AMISTOSO | REAL MADRID 2 - CHELSEA 1 / El concierto de Vini cierra la gira
El
brasileño cambia al Madrid y lidera el único triunfo blanco en América.
Modric y Lucas Vázquez lucen su veteranía. Marcan Ceballos y Brahim.
Luis Nieto
As
El sentido práctico de fútbol lo lleva el Madrid bordado en el escudo: hay que guardarse lo mejor para lo que importa. Para
lo demás baja el volumen. Ha sido una constante de estas giras. Aún no
ha ganado un Clásico transoceánico en cuatro tentativas, y en 2019,
en Nueva Jersey, el Atlético le hizo siete goles con un João Félix que
no ha vuelto a verse. En España aquello sonó como un trueno. El Madrid
no lo tomó ni como un aviso: acabó ganando esa Liga de la pandemia
con 17 puntos de ventaja sobre el vecino. Esa contención más o menos
calculada no va con Vinicius, cuyo grado de excitación no tiene relación
con la importancia del choque, se juegue en Wembley o en Carolina del
Norte. Su primera titularidad le quitó al Madrid ese aire gris y tristón de los dos partidos anteriores. Para
él la Supercopa empezó en Charlotte y al resto no le quedó más remedio
que seguirle. Especialmente Modric, que también se apunta a cualquier
fiesta, Lucas Vázquez, de nuevo excepcional, y Brahim, con espíritu de
novillero.
El once del Madrid, que guardará poco parecido con el de gala, dio una buena pista de lo que viene:
Brahim empezó de nueve y Rodrygo en la derecha. Ahí le llevará la vida
con la llegada de Mbappé y Ancelotti pretende aclimatarle desde el
primer día. Rodrygo y Vinicius relevaron esta vez a Arda Güler,
aprendiz de brujo, y a Endrick, uno de esos nueves raros, bajitos,
inabatibles y salvajes que ha pasado por la gira en silencio pese a que
Ancelotti le sentó en primera fila. Era el principal atractivo del paseo
por América y se lo ha saltado. Unas molestias le dejaron fuera de la
despedida ante el Chelsea, club que prueba en sus carnes que el fútbol y
el dinero no siempre chutan hacia la misma portería. Todd Boehly le
compró la franquicia a Abramovich hace dos años y en ese tiempo ha
invertido casi 1.100 millones en futbolistas para ser duodécimo y sexto, respectivamente, en la Liga inglesa. Desde luego, le ha ido mejor en la tabla de Forbes que en la de la Premier.
El tercer intento que ahora comienza pasa por rejuvenecer el equipo. Ahí entra en escena Marc Guiu, ariete de La Masia que ha pasado de promesa a ingreso para el Barça. A
su espalda, el debutante Maresca puso un equipo muy presionante,
atrevido, invasor del campo adversario, una verdadera molestia para este
Madrid a medio armar, pero también una oportunidad para Vinicius, cuya capacidad para movilizar al equipo es infinita. Más
si le entregan el espacio, error mayúsculo de los londinenses. A menudo
da la impresión de que el partido va por un lado y él en sentido
contrario. O para ser más exactos, que él solo es capaz de hacerlo
girar.
Los chispazos de Vini
Sus dos primeras apuestas le plantaron ante Jorgensen. En las siguientes encontró más colaboración: a Brahim se le fue un gol seguro y Ceballos lo encontró después (la
organización le atribuyó el tanto a Lucas Vázquez, de quien partió el
tiro que pareció tocar el sevillano antes de la línea). Fue decisiva la
maniobra de desmarque de Vinicius para aclarar la contra.
El segundo tanto también es atribuible a él, que con su pase de exterior plantó a Brahim ante Jorgensen.
El malagueño, que va a apretar mucho a Rodrygo por lo visto hasta
ahora, resolvió con un recorte y un tiro sutil con poco ángulo. Un
partido que había empezado azul era ya naranja chillón, uniforme que
volvió a lucir el Madrid, aunque cerca del descanso espabiló el Chelsea y
recortó su desventaja con un gol de cabeza de Madueke en el que Fran
García y Courtois creyeron que el otro pudo hacer más.
Por fin, Lunin
La segunda mitad trajo algunas novedades: el debut de Lunin, cuya continuidad sigue en cuarentena, y el cambio de posiciones en el ataque del Madrid. Rodrygo
se venció a la izquierda y Vinicius quedó como nueve. Quién sabe si la
maniobra guardará relación también con Mbappé, factor determinante en
todas las ecuaciones.
De salida, Lunin le quitó un gol a Nkunku y Brahim y Guiu buscaron las escuadra y encontraron la grada en
un animado regreso a las operaciones. El Madrid, para entonces, había
plegado velas para aplicar su veneno, robar y correr, hasta que
Ancelotti dio por terminada la fiesta al retirar al apagado Rodrygo y al
burbujeante Vinicius. El partido cayó a plomo con los cambios. El
final solo lo animaron la ovación a Modric, admirado universal, cuando
fue reemplazado y algunas píldoras de Nico Paz. Acabado el ensayo, empieza el concierto, la hora de Mbappé.