TOUR DE FRANCIA | ETAPA 6 / Pogacar salva el viento
El Visma de Vingegaard acorraló al líder en un abanico, pero superó el mal trago y conserva el maillot amarillo. Groenewegen ganó el esprint a Philipsen, luego descalificado.
Los análisis previos a trazados del perfil como el cubierto este jueves camino de Dijon suelen decir algo así: “Etapa llana con previsible final al esprint. Los escapados tienen escasas posibilidades de éxito. Los peligros para la clasificación general pueden venir por la formación de abanicos si sopla el viento lateral y por la amenaza de caídas por la tensión de los últimos kilómetros”. El pronóstico acierta normalmente de pleno en sus dos primeras afirmaciones, pero el latiguillo del viento se suele añadir más como un ‘por si acaso’ que por un riesgo real. Los abanicos son literatura. Una leyenda. Hasta que de verdad ocurren…
La sexta etapa, que transitaba por la campiña de Borgoña, zona de viñedos, anunciaba viento. Igual que el cuento del pastorcillo mentiroso. “Que viene el lobo, que viene el lobo…”. Y como nunca venía, los paisanos dejaron de creerle, hasta que el lobo llegó de verdad y el pastorcillo se quedó desprotegido. El lobo se enfundó este jueves el maillot del Visma con Jonas Vingegaard al frente. Y el pastorcillo iba vestido de amarillo: Tadej Pogacar. A 85 kilómetros, a la salida de Chassagne-Montrachet, el campeón de Europa, Christophe Laporte, tomó la cabeza y estiró el pelotón hasta partirlo en varios pedazos. Pogacar, con la lección aprendida tras ser víctima en el Tour de 2020, logró entrar delante, pero ninguno de sus compañeros del UAE le escoltó en la refriega, y eso que pasa por ser el equipo más potente de esta edición. Ni Juan Ayuso, ni João Almeida. Ni nadie. Ese grupo quedó relegado a 25 segundos, mientras que Cavendish, que había sufrido una avería, se descolgó en otro paquete más atrás.
El pelotón se recompuso más adelante, tras marcar un promedio de 48,1 km/h en la segunda hora de carrera. La presencia de Pogacar en cabeza tampoco aconsejaba mayores esfuerzos, pero el susto se quedó en el cuerpo. Y la alerta roja ya no se apagó hasta llegar a Dijon, que no aliñó la etapa con mostaza, sino con viento y tensión. Hubo más amagos en tramos posteriores. A 45 kilómetros lo intentó el Bora de Primoz Roglic, pero una caída en una rotonda, que cazó a Jonas Abrahamsen, el rey de la Montaña, enfrió los ánimos. Los abanicos no decidieron nada, como de costumbre. Pero haberlos, haylos.
Este viernes no habrá esprint. Ni abanicos. Ni enganchones. Los ciclistas competirán de uno en uno para disputar la primera contrarreloj, 25,3 kilómetros entre Nuit Saint Georges y Gevrey Chambertin, que dará un nuevo aclarado a la clasificación general. Una oportunidad para Remco Evenepoel de recortar tiempo a Pogacar y despegar a Vingegaard, aunque el esloveno y el danés ya han demostrado que son solventes en esta disciplina, o incluso letales cuando se encuentran en forma. Un nuevo termómetro para tomar la temperatura a los tres grandes favoritos. ¿O eran solo dos?