PARÍS 2024 | BALONCESTO / Segundo clínic del Dream Team

En un Pierre Mauroy entregado, que también celebró los oros de su nadador Léon Marchand, Estados Unidos se deshizo a medio gas de Sudán del Sur.

Juan Jiménez
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Puede sospecharse que la inminente llegada del Dream Team a la instalación de Paris Bercy, donde se jugará la fase final del torneo de baloncesto, será un acontecimiento mundial. Los partidos de este grupo de elegidos que dirige Steve Kerr, y que este miércoles sumaron su segunda victoria en la fase de grupos ante Sudán del Sur (103-86), se han convertido, seguramente, en la mejor atracción turística de la historia de la bonita Lille. Miles de viajeros procedentes de cualquier rincón del planeta se bajan de los trenes en las estaciones de Euralille y Flandres desde primera hora. Los accesos al Pierre Mauroy se convierten durante el día en un desfile de camisetas de franquicias NBA. Una procesión que acaba con la actuación de estas vedettes de otra dimensión que, además, y para bien de la salud olímpica, se han tomado los Juegos desde el fracaso de Atenas como un escaparate en el que vienen a enseñarle al mundo que todavía viven en el piso de arriba.

Sudán del Sur, la visión de Luol Deng, el equipo milagro, también recibió lo suyo. Esto no era Londres, ni el amistoso del 20 de julio en el que LeBron salvó a los estadounidenses con una canasta final que evitó titulares gruesos en la prensa. En Lille ya no hay espacio para devaneos. Sus jugadores, como en las horas de asueto por París, se divierten. Pero están en una misión: retener el oro que han conquistado en los últimos cuatro Juegos Olímpicos. Y no se despistan del objetivo.

Esta vez, Steve Kerr sacó al abucheado Embiid de la rotación. Lo aprovechó Adebayo, pívot multiusos que es un tesoro para cualquier entrenador. A cambio, incluyó a Tatum y Haliburton. LeBron es el patriarca. El primero en aparecer para el calentamiento. También después del descanso. El que maneja los ataques subiendo el balón y generando desde el poste. Pero le deja su espacio al resto. Especialmente, claro, a Kevin Durant y Curry, los otros jerarcas de un equipo plagado de superestrellas capaz de barrer la casa sin que se le caigan los anillos. Derrick White, que clavó tres triples de manual, o Jrue Holiday son ese tipo jugador.

Sudán del Sur no le perdió la cara al partido en Lille. Es consciente de que cada canasta cuenta para los mejores terceros y aprovechó los momentos de relajación del Dream Team para intentar acercarse. Aun así, el escalón es demasiado grande. Estados Unidos fue cerrando el partido mientras el Pierre Mauroy gritaba “Lèon, Léon”, para celebrar los dos oros en 200 mariposa y espalda de Normand. LeBron también quería que le aplaudiese a él. Y se pegó un mate estupendo. Otro de Anthony Edwards cerró el segundo clínic del fabuloso Dream Team en la noche de verano de Lille.

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