La irrelevancia del Mercosur
La promesa de libertad económica fue frustrada por los enfrentamientos internos del bloque
Fue un desaire especialmente grave. Javier Milei, presidente de Argentina desde diciembre, se ausentó de la reunión semestral de los presidentes del Mercosur para dirigirse a la derecha dura en una Conferencia de Acción Política Conservadora en Brasil. “Si el Mercosur es tan importante, todos los presidentes deberían estar aquí”, resopló Luis Lacalle Pou, líder centrista de Uruguay, en la cumbre de Asunción, capital de Paraguay.
Creado en 1991 como zona de libre comercio y unión aduanera, el Mercosur prometía mucho. El comercio entre sus miembros pasó, en términos reales, de 9.000 millones de dólares en 1990 a más de 31.000 millones en 1996. Dos cosas acabaron con la promesa. La primera fue la volatilidad macroeconómica. Brasil devaluó su moneda en 1999; Argentina sufrió un colapso financiero en 2001-2002. En segundo lugar, la ampliación se impuso a la profundización, ya que los líderes políticos, incluidos Lula y los peronistas argentinos, intentaron utilizar Mercosur para atraer aliados ideológicos (como los dirigentes bolivianos) en lugar de como herramienta de política económica. El proteccionismo creció: desde la crisis financiera de 2008, los miembros se han impuesto entre sí más de 400 medidas no arancelarias.
El comercio intra-Mercosur alcanzó su máximo en 2011 con 72.000 millones de dólares. Aunque han repuntado recientemente gracias a la recuperación económica posterior a la pandemia, las exportaciones intrabloque han descendido como porcentaje de las exportaciones totales de los miembros, pasando de un máximo del 24% en 1998 a alrededor del 11% en 2023. Las exportaciones agrícolas a China se han disparado en Brasil y Argentina. El comercio gestionado en sus industrias automovilísticas solía estar en el corazón del Mercosur, pero en ambos países la importancia relativa de la industria manufacturera ha disminuido.
En el exterior, Mercosur sólo ha logrado cerrar acuerdos de libre comercio con Egipto, Israel y Singapur, aunque está en conversaciones con otros países. Las negociaciones para un pacto comercial con la UE concluyeron por fin en 2019, 20 años después de su inicio. Pero en un mundo cada vez más proteccionista, parece improbable que el acuerdo sea ratificado por los países miembros de la UE. Los líderes europeos se enfrentan a la presión de los grupos de presión agrícolas, que se oponen al acuerdo. A su vez, el gobierno de Brasil tiene dudas, especialmente sobre la apertura de la contratación pública.
“¿Cuál es el propósito de Mercosur si no se puede ampliar el acceso al mercado?”, se pregunta Shannon O’Neil, del Consejo de Relaciones Exteriores, un grupo de reflexión de Nueva York. La respuesta de Lacalle es buscar acuerdos bilaterales. Uruguay está hablando con China y Turquía y quiere unirse al CPTPP, un grupo de 11 miembros del Pacífico. Milei amenaza con abandonar Mercosur, a pesar de que el comercio argentino ha recibido el mayor impulso del bloque. Se suponía que Mercosur era una herramienta para el desarrollo económico de sus miembros y una forma de que tuvieran más peso en el mundo. El declive del bloque conspira contra la consecución de ambos objetivos.