El mito de “El salvador de París”, el comandante nazi que se negó a destruir la capital francesa
El 25 de julio de 1944, Dietrich Von Choltitz capituló ante la avanzada aliada. Su figura se convirtió en leyenda por haber desobedecido a Hitler, pero los historiadores aseguran que “era lo que el mundo necesitaba” y que hubo otras razones personales y políticas detrás
El general de la Wehrmacht (Fuerzas Armadas de la Alemania nazi) “se dijo: ‘No obedeceré semejantes órdenes’”, una decisión con la que puso en peligro su propia vida y la de su familia, sostiene su hijo en una entrevista.
En 2014, el director alemán Volker Schlöndorff volvió a tratar el asunto en “Diplomacia”, una película de ficción, según él mismo aclaró.
“Mi padre amaba París como a ninguna otra ciudad”, insiste su hijo Timo von Choltitz. “Los franceses lo convirtieron en el salvador de París” y de ese modo “se convirtió en una leyenda”, subraya.
“General, (...) usted ha realizado un acto histórico, uno de esos que podrían acercar a nuestros dos países”, le escribió en 1954 el alcalde de París, Pierre Taittinger, poco antes del décimo aniversario de la liberación de París, en una clara muestra de la buena reputación de que gozaba por entonces Von Choltitz.
En sus memorias publicadas poco antes, el militar se describe a sí mismo como una figura heroica, en un relato adecuado al contexto de reconciliación franco-alemana.
El exmilitar nazi, a cuyo funeral asistieron en 1966 altos oficiales franceses, habría entendido, según sus propias palabras, que las órdenes de destruir París “procedían de un hombre dominado por la locura”.
Esa imagen era “la que el mundo necesitaba. La gente quería creer en esa leyenda”, explica hoy la historiadora y cineasta Françoise Cros de Fabrique.
En un documental de 2019, la directora sostiene que Von Choltitz “quería sobre todo salvar su pellejo” y que el cónsul general de Suecia, Raoul Nordling, le habría convencido de que desobedecer la orden del Führer le evitaría ser acusado de crímenes de guerra, aunque pasara un tiempo tras las rejas.
Además, Von Choltitz “nunca dejó de pedir refuerzos”, agrega Françoise Cros de Fabrique, que ve en esos pedidos una señal de que el comandante militar de París no disponía de todas formas de los medios para destruirla.
El historiador Fabrice Virgili, que publicó las memorias del diplomático sueco, opina lo mismo: “Los aliados estaban cada vez más cerca. Él temía caer en manos de la Resistencia”, sostiene, recordando que al inicio de la guerra Von Choltitz había mostrado pocos escrúpulos a la hora de destruir ciudades.
Consenso de historiadores
“Se lo conocía como el carnicero de Sebastopol”, comenta Virgili, refiriéndose a la feroz batalla que terminó con la conquista en 1942 de ese puerto de la Crimea soviética por las tropas nazis, en la cual Von Choltitz tuvo un papel fundamental.
Incluso en Alemania hay consenso entre los historiadores que cuestionan la imagen de un héroe. La autobiografía del general forma parte del “boom de memorias” que ayudó a construir la “leyenda de una Wehrmacht limpia”, señala el historiador militar John Zimmermann.
Esas memorias se publicaron antes de que se abrieran los archivos, lo que permitió a sus autores imponer sus narrativas. Entre ellos se contaban muchos oficiales de la Wehrmacht deseosos de dar la impresión de que no estaban completamente sometidos a Hitler.
Von Choltitz sabía sin embargo perfectamente que la Wehrmacht había cometido crímenes, como lo demuestra la transcripción de sus escuchas telefónicas durante su encarcelamiento en Reino Unido, subraya el historiador militar Sönke Neitzel.
“Von Choltitz era una personalidad colorida, ciertamente motivada por su propia supervivencia”, dice Neitzel. “Fue durante mucho tiempo una figura identificable positiva, pero 80 años después sería bueno matizarla”, añade.
En cualquier caso, el oficial sólo pasó 16 días en París, a partir del 9 de agosto de 1944, tras el desembarco aliado en Normandía.
“París no debe caer en manos del enemigo o solo como un campo de ruinas”, le ordenó Adolf Hitler. Von Choltitz capituló el 25 de julio, sin haberle obedecido. ¿Por qué razones específicas? En cualquier caso, evitó ser juzgado por crímenes de guerra.