La frustración de Bellingham

El futbolista inglés lo intentó todo, pero acabó exhausto, al límite y hundido. Su imagen, solo y pensativo, en el banquillo de Inglaterra ha dado la vuelta al mundo.

Pablo M. Fuentenebro
As
Jude Bellingham acabó hundido. Pensativo en el banquillo inglés tras consumarse una nueva desilusión de Inglaterra. Una nueva final de Eurocopa perdida. La segunda consecutiva. Un punto final amargo y triste a un torneo que ha sido una montaña rusa para el 10 inglés.

Bellingham disputó una Euro de chispazos. En concreto dos destellos de crack. Su cabezazo imperial ante Serbia en el primer partido de la Eurocopa y su chilena salvadora ante Eslovaquia. Ese fue el mejor bagaje de Jude Bellingham en la Eurocopa de Alemania. Nada mal, aunque lejos de su mejor versión y lejos de su brillante temporada en el Real Madrid. El físico le dio lo justo. Llegó con la gasolina limitada al torneo y su desgaste fue máximo.

El éxtasis de los jugadores españoles dejó de lado la frustración y la tristeza de Bellingham. Se derrumbó sobre el césped del Olímpico de Berlín exhausto. El jugador del Real Madrid se marchó cabizbajo, casi entre lágrimas, hacia el banquillo inglés. Frustrado, pegó un puntapié al banquillo. La imagen, pensativo, inmóvil, mirando al infinito, escenificó su tristeza por ver cómo se le escapaba su segunda Eurocopa. El jugador más joven que pierde dos finales consecutivas del torneo europeo, aunque en 2021 no era más que un meritorio para Gareth Southgate, ahora es el 10 de los Three Lions. El estandarte. La figura que debía marcar una era.

Bellingham.
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Bellingham.ADRIAN DENNISAFP

Bellingham se esforzó como un jabato ante la pareja Stones-Le Normand. Saltaton chispas en el juego aéreo ante la pareja de centrales de España. Y se zafó como pudo de Fabián, Rodrigo y Zubimendi. Lo intentó con un zurdazo que dio el susto a Unai Simón y vital fue su juego de espaldas para asistir a Cole Palmer en el 1-1 de Inglaterra. Hasta retrasó su posición para hacer de medio cuando el goleador inglés saltó al campo para hacer de enganche. Bellingham sabía que tenía que echarse el equipo a las espaldas. Era el día D y a la hora H para dar un golpe encima de la mesa y romper la sequía que asola a Inglaterra desde 1966. Nunca rechazó su responsabilidad. Bellingham debía de guiar a Inglaterra al título. Debía ser antes de la Euro y era el elegido para hacerlo en la final.

BERLÍN, 14/07/2024.- El príncipe Guillermo saluda al jugador inglés Jude Bellingham durante el acto de entrega de las medallas a los finalistas al término de la final de la Eurocopa disputada este domingo en el Estadio Olímpico de Berlín. EFE/Alberto Estévez
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BERLÍN, 14/07/2024.- El príncipe Guillermo saluda al jugador inglés Jude Bellingham durante el acto de entrega de las medallas a los finalistas al término de la final de la Eurocopa disputada este domingo en el Estadio Olímpico de Berlín. EFE/Alberto Estévez Alberto EstévezEFE

Bellingham llegó a este último partido casi sin descanso. Lo jugó casi todo. Se ‘reservó' los últimos cuatro minutos ante Serbia y la segunda parte de la prórroga de octavos ante Eslovaquia. El resto, estuvo todos los minutos sobre el terreno de juego. Al límite. Hasta el propio Bellingham reconoció en semifinales ante Holanda que no tenía las mejores piernas para aguantar una prórroga. El pitido final era otra oportunidad perdida para Inglaterra. Él era de los jugadores más consolados por sus compañeros. Hasta el príncipe Guillermo y Aleksander Ceferin le dedicaron palabras especiales en la ceremonia de entrega de medallas. Era inconsolable. Estaba hundido.

Bellingham se marcha de vacaciones sin la ansiada Eurocopa... otra vez. Sin el ansiado doblete Champions-Eurocopa. Y sabiendo que el Balón de Oro que se entrega el 28 de octubre se aleja un poco más de sus manos. Una final que le apartó de los focos del éxito y le enseñó el sinsabores de la derrota. Bellingham no pudo reinar en Berlín como hizo con el Real Madrid en 2024. España se lo impidió.

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