Boca es un sufrimiento
Arrancó como para golear y terminó pidiendo la hora. El DT volvió a equivocarse: tardó en hacer cambios y los hizo mal. Ojo: en lo que viene no se puede fallar.
Antonio Serpa, TyCQue la Bombonera gana partidos no es nuevo. Alguna vez atajó un penal, en otras se puso el equipo al hombro de su aliento para torcer alguna historia esquiva. Y también aguanta, también defiende. No fueron sólo las manos Brey las que le taparon el gol a Ruben a los 52 minutos del segundo tiempo. Fueron las manos de todos. Y fueron los gritos ensordecedores de la gente los que aturdieron al viejo goleador en ese instante innecesario de drama. Eso sí: no hay derecho a abusar de este modo de la mística del estadio, de su gente, cuando el partido aparecía resuelto en el primer cuarto de hora.
El nuevo esquema -ya no a pedido de Medel- servía para que Medina jugara suelto, para que los defensores cubrieran mejor el ancho, para que los laterales aprovecharan su faceta ofensiva pasando permanentemente al ataque, para que Aguirre jugara de lo que es: un extremo que mata en el uno contra uno, no un volante de ida y vuelta como pretendía Martínez. Sin embargo, el resultado a favor y las urgencias de Central lo hicieron retroceder. Y un equipo sin medio no es un equipo: ninguno de los volantes de Boca tiene corte defensivo, por más inteligente que sea Pol y por más despliegue que muestre Medina. Zenón, se sabe, puede dar una mano pero está para jugar. ¿Era necesario sostener tres centrales para contener a un solitario Copetti? ¿No se imponía la inclusión de un medio más batallador para dar una mano, caso Miramón o Belmonte?
Martínez se durmió y despertó en medio de una pesadilla. Otra vez falló, esta vez por hacer tarde los cambios y hasta por pifiar algún nombre: ¿en serio Martegani para aguantar? Por favor...
Se vienen dos partidos muy importantes: Talleres por Copa Argentina y River por la Liga. Hay tiempo para trabajar, probar y corregir. Algunas cosas ya deberían funcionar después de ocho largos meses sin grandes resultados. No deberíamos depender de la salvada de Brey o de Romero -clave dos veces frente a Copetti-, de un palo, de un cierre desesperado de Anselmino en la línea o de la decisión de un árbitro muy malo como Baliño (debió echar a Martínez en el PT) en la última jugada. Aun con un mercado flojo, Boca tiene más que la mayoría en el fútbol argentino. Seguro más que Central, por lo menos. Y hay un nombre y una historia que respetar. Eso de meternos atrás y encima hacerlo mal es para equipos de otro tamaño. No se puede fallar en lo que viene. Rotudamente no. Son de esos partidos que no tienen mañana. Que alguien se lo recuerde al técnico.