EURO 2024 | ESPAÑA 2 - FRANCIA 1 / La parábola de Múnich hace eterno a Lamine Yamal

Es el jugador más joven en marcar en una Eurocopa y superó a Pelé como jugador más joven en participar en una semifinal de Euro o Mundial.

Juan Jiménez
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EI tiempo se suspendió en Múnich cuando, en el minuto 21, Lamine Yamal, a cuatro días de cumplir 17 años, agarró un balón y se inventó un tiro parabólico que se hizo inalcanzable para Maignan. Fue una foto para el recuerdo. Un gol de los que, como el de Merino en Stuttgart, se convierte en eterno. El asunto es que el niño criado en el barrio de Rocafonda, recuerden, código postal 08304, no sólo entró en los libros de historia del fútbol español. Con esa parábola celestial, el jugador del Barça se convirtió en el futbolista más joven de la historia de la Eurocopa en marcar un gol. Lamine pulverizó la marca del suizo Johan Vonlanthen, que con 18 años y 141 días le había marcado también a Francia en un partido de la Eurocopa de 2004. Un registro histórico que completó con otro: anoche, se convirtió en el jugador más joven de la historia en jugar una semifinal de Eurocopa o Mundial, superando a Pelé, que lo hizo en 1958 con 17 años y 244 días.

El disparo, calcado al que marcó hace un año en la Euro Sub-17, se efectuó a 25 metros de la portería francesa, y alcanzó 102 kilómetros por hora. Pero lo mejor del golpeo no fue su velocidad, sino la precisión y cómo se fue alejando del rango de parada de Maignan. Mientras los jugadores franceses asistían boquiabiertas a la explosión definitiva de Lamine, el extremo del Barça salía hacia el banquillo para celebrar con la gente que le está cuidando. Al descanso, Fermín se abrazó a él como si el partido ya estuviese ganado. Recibió la felicitación de todos y se preparó para la segunda parte. Esta vez, De la Fuente no iba a sustituirle.

Lamine, que nada más empezar el partido le había regalado un caramelo a Fabián, muy parecido al del 2-1 a Georgia, que el bético había cabeceado fuera, no sólo hizo el gol. Supo cuándo regatear (sólo intentó dos y completó uno) y cuándo parar. Recorrió 10 kilómetros en el partido, alcanzó una velocidad máxima de 32,1 kilómetros por hora. Midió muy bien los tiempos, hasta el cambio final, casi sobre la hora, cuando quiso, con pillería, quedarse en una zona que le permitiese salir por el lado de los banquillos. No pudo, pero el trabajo ya estaba hecho. Bordeando los 17, Lamine ya está en todos los libros.

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