadounidense Coco Gauff fue una de ellas y reveló que el equipo femenino de tenis de Estados Unidos abandonó el lugar debido a que los cuartos eran “demasiado estrechos”, tal como lo señaló en un video de TikTok en el que compartió su descontento con sus millones de seguidores.
Los problemas no se limitan a la temperatura y al espacio en los departamentos. Según el periódico The Times, el jefe de la Asociación Olímpica Británica, Andy Anson, mencionó que tuvieron que llamar a chefs privados como medida de emergencia. “No hay suficiente de ciertos alimentos: huevos, pollo, ciertos carbohidratos, y luego está la calidad de la comida, con carne cruda siendo servida a los atletas”.
La nadadora francesa Assia Touati también lamentó la falta de aire acondicionado, mientras que la jugadora australiana de waterpolo Matilda Kearns publicó en redes sociales que “ya recibió un masaje para reparar el daño” por dormir en el colchón. La múltiple campeona de gimnasia, Simone Biles, tampoco quedó fuera de la polémica: utilizó su cuenta de TikTok para indicar que las camas “apestan”, aunque mencionó que su equipo estaba consiguiendo colchones adicionales.
A esto hay que sumarle la fuerte declaración de Santiago Gómez Cora, el entrenador de Los Pumas 7s, el seleccionado argentino de rugby seven, quien también apunto contra la organización. “Dejé todo lo que decía París, en ropa, en recuerdos, en cosas que nos habían regalado. No extraño nada de Francia. Hostilidad, estadios, la gente que recibía insultos en la calle, familiares y amigos, la verdad que no me quedo con nada de París”, sorprendió.
El líder del equipo detalló las dificultades encontradas en las instalaciones, señalando la escasa calidad gastronómica y las largas filas para poder alimentarse. “No había buena comida y había muchas colas para comer. La verdad que no fue buena la organización. No fueron buenos los traslados, tampoco. Se hicieron filas largas para comer. No había proteínas”, explicó. Y en su análisis argumentó su crítica: “Está de moda esto de que no hay proteínas y que la comida sea vegana o vegetal. Hacíamos colas de 40 minutos para que te den una hamburguesa o lo que servían de carne. Esperar 40 minutos es mucho para un deportista de alto rendimiento”.
La Villa Olímpica de París albergó aproximadamente a 15.000 residentes, de los cuales 10.500 fueron atletas, entre el 26 de julio y el 11 de agosto. A pesar de las quejas, los organizadores implementaron varias provisiones para que los atletas se sintieran “como en casa”. Entre estas medidas sobresale la distribución de alrededor de 300.000 preservativos, continuando una práctica instaurada desde los Juegos de Seúl 1988, orientada originalmente a la concienciación sobre el VIH/SIDA.